Zhang Zhengxiang y su tenaz defensa del lago de su infancia

Afirma el teletipo de la agencia francesa AFP, que no tiene estudios, que es pobre y que está casi ciego. Pero Zhang Zhengxiang se ha dado a conocer internacionalmente por su batalla contra industriales y autoridades de su zona en defensa del lago Dian (Dianchi, según algúno medio chino), situado en la provincia de Yunan (al sur de China). En algún medio de su país, han dicho de él que es un «auténtico embajador  del medio ambiente».

Al norte de ese lago, se sitúa la ciudad de Kun-Ming (o Kunming), de casi siete millones de habitantes y capital de aquel territorio. Según algunos, Marco Polo visitó aquellos lugares en el siglo XIII, aunque debemos suponer que la biodiversidad de aquel lago era entonces mucho mayor que la actual, cuando las algas verdes predominan en su superficie. Sucede desde hace décadas, según relata Zhengxiang, el defensor del lago.

«Este lago es un ser vivo, pero no tiene derechos ni se le escucha, así que es mi deber asumir su defensa», declara el anciano ecologista. El jubilado Zhang Zhengxiang (74 años) recorre con frecuencia las riberas del lago, como un soldado que inspecciona su frente de batalla. Él nació por allí, junto al lago, y mediante fotografías suyas denuncia a los responsables de la polución de su ser vivo. Unas fotos que sólo puede hacer con lo que le queda de su ojo izquierdo.

Está previsto que el año próximo haya una cumbre internacional sobre biodiversidad en Kun-Ming, donde Zhang Zhengxiang espera no desaprovechar la ocasión para seguir denunciando el desastre y cómo se acumulan los desechos de todo tipo en las aguas de su lago: basura de la minería, abonos agrícolas, restos de herbicidas, restos de la actividad humana en general.

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El activista Zhang Zhengxiang ante el lago Dian (Dianchi), que llama su «segunda madre».
Fotografía de Jade Dao para la agencia AFP.

«El lago Dian es mi segunda madre. Cuando era niño, se veía el fondo. Saciábamos nuestra sed con el agua del lago y la utilizábamos para cocinar. Yo bebía allí», recuerda Zhengxiang, quien vivió el período de las hambrunas de mediados del siglo XX que mataron a decenas de millones de chinos. Él fue un niño huérfano que sobrevivió a pescando en el lago Dian y recogiendo fruta de los bosques cercanos. El diario en inglés South China Morning Post describe los vínculos de Zhang Zhengxiang con el lago Dian, describiéndolo como «su hogar espiritual».

Oficialmente, las autoridades declaran haber invertido cincuenta mil millones de yuanes (casi siete millardos de euros) para construir una treintena de depuradoras y para facilitar la desembocadura de un río limpio en el lago Dian. El enorme desarrollo de China en las dos últimas décadas ha pasado por encima de graves problemas medioambientales, como el denunciado por el sencillo ecologista chino.

Paradójicamente, uno de esos problemas ha sido la riqueza del subsuelo, que ha impulsado la explotación masiva de minas en aquel entorno antes limpio. Durante años, buena parte de las operaciones de descarga de basura mineral ha llegado al fondo del lago de manera clandestina.

«Las aguas se han convertido en veneno. Ya no podemos beber, ni utilizarlas para nada. Ni siquiera tocar la superficie del lago», afirma Zhengxiang quien ha escrito miles de cartas a las instituciones oficiales para denunciar lo que sucede. Por su empeño, Zhengxiang ha perdido algunos amigos, pero también ha hecho nuevas amistades. En una ocasión denunció una mina ilegal sin saber a quien pertenecía. Resultó que el propietario era amigo suyo y que perdió su inversión como consecuencia de aquella denuncia. Sin embargo, ese hombre, Zhou Guangwen, primero furioso, ha ido cambiando. Ahora apoya al meticuloso ecologista: «Empecé a comprender lo que hace y después empecé a apoyarlo. Con su vida, protege el lago Dian. Si alguien señala cualquier tipo de contaminación por allí, Zhang irá a comprobarlo». La prensa local empezó a publicar esas historias, mientras el defensor del lago se iba ganando también la inquina de distintas autoridades, así como de propietarios de canteras y  empresarsios de la minería, que lo detestan. El defensor del lago Dian se atribuye el cierre de dos centenares de puntos de descarga de basura mineral y de otro tipo. En 2009, la televisión le consacró un reportaje que le dio a conocer al gran público.

En mayo de 2021, obtuvo una victoria legal contra una operación inmobiliaria, tras haber enviado dos mil cartas contra la proyectada construcción de un millar de viviendas en la orilla oriental del lago Dian. Asimismo, ha logrado el procesamiento de un exalcalde que antes de tener el cargo se había encargado de la gestión del agua para su ciudad. Zhangxiang reconoce que algunas cosas han mejorado, pero señala insuficiencia de las medidas de depuración del agua y que se sigan vertiendo -dice la AFP- 140 millones de metros cúbicos de aguas sucias en el lago Dian.

«Cuando llueve, otros residuos de la superficie llegan hasta el lago», según Zhang Zhanxiang, quien está casi ciego tras ser víctima repentina de un ataque con apariencia de accidente. En 2002, un camión sin matrícula lo golpeó de repente. Perdió un ojo y se rompió un brazo. Con una expresión típicamente china, Zhang Zhanxiang promete seguir resistiendo: «Los que me atacan son tigres de papel y yo soy un tigre de acero. No tengo miedo», replica Zhang Zhanxiang.

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Fotografía de Zhang Zhengxiang publicada en el South China Morning Post.

Quizá de algún modo, las medios lo utilizan hoy para mostrar la cara de otra China, en el momento en el que aún no se sabía qué había sido de la tenista Peng Shuai, desaparecida tras denunciar las violaciones y abusos que sufrió a manos de un alto dirigente.

Pero es preciso reconocer que Zhang Zhengxiang forma parte de esa otra parte de la sociedad china que lucha por un modelo mejor, mediante un empeño activista incansable. Los tigres de acero, cuando aparecen, nos hablan de otra China, en la que Zhang Zhengxiang no olvida quien le ayudó a sobrevivir durante el tiempo terrible de las hambrunas de su infancia.

Paco Audije
Periodista. Fue colaborador del diario Hoy (Extremadura, España) en 1975/76. Trabajó en el Departamento Extranjero del Banco Hispano Americano (1972-1980). Hasta 1984, colaboró en varias publicaciones de información general. En Televisión Española (1984-2008), siete años como corresponsal en Francia. Cubrió la actualidad en diversos países europeos, así como varios conflictos internacionales (Argelia, Albania, Kosovo, India e Irlanda del Norte, sobre todo). En la Federación Internacional de Periodistas ha sido miembro del Presidium del Congreso de la FIP/IFJ (Moscú, 2007); Secretario General Adjunto (Bruselas, 2008-2010); consejero del Comité Director de la Federación Europea de Periodistas FEP/EFJ (2013-2016); y del Comité Ejecutivo de la FIP/IFJ (2010-2013 y 2016-2022). Doce años corresponsal del diario francófono belga "La Libre Belgique" (2010-2022).

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