Palestina presidirá el Grupo de los 77 países en desarrollo de la ONU

Palestina presidirá a partir de enero de 2018 el Grupo de los 77 (G77) países en desarrollo, la mayor coalición dentro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un momento histórico por muchas razones, informa Aisha Gawad [1] (IPS) desde Naciones Unidas.

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Bandera palestina ante la sede de Naciones Unidas

«Será un momento histórico para Palestina y para el G77», subrayó en diálogo con IPS un diplomático asiático que pidió reserva de su identidad.

Palestina se verá empoderada políticamente al representar a 134 estados miembro, entre los que incluso está China.

Creado en junio de 1964, el G77 agrupa a 80 por ciento de la población mundial y aproximadamente a las dos terceras partes de los miembros de la ONU.

El grupo presenta desde hace 54 años una voz única en la Asamblea General, de 193 miembros y mayor órgano político del foro mundial, así como en las reuniones de los comités y en las conferencias internacionales.

Según el sistema de rotación territorial, le toca a Asia elegir al presidente en 2019, y el grupo asiático aprobó de forma unánime a Palestina, que será elegido formalmente en la reunión anual de ministros del G77, a mediados de septiembre. Palestina sucederá a Egipto, que representa al grupo africano.

El impulso político para Palestina se da en el marco de la marginación que sufre del gobierno estadounidense de Donald Trump, sometido de Israel.

Aunque no es miembro pleno de la ONU, Palestina cuenta con el reconocimiento de 136 estados miembro, y desde 2012 tiene el estatus de estado observador no miembro, al igual que la Santa Sede (Vaticano).

La presidenta de la junta de directores de Al Shabaka, Nadia Hijab, dijo a IPS: «Cuando Israel avanza en todos los frentes para borrar definitivamente del mapa a Palestina mediante una colonización constante y la intimidación en los comités de la ONU, a pesar de su flagrante violación al derecho internacional, es un consuelo ver que Palestina vaya a ocupar un papel visible en la ONU».

Es reconfortante, pero se necesitará mucho más que eso para que Palestina se vuelva una realidad en el terreno.

Lamentablemente, las autoridades palestinas de Ramalah no han estado dispuestas o no han podido poner fin a la coordinación de la seguridad con Israel y sanear las divisiones internas. En cambio, reprime las protestas pacíficas.

«También reestructuran a la Organización para la Liberación de Palestina, la que siempre fue reconocida como única representante legítima del pueblo palestino, de forma tal que excluye visiones alternativas y opuestas», declaró Hijab.

«Será un acontecimiento histórico y significativo para los países del G77 elegir a Palestina como presidente y, por lo tanto, afirmar su confianza en el líder», opinó Martin Khor, asesor de la Red del Tercer Mundo, en Malasia, en diálogo con IPS.

La elección también probará que Palestina se decidió a movilizar sus recursos humanos y materiales para asumir tareas complejas de coordinación de un gran grupo dentro del sistema de la ONU, a pesar de tener que pelear sus propias batallas complicadas de supervivencia e independencia, explicó Khor, exdirector ejecutivo del Centro Sur, con sede en Ginebra.

«Tanto Palestina como el G77 merecen el apoyo de la gente en todo el mundo y deseos de éxito para difundir y defender los intereses de los países en desarrollo en estos tiempos difíciles cuando la cooperación internacional y el multilateralismo son blanco de ataques», explicó.

El gobierno de Trump se negó a otorgar visas a seis miembros de la delegación palestina que tenía previsto participar en un Foro Político de Alto Nivel de la ONU sobre Desarrollo Sostenible, que tuvo lugar del 16 al 18 de julio.

La negación de visas fue una clara violación del Acuerdo entre la ONU y Estados Unidos relativo a la sede de las Naciones Unidas, que compromete a Washington, entre otras obligaciones, a facilitar la participación de los delegados en reuniones del foro mundial.

Al respecto, el portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq, respondió: «Por cierto, estamos en conocimiento de este último incidente, pero hasta donde yo sé, hay un Comité de Relaciones con el País Anfitrión que se encarga de las disputas sobre el acceso a la ONU y cualquier problema con los países anfitriones».

«Por ahora, nadie se acercó o informó formalmente al Comité de Relaciones con el País Anfitrión la situación, por lo que todavía no actuó», indicó.

«Pero normalmente es su papel atender ese tipo de situaciones. Por supuesto, es de esperar que todos los que están aquí para participar en las reuniones de la ONU, puedan hacerlo», añadió.

