Los muñecos infernales o divinos de Ron Mueck

La Fundación Cartier para el arte contemporáneo ha prolongado hasta fines de octubre la exposición consagrada al escultor australiano Ron Mueck, debido a la enorme afluencia de público registrada desde su inauguración el pasado 16 de abril.

pareja-sombrilla-Ron-Mueck Los muñecos infernales o divinos de Ron Mueck

 

Si pasan por París, es una de las exposiciones en curso que les recomiendo encarecidamente, pues se trata de un genial artista, cuya obra original y perturbadora no deja a nadie indiferente.

La anterior y primera exposición de Mueck en París fue en 2005 en  esta misma Fundación Cartier. Si en aquella ocasión fueron presentadas al público cinco de sus impresionantes esculturas (Wild Man, Spooning couple, Mask III, In Bed  y Two women), ahora son nueve las obras presentadas. Tres de ellas han sido realizadas especialmente para esta ocasión (Couple under am umbrella, Woman with shoping y Young couple)

mujer-con-haz-Ron-Mueck Los muñecos infernales o divinos de Ron MueckWoman  with sticks, una mujer enana y desnuda que transporta un haz de leña; Youth, un joven negro miniaturizado, que muestra una herida provocada por arma blanca; Still life, un pollo enorme colgado de un gancho, como esperando el momento de pasar a la cacerola; Young couple, una pareja de enamorados en una  ambigua posición, que cada cual interpretará a su manera; Drift,  un hombre en bañador flotando tumbado en un colchón neumático, cual Cristo crucificado; Mask II, una gigantesca máscara que podría ser el rostro del artista; Woman with shoping, una mujer de triste mirada, en tamaño reducido con un niño en un atadillo y las bolsas de la compra en cada mano;  Man in a boat,  un hombre desnudo en una barca, pálido, cadavérico y con una extraña expresión, como si se encontrara a bordo de un barco que le conduce al mas allá;  y por útimo,  la pieza central de esta exposición:  Couple under am umbrella, una  pareja de ancianos, un hombre y una mujer bajo una sombrilla, probablemente en la playa, reposando uno junto al otro, apoyandose mutuamente en un gesto de ternura  y de paz interior.

Tales son las nueve impresionantes esculturas que componen esta  exposición, que es completada con la proyección de una interesante película documental de 52 minutos de metraje: “Still life, Ron Mueck et work” realizada por Gautier Deblonde, amigo y complice de Mueck. El cineasta ha filmado el trabajo del artista en su taller, descubriendo con sus imágenes algunos secretos de fabricación. No hay  en este documental ninguna entrevista de Mueck, sino tan solo la cámara como testigo de su trabajo, de sus gestos, de su reflexión,  de su relación con las personas que le asisten, el acto de la creación es filmado en su estado mas puro, mientras la cámara, como olvidada en un rincón, sigue filmando lo que acontece en el taller desde diversos ángulos. Un documental  “de autor” que permite comprender mejor las obsesiones y el caracter perfeccionista de Ron Mueck.

El toque o el estilo Mueck es reconocible de lejos y el artista reincide en sus obsesiones.  La representación realista del ser humano, hombres, mujeres, niños o ancianos, o  bien de animales,  como un perro o un pollo colgado de un gancho, es declinada siempre en dos dimensiones: gigantes o  miniaturas. Aunque  guardando las proporciones propias y exactas de la anatomía de los seres que crea con sus manos, pues nunca escoge Mueck el tamaño real, como si se tratara de ilustrar el mundo fantástico de “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll, o de  “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift.

A esas referencias literarias  que  resultan evidentes al ver las esculturas de Ron Mueck, cabe añadir para los que conocen la historia del cine, una referencia aún más perturbadora que es ese mundo de horror o diabólico reflejado en  las películas de Tod Browning, autor de obras tan geniales como “Freaks” o “Muñecos infernales”.  Cuando veo la obra de Mueck mi cultura cinéfila me hace pensar inevitablemente en Browning, o también en las películas de James Whale  sobre el Doctor Frankestein y el mundo literario de Mary Shelley,  pues sus esculturas son verdaderas criaturas cuyo parecido con la realidad es  totalmente perturbador.

Infernales o divinas, sus esculturas son un acto de creación al estado puro. Como si el artista a imagen de Dios o del diablo, creara pieza por pieza esos enigmáticos personajes, que poco a poco van cobrando vida, primero a trozos, luego enteros y desnudos hasta su versión final, cuidando todos los detalles en esos extraños momentos de vida disecada en silicona. Con sus miniaturas humanas, tenemos la impresión de asistir a una exposición de  cuerpos humanos miniaturizados por los indios jibaros, provocando en el espectador la duda, la inquietud o el malestar.

Los materiales utilizados y su compleja fabricación,  a partir de una escultura en arcilla, un molde en escayola y un molde en silicona, dan a sus personajes una impresión de  hiperrealismo, como si se tratara de su propia piel.  Los mas mínimos detalles son reproducidos:  el pelo minuciosamente cosido como verdadero cuero cabelludo, en la cabeza, en las piernas o en los sobacos; las arrugas, las venas, los ojos, o las uñas de las manos y de los pies son pintadas con oléo por detrás y por delante del molde en silicona.

taller-Mueck Los muñecos infernales o divinos de Ron Mueck

Con sus gigantescos personajes, Mueck procede de la misma manera, buscando siempre el detalle y la perfección, pero en este caso, los personajes están generalmente acostados o sentados, sin duda para permitir al ojo del espectador ver mejor las proporciones bien respetadas de su anatomía, y los mas mínimos detalles de sus cuerpos como de sus gestos.

Pues las esculturas de Mueck son tanto personajes solitarios como parejas humanas, que el artista ha creado como si hubiese interrumpido sus vidas en un instante bien preciso.  Una mano que estrecha la de su pareja, una mirada, un ademán, un gesto…

Mueck  procede  como un  taxidermista, pero sin necesidad de vaciar las vísceras de sus personajes, las estructuras están huecas, y solo la piel es visible, o a veces escondida por los vestidos con que arropa a sus criaturas.  Como los pintores de género, que se inspiraban en  escenas de la vida cotidiana, desde Brueghel, a Vermeer, o Fragonard,  Ron Mueck se inspira al crear sus personajes en  escenas de la vida cotidiana, para expresar sus obsesiones  sobre el origen de la existencia, las relaciones humanas,  la vejez, o la muerte.

La escultura de un hombre en bañador en medio del agua azul, acostado en un colchón neumático, probablemente en una piscina, o en medio del océano,  adquiere una dimensión totalmente diferente al ser  presentado a la vertical, ocupando toda una pared de la sala de exposiciones.  Metáfora probablemente del artista sobre la crucifixión de ese bañista de los tiempos modernos,  con los  brazos extendidos, que confirma así la busqueda de su inspiración en los temas bíblicos, representados mil veces en la historia del arte.

Nacido en Australia en una familia  de fabricantes de muñecas y de marionetas, Ron Mueck cayó desde pequeño en la marmita de esa vocación. Empezó su carrera fabricando  marionetas para el cine y la televisión, asi como maniquies  para la publicidad y el comercio. En 1998 se lanzó en el mundo del arte. Su primer gran éxito importante fue en la Bienal de Venecia en  2001. Afincado en Londres, en donde ha instalado su taller, Ron Mueck  figura  actualmente entre los artistas contemporáneos, en vida,  mas cotizados, soprendentes y prometedores.  Exposiciones de su obra han tenido lugar en París, México, Japón, Australia y Nueva Zelanda.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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