Macron:  el discurso del “enfumage”

“Enfumage” tiene dos definiciones en el diccionario francés: acción de  ahumar un nido de abejas, para calmarlas con el humo, y una segunda en sentido figurado: dar falsas informaciones o promesas para despistar al interlocutor. 

Emmanuel Macron

Ambas  se aplican bien al discurso de trece minutos, pronunciado este lunes por el presidente francés  Emmanuel Macron  en respuesta a cuatro semanas de protesta social en Francia y de violentas manifestaciones.

En la forma Macron se ha tragado su  arrogancia habitual, pidiendo disculpas a los franceses que “hayan podido sentirse heridos por sus propósitos”. (Florilegio de desprecio: por los que no son nada, los jubilados, los asistidos que cuestan “un poignon dingue” (una pasta gansa) al Estado, los galos recalcitrantes al cambio y a las reformas, los desempleados que basta con que crucen la calle y podrían encontrar un  trabajo… y un largo etcétera , que pueden ustedes verificar en las redes sociales y en los medios informativos en general).

Ni una palabra, no obstante este mea culpa, sobre como este movimiento de protesta ha puesto en tela de juicio la  legitimidad democrática del poder presidencial, y sobre la profunda fractura entre el presidente-monarca y su pueblo, que le eligió por sufragio  universal, pero que reclama ahora poder revocar ese mandato.

Pero más allá de este acto de contrición cuya “sinceridad” ha sido en el mejor de los casos forzada por la ira de las manifestaciones en curso, conviene detenerse sobre el fondo de su breve discurso.

En el contenido no encontramos  ningún cambio fundamental en su línea política, económica y fiscal ultra liberal, sino tan solo algunos ajustes que estaban ya previstos y que simplemente se aceleran en su calendario.  Un  poco de humo para calmar la ira de los de abajo, y seguir protegiendo a millonarios, grandes empresas y multinacionales campeones todos de la “optimización fiscal”, es decir de pagar el mínimo de impuestos posible, o en ciertos casos ningún impuesto en Francia, para mejor colocarlo en paraísos fiscales.

Como lo destacan este martes varios medios informativos (Liberation, los inrockuptibles, o Le Media, entre otros) Macron no dice una palabra sobre el ISF, Impuesto sobre la fortuna, medida  faro de su mandato, que consistió en dar 4000 millones de euros  a los más afortunados, mientras que ahora bajo la presión de la calle, acepta acelerar algunas promesas que hizo durante su campaña electoral, y que no compensan en  absoluto el alza de precios, el aumento de tasas y de impuestos desde hace dieciocho meses, que han provocado un evidente empobrecimiento de las clases medias y bajas en este país.

Ni una palabra sobre como financiar la transición ecológica, una vez pasado ese periodo del 2019, en que ha suspendido el aumento de las tasas sobre el carburante. Ni una palabra sobre por qué no hacer pagar las necesarias medidas ecológicas de protección a los grandes industriales, a los verdaderos contaminadores del planeta, como las empresas que controlan el trafico aéreo y marítimo, o la producción petrolífera.

La desfiscalización del pago de horas suplementarias, anunciada por Macron, es una vieja receta liberal aplicada ya por Sarkozy, que se hará en detrimento de los que actualmente no tienen ningún empleo. Ese ejercito de reserva de parados sigue siempre en el mismo y escandaloso nivel,  pese a las promesas  neoliberales de estos últimos treinta años, y pese a los regalos fiscales de Macron a sus amigos del Cac 40.  Macron persiste en su voluntad de enfrentar unas categorías sociales contra otras, pero sin  pedir un mayor esfuerzo a los que acumulan riquezas y capital financiero, sin invertirlo en la economía real.

El pretendido aumento de cien euros es, en realidad, un alza de la denominada “prima de actividad” que se hará a cargo de los contribuyentes y no de las empresas. Una parte de ese aumento incluye el 1’8 % que estaba ya previsto legalmente para 2019. El resto que es de  60 euros, no está muy claro  como será financiado. En todo caso  el anuncio está muy por debajo de las demandas de aumento formuladas por los gilets jaunes y por  las organizaciones sindicales en Francia.

En cuanto a la anunciada prima de fin de año anunciada por Macron es tan solo un deseo piadoso del jefe del Estado, pues deja  a la propia iniciativa de los empresarios que se haga o no realidad.

Ni una palabra tampoco sobre el abandono de los servicios públicos por el Estado en todas esas regiones francesas afectadas directamente por la desindustrialización y la política de privatizaciones del gobierno.

Macron no renuncia tampoco a  su política fiscal de hacer pagar a los pensionistas, olvidando que todos  han cotizado a lo largo de sus vidas laborales, único gesto “magnánimo”: solo los que sobreviven con menos de 2000 euros de pensión serán excluidos de pagar  la CSG, en la versión anterior a partir de 1500 euros, se aplicaba  ya esa nueva imposición fiscal.

Puesto que Macron considera ricos e improductivos a millones de franceses jubilados que cobran pensiones superiores a dos mil euros, se me ocurre que una buena y justa medida seria la de limitar el salario de toda la clase política, diputados, senadores, ministros y secretarios de gobierno a esa barra de 2000 euros por mes. Y de la misma manera ¿por qué no reducir la desigualdad entre el salario mínimo de los trabajadores y el salario máximo de los grandes empresarios, que alcanza hoy excesos descomunales?

Es evidente que Macron hace oídos sordos a esa demanda de justicia social y fiscal.

En conclusión, tras la intervención de Macron en la televisión, parece poco probable  que los chalecos amarillos renuncien a  su movilización prevista para el sábado próximo. El presidente ha dado un tímido paso atrás, pero el pulso social en curso dependerá del apoyo que la mayoría de los franceses ofrezcan a esa demanda social, nacida de la ira popular y hasta el momento insatisfecha.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en Paris de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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