Niépce la descubrió, Daguerre la presentó en sociedad, Fox Talbot aportó el proceso negativo-positivo que sentó las bases del desarrollo del medio…
Todo empezó con Nicéphore Niépce ( 1765-1833 ). Él hizo el primer registro fotográfico del mundo. El fotohistoriador Helmut Gernsheim acertó de lleno con la comparación: «Al igual que en su deseo de descubrir las Indias Colón descubrió América, la intención de Niépce de producir litografías por la vía de la óptica y química, le llevó a algo totalmente nuevo, la fotografía, que él llamó heliografía».
Joseph Nicéphore Niépce, de Chalon-sur-Saône, Borgoña, Francia, primero oficial y posteriormente inventor en distintos campos, se sitió estimulado por la creación de la litografía (1799) del alemán Alois Senefelder para tratar de hacer perdurables las imágenes de la cámara oscura. La idea consistía en poder hacer que la propia piedra fuera sensible a la luz y fijar sobre ella en la cámara oscura la imagen de la naturaleza, se podría posteriormente corroer la piedra para poder producir impresiones en papel. Los tiempos de exposición extremadamente largos de un día entero sobre la apenas sensible capa de betún (que se endurece cuando se expone a la luz, mientras que las partes no expuestas son solubles en aceite de espliego), daban como resultado en 1824 una imagen aceptable, si bien demasiado débil contra la corrosión necesaria para el segundo proceso, el grabado.
En sus experimentos con otros soportes de emulsión, Niépce utilizó el proceso más simple de contacto con puntos de sutura, que hacía transparentes con aceite. Después de dos a tres horas de exposición al sol mostraban una imagen más fuerte que las tomas con la cámara, que incluso después de ocho horas todavía estaban subexpuestas e inadecuadas para el aguafuerte. En enero 1826 Niépce adquirió su primera cámara oscura profesional al óptico de París Charles Chevalier. Con ella consiguió Niépce en el transcurso del verano 1826 la primera grabación con éxito en la cámara [la archifamosa ‘Le Gras’ sobre estas líneas]. Fue el proveedor de la cámara, Charles Chevalier, quien puso sobre aviso a Niépce en 1826 sobre el hecho de que el pintor de teatro y propietario del diorama Louis Jacques Mandé Daguerre (1851 1787) estaba ocupado en París con experimentos similares.
Por su parte, Daguerre también supo por Chevalier de los experimentos de Niépce y enseguida se dirigió a él por carta. Cuando al año siguiente viajó a París, Niépce pudo conocer a Daguerre personalmente. El mutuo recato inicial de ambos inventores dio lugar, sin embargo, a un intercambio de ideas y un acuerdo sobre una mayor cooperación y explotación «del invento de hecho por Niépce y perfeccionado por Daguerre”. Este acuerdo se firmó el 14 de diciembre de 1829 con una duración de diez años. Al morir Niépce en 1833, Daguerre se puso de acuerdo con su hijo Isidore Niépce (1805-1868), quien representaba los derechos contractuales de su difunto padre.
Niépce ya había experimentado con placas de plata, que exponía a vapores de yodo para cubrir zonas en blanco. Así fue como Daguerre descubrió (1831) que el yoduro de plata que se formaba era sensible a la luz. Fue por casualidad que Daguerre se encontró en 1835 con la capacidad de revelado de la imagen latente, es decir, la imagen invisible de la capa de yoduro de plata que los vapores de mercurio sacaban en luz. En el tratamiento posterior de la placa de yoduro de plata expuesta con vapor de mercurio se formó una amalgama de color blanquecino en las partes expuestas de la placa. Era, en cierto sentido, el «revelado». Al incidir la luz sobre el yoduro de plata, se reduce este compuesto a plata libre, con lo que en la superficie de esos lugares se fijan átomos de mercurio. En las áreas no expuestas, en cambio, el mercurio no tendrá ningún efecto.
Cómo se llegó a este tipo de revelado bautizado como el «tratamiento de mercurio», no lo sabemos. Cuenta una anécdota que Daguerre llegó a descubrir por casualidad este proceso. Colocaba en un armario una placa de yoduro de plata expuesta con varios productos químicos. Al cabo de unas semanas descubrió que se había formado imagen hermosa, potente. Fue exponiendo más placas frescas y poniéndolas en el armario. Al cabo de unas horas, las placas también mostraban buenas imágenes. Retirando una sustancia tras otro fuera del armario. Daguerre descubrió finalmente que la sustancia que había hecho salir las imágenes de las placas había sido el mercurio. Dos años más tarde, Daguerre descubre en la sal común un elemento fijador. De ese mismo año (1837) data su primera imagen estable que sobrevive .
El académico inglés independiente William Henry Fox Talbot (1800-1877) fue un hombre de amplia cultura. Un buen botánico, un matemático capaz, sabía descifrar y traducir las inscripciones cuneiformes asirias, y se dedicó principalmente a problemas físicos. Fox Talbot hizo grandes viajes. En 1833, mientras realizaba con la cámara oscura un dibujo del paisaje del Lago de Como, le vino a la cabeza la idea de fijar químicamente la imagen óptica. Ya en 1834, comenzó experimentos utilizando emulsiones de cloruro de plata. La escasa sensibilidad a la luz le obligaba a utilizar tiempos de exposición extraordinariamente largos, prácticamente imposibles. La imagen resultante era negativa, esto es, las partes claras de la imagen en la naturaleza aparecían oscuras. Fox Talbot tenía grandes dificultades con la fijación de la imagen hasta que más tarde Herschel le señaló el tiosulfato de sodio como disolvente de las sales de plata no utiliza en la exposición.
Cuando en enero de 1839 se enteró los resultados de Daguerre, quiso hacer valer rápidamente sus derechos sobre su propio proceso, todavía inacabado. Cosa que le fue negada, ya que Niépce y Daguerre habían comenzado mucho antes con sus trabajos. Aunque las imágenes de Fox Talbot no alcanzaron el brillo y la nitidez de los daguerrotipos, sin embargo su método tenía la propiedad más importante para todo el desarrollo de la fotografía: de un negativo se podían hacer tantas impresiones en positivo como se quisiera. En la literatura fotohistórica, mucho se ha debatido acerca de si fue Daguerre o Niépce quien tuvo la participación principal en el descubrimiento de la primera versión realmente utilizable. (Dificultades similares plantea a la historia de la fotografía la cuestión de si no fue acaso Fox Talbot el verdadero padre de la fotografía por ser el inventor del proceso positivo-negativo en el que se basa nuestra presente fotografía moderna).
Beaumont Newhall, el fotohistoriador de referencia, sostiene que la controversia es innecesaria. «La Fotografía”, escribió, «no fue inventada por un solo hombre. Sin el desafío de Daguerre y el desarrollo de una técnica fotográfica exitosa, la obra de Fox Talbot habría permanecido enterrada en el ático de la abadía de Lacock, junto con sus motores de combustión interna que nunca se terminaron.» «Es posible», continúa Newhall, «que sin los tenaces esfuerzos de Nicéphore Niépce Daguerre hubiera quedado en un pintor insignificante de espectáculos populares. Sin la ayuda de Daguerre, por otra parte, cabe imaginar que es posible que nunca se hubiera oído hablar de Niépce después de su fracasado intento de introducir la fotografía en Inglaterra.”
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Foto-Industrieverband, “175 Jahre Fotografie – Väter der Fotografie”. Traducción de Manuel López
Enlaces:
- 175 años de Fotografía (1839-2014) en Periodistas-es