Samir Sanbar, ex secretario general adjunto que dirigió el Departamento de Información Pública, dijo a IPS que dirigir a un grupo variado y colaborativo requerirá un manejo diplomático en un contexto en que la legítima causa palestina necesita de todo el apoyo de la región, y en un mundo fragmentado y conflictivo, casi acéfalo, debe hacer frente a dificultades graves.

«Es de esperar que el embajador Riyad Mansour, observador permanente del Estado de Palestina, y diplomático de vasta trayectoria y experiencia en la ONU, tenga la oportunidad y el margen para operar de forma inclusiva, paciente y fructífera para mejorar el papel del G77, a la vez que el estatus de Palestina», comentó Sanbar, quien desempeñó el cargo con cinco secretarios generales diferentes.

En la ONU, el gobierno de Trump socava cada vez más la causa palestina, que desde hace tiempo cuenta con el apoyo de la abrumadora mayoría de los estados miembro del foro mundial.

En mayo, Estados Unidos mudó su embajada de Tel Aviv a Jerusalén a pesar de que la ONU considera a Jerusalén Oriental una ciudad ocupada, y cuyo estatus está sujeto a negociaciones pues será la futura capital del Estado palestino.

En junio, el gobierno de Trump también redujo su aporte a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos de Oriente Próximo (Unrwa) de unos 360 millones de dólares, en 2017, a 60 millones este año.

La agencia asiste desde 1949 a más de 5,5 millones los refugiados palestinos, tras la creación del Estado de Israel, en 1948.

Cuando el año pasado, el secretario general de la ONU, António Guterres, propuso la designación del ex primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina, Salam Fayyad, como representante especial para Libia, la representante estadounidense, Nikki Haley, la rechazó, por el simple hecho de ser palestino.

Incluso llegó a decir en el subcomité de Asignaciones para Operaciones de Estado y Extranjeras que rechazaría la designación de cualquier funcionario palestino a un cargo alto de la ONU porque Washington «no reconoce a Palestina» como Estado independiente.

Guterres, quien al parecer cedió a la presión estadounidense y retiró la designación de Fayyad, tomó valor y declaró a la prensa: «Fue un grave error. Fayyad era la persona adecuada en el lugar correcto en el momento correcto; el que perderá será el pueblo libio y el proceso de paz libio».

«Es esencial que todo el mundo comprenda que las personas que trabajan en la ONU sirven en función de sus capacidades personales», precisó.

«No representan a un país ni a un gobierno, son ciudadanos del mundo y representan a la Carta de la ONU y deben atenerse a ella», subrayó, dirigiéndose a Haley.

Un expresidente del G77 en Viena dijo a IPS que la cuestión palestina es un asunto fundamentalmente político, concentrado tanto en la legitimidad como en la legalidad de la ocupación israelí, no se ciñe al ámbito político o legal exclusivamente.

Hay numerosos problemas económicos, sociales, culturales y ambientales, como salud, educación, alimentación, agua, etc., que surgen directamente de las condiciones de ocupación, así como tangencialmente de otras condiciones como el acceso a la asistencia humanitaria y, hace muy poco, la declaración de «Israel como estado judío».

El secretario ejecutivo del G77, Mourad Ahmia, declaró en una columna con motivo del 50 aniversario del grupo: «Cuando se creó el 15 de junio 1964, las naciones signatarias de la conocida ‘Declaración Conjunta de los Setenta y siete Países en desarrollo’, formaron la mayor organización intergubernamental de estados en desarrollo en la ONU para articular y promover sus intereses colectivos y una agenda de desarrollo común».

Desde la primera reunión de ministros, celebrada en Argelia en octubre de 1967, y de la adopción de la Carta de Argel, el G77 dispuso las estructuras y los mecanismos institucionales que contribuyeron a dar forma a la agenda de desarrollo internacional y a cambiar el paisaje del Sur global en las últimas décadas, recordó.

«Con los años, el grupo pasó a ocupar un papel cada vez más determinante y condujo las relaciones internacionales a través de negociaciones globales sobre cuestiones Norte-Sur y desarrollo», acotó Ahmia.

El G77 también está presente en distintas partes del mundo en diferentes sedes de la ONU como Nueva York, Ginebra, Nairobi, París, Roma, Viena y Washington, y participa de forma activa en negociaciones sobre una amplia variedad de cuestiones, como cambio climático, erradicación de la pobreza, migración, comercio y la ley del mar.

«En la actualidad, el G77 sigue siendo el único mecanismo viable y operativo en la diplomacia económica multilateral dentro del sistema de la ONU. El número creciente de miembros es una prueba de su fortaleza perdurable», declaró.

  1. Traducción: Verónica Firme
  2. Publicado inicialmente en IPS Noticias

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