No nos hemos dado cuenta, pero así ha acontecido. El verano se acaba. Bueno, se termina en realidad esta estación, la actual. Vendrá pronto el otoño. Son días de despedidas y de reencuentros. Es el ciclo de la naturaleza.
Los nuevos visionados son encantadores, entre otros motivos porque los descansos hacen que volvamos a otear con más ansias a quienes conocemos y/o estimamos. También son jornadas para decir adiós. Es la otra cara.
Da pena, fundamentalmente, cuando pronunciamos un hasta pronto que, como sabemos, es un hasta siempre. Igualmente sentimos pesar por aquello que pudo ser y no fue.
En nuestra complejidad, tardamos, los humanos, en percibir que el camino más corto es la línea recta. Además, únicamente cediendo hay amor por el camino. No olvidemos tampoco, como dijo el poeta, que nuestras sendas son estelas en la mar. Este verano ya no volverá. Sin pensarlo siquiera estaremos en el próximo.
No siempre captamos el milagro de que lo importante vaya bien. Nos quedamos en nimiedades que nos hacen perder el tiempo. Hoy no será así. No queremos. Nos hemos decidido a valorar todos y cada uno de los segundos de la existencia. Podemos mover montañas.
Memoria
Estructuremos, por ende, la singladura con una base suficiente, con un interés grato.
No neguemos las virtudes de una dirección que ha de tener en cuenta cuanto nos potencia, cuanto nos envuelve con un manto ilusionado, o, al menos, así debemos verlo. No caigamos en el lado de las sombras permanentes.
Consultemos los pronósticos de otros para saber qué hacer, qué decir, cómo hacer, qué interpretar. Hemos de adentrarnos en los momentos más tiernos, con sus destrezas más infinitas. Nos hemos de mover hacia ese lado que nos inclina, o puede, con sus devociones más fructíferas.
Prosigamos sin prisa, sin pausa. No calmemos la sed de golpe: vayamos saboreando las necesidades y palpando cómo aplacarlas, de modo que valoremos el proceso y las gentes que intervienen en él. No temamos: lo que ha de ser será, y, además, nosotros nos presentamos muy capaces de intervenir en nuestro destino. La visión de campo es fundamental. Y la actitud.