El Reino es un thriller político, género de moda (ver «La Cordillera» o «El Desentierro«), que aborda el tema de los negocios en la política, las trenzas de blanqueo de dinero dentro del sistema de gobierno y la impunidad.
Dirigida por Rodrigo Sorogoyen, con la actuación de Antonio de la Torre, Ana Wagener y elenco, ha sido varias veces premiada y es estreno absoluto en los Estados Unidos, en el marco de Recent Cinema from Spain en Miami, festival del cine español que tiene cautivado a un público entusiasta.
Siempre han existido políticos corruptos, pero hay sociedades que los condena severamente y otras que son cómplices.
El film nace de la indignación ante la situación política de su país, declaró en España el director Rodrigo Sorogoyen, pero, como buen cine, la película supera la ira personal para situar el problema de la corrupción en el plano ético. La actriz de reparto, (mucho mas gordita que en el film), Ana Wagener, estuvo presente la noche de la exhibición en el bello teatro Olympia de Miami, nos comentó que el cine es una herramienta para exponer los problemas del hombre y que, en este caso, se expone el problema de la corrupción en el sistema de gobierno. Nos afirmó: “Es un filme valiente, inteligente y necesario”.
El Reino es un thriller político y es también una denuncia y una recomendación a que analicemos lo que está pasando con nuestros políticos, los partidos y los gobiernos, ya que la corrupción no atañe solo a España, sino a muchos otros países. Los servidores públicos se convierten en ladrones protegidos y la corrupción contamina desde la justicia hasta el periodismo, el poder protege al poder. Una medusa de En El reino» mil cabezas.
Rodrigo Sorogoyen (1981), estudió Historia, Guión y Cine en la Escuela de Cinematrografía de la Comunidad de Madrid (ECAM). Funda la productora Caballo Film en 2010. Asume el profesionalismo y comparte su labor fílmica con la dirección de series televisivas. Es parte de la generación de directores “teve-film”, que cabalgan en los dos mundos, en el caso de Sorogoyen, para bien de la cinematografía, porque aprovecha de los dos medios sus mejores recursos.
En 2013 rueda Stockholm, película por la que obtuvo varios premios, entre ellos, mejor director y mejor guión. Luego filmó Que Dios nos perdone (2016), con guión propio y colaboradores, que tuvimos ocasión de ver en Estados Unidos. En 2018 recibe el premio Malaga Talent, del Festival de Cine de Málaga.
En El reino, con cámara segura, a veces en mano, traza el panorama de un grupo de amigos de un partido político envueltos en negocios. El relato nos muestra la trama del Caso Amadeus desde dentro del partido y, para ello, los guionistas fundieron varios escándalos de corrupción de la realidad, incluyendo los Cuadernos de Corrupción de Argentina, mostrando la permeabilidad de la justicia y del periodismo, y cómo empresarios y banqueros están en la misma red. Con final no convencional, abre el interrogante: todos somos cómplices, en la medida que la sociedad no reaccione para acabar con este flagelo. Lamentablemente, los escándalos de los últimos tiempos colocaron a España en la primera plana junto con otros países de Latinoamérica y África, igualmente con políticos corruptos.
Sorogoyen nos narra un hecho ficticio pero basado en la realidad y visto desde dentro. Tal vez, eso sea lo mas original del film. El careo del periodista y el político pone de manifiesto la trama de corrupción y la complicidad de gran parte de la sociedad que acepta estas conductas aberrantes sin reformas sustanciales al sistema. De allí que los culpables no siempre terminan entre rejas, basta con un chivo expiatorio, pero el problema no acaba con un culpable, porque “el reino” de la corrupción continua.
La primera parte del film tiene una agilidad de tiempo televisivo, la segunda mantiene el suspense, pero el filme se alarga; unos minutos menos hubieran dado mayor precisión al relato. Sorogoyen se permite demasiadas licencias fílmicas, a veces evidentes. El uso de los primeros planos refuerza la intensidad de las situaciones, pero se torna abusivo.
El elenco de buenos actores mantiene el relato en el borde de la tensión dramática. Antonio de la Torre, curiosamente, fue periodista y luego estudió actuación. Como actor fue varias veces premiado con el Goya y, otras tantas, nominado, afronta con solvencia el protagonismo. La banda sonora crea climas intensos, la producción de exteriores e interiores es excelente en su verismo, con una relevante fotografía; un ajuste perfecto para lograr un thriller político efectivo.
Si Sorogoyen hubiera podido tomar un caso verídico de corrupción con nombres y rostros, y mostrarlo hasta las últimas consecuencias, el resultado hubiera sido una verdadera estocada, un mensaje sin concesiones, el espectador frente a los hechos. Al ser ficción, siempre hay coartadas.
De todas maneras, la película pone el tema en el tapete: la corrupción, que no es desconocida para el público, pero que intenta crear una toma de conciencia. Una sociedad cómplice es parte de la corrupción. No basta con denunciar los escándalos, hay que condenarlos fuertemente y atacar la raíz del problema, creando redes de controles, procurando afianzar las instituciones, fomentando la ética, afirmando los valores morales. El relativismo esta destrozando la dignidad del hombre.
Podemos decir, junto con Ana, que “es un film valiente, inteligente y necesario”