Apareces como alguien desconocido. Hay hermosura. Yo tampoco había coincidido contigo. Te miro. Intento advertir algo cercano, y así es: doy con ello, con lo que implicas.
Nos democratizamos con el saber en forma de criterios y valores universales. Comienzas y terminas por el mismo lugar: con una salutación que aproxima. No trasladas dudas, aunque las tengas.
Nos vinculas con las líneas que nos marcan qué hacer en cada estadio. Nos interiorizas una felicidad con la que mejoramos. Nos transformas con un supremo modelo, el tuyo.
Tranquilizas igualmente. Has adorado las bases que nos sustentan en la altura más entusiasta. Nos destacamos la belleza de ser hermanos.
Alcanzas con deferencia esos puntos que destacan lo ideal. Nos intentamos hacer vivir. Nos damos una palabra, y, ciertamente, la cumplimos. Apareces en este instante de ensueño. Gracias por ello.