Las fuentes de las impropiedades lingüísticas son diversas, y muchas son las razones por las que una considerable cantidad de periodistas y otros redactores incurre en ellas.
En ese sentido es necesario destacar el inmenso poder que ejercen los medios de comunicación social, lo que hace que todo lo que en ellos se diga o se escriba, mal o bien, tiende a arraigarse en el vocabulario.
A ello se aúna el desinterés de muchos redactores que ignoran la importancia de escribir de manera correcta. Pero la base está en la escasa formación que recibieron en la educación primaria en lo tocante a la gramática y ortografía.
En Venezuela actualmente, hasta donde sé, la forma de enseñar lenguaje, es la misma desde hace mucho tiempo, basada en conceptos y definiciones, lo cual no permite que el alumno pueda demostrar lo aprendido. De ahí deriva la gran cantidad de casos en los que se evidencian deficiencias, que pudieran haber sido superadas si se le hubiese prestado la debida atención.
En los medios de impresos, radiales y televisivos, pese al creciente interés por erradicarlos, aún persisten focos; pero en donde más abundan es en las denominadas redes sociales, plagadas de errores; aunque también es justo reconocer que en ellas, de manera esporádica aparecen aportes para un mejor uso del lenguaje oral y escrito.
Se dice que las preposiciones son la fuente de las más arraigadas impropiedades lingüísticas que a diario aparecen en los medios de comunicación; pero hoy solo voy a hablarles de la preposición “de”. Antes debo agradecer los mensajes de felicitación que recibí con motivo del vigésimo quinto aniversario de mis publicaciones sobre los vicios de lenguaje, los cuales agradezco y estimo como un estímulo para seguir este trabajo de divulgación periodística, en la medida en que Dios lo permita.
De las preposiciones, aunque en este solo hablaré de una de ellas, es necesario saber que también se les puede llamar partícula, categoría morfológica o parte de la oración. Sirven para establecer la relación entre dos términos: “Estoy contra la pared”, “Dejó el chocolate en la mesa”; “Dentro de la carta encontrarás la verdad”, etc.
Ahora, el mal uso de la preposición “de” ha dado origen a vicios en la lengua común, como cuando se la emplea antes de que cuando no debe ir, de lo que ha surgido el famoso dequeísmo, o en caso de suprimirla cuando sí debe ir delante de que (queísmo).
Según el “Curso de Redacción”, de G. Martín Vivaldi, la preposición “de” indica:
- Posesión o pertenencia: “El libro de Juan”; “El sombreo de Luisa”; “El azul del cielo”; “El poder de Dios”.
- La materia de que están construidas las cosas: “Reloj de oro”, “Plato de peltre”.
- El asunto: “Libro de historias”; “Recetas de cocina”.
- La cualidad: “Hombre de palabra”; “Obra de envergadura”.
- Origen o procedencia: “Vengo de lejos”; “Soy de Acarigua”.
- Modo: “De espaldas”; “De raíz”. Tiempo: “De noche”.
- Aposición: “La calle de Alcalá”.
- Realza una cualidad: “El idiota de Pedro”.
- Muestra una condición: “De haber estado allí, lo hubiera visto”.
Aparte del dequísmo, queísmo y cualquier otra forma viciada en la que por uso indebido u omisión esté presente la preposición “de”, la más famosa, por lo menos en Venezuela, es sin dudas el “vaso de agua”, frase que muchos, sin saber de lo que hablan, condenan, pues les parece absurdo que un vaso esté construido de agua. Ellos dicen que lo correcto es un vaso con agua. Aunque parezca mentira, un vaso de agua y un vaso con agua son dos frases distintas, y ya verán por qué.
Un vaso de agua es la cantidad de agua que cabe en un vaso, lo cual podría estimarse como una medida de cantidad; en cambio, un vaso con agua es cualquier cantidad de agua: desde una gota hasta la suficiente para llenar el vaso. La confusión está en creer que la preposición “de” solo indica el material con el que están construidas las cosas. En este caso es prudente señalar que, de no existir un vaso de agua, tampoco sería posible un reloj de pared, un ventilador de techo, un plato de sopa, una bandeja de mariscos, una taza de café, un jarra de cerveza, un terminal de pasajeros, una planta de televisión o una olla de presión, por mencionar algunos ejemplos.
Estimado David:
El 25 de marzo de esta año, la RAE publicó por su cuenta de Twitter, en respuesta a una consulta, un comentario sobre el asunto de «vaso de agua» versus «vaso con agua». Sin entrar en muchos detalles señaló que ambas expresiones eran válidas pero que con la preposición «de», la expresión es más común aunque el adjetivo que usó fue «normal». Esto puede verificarse en la siguiente dirección acortada: https://n9.cl/ardc (copiar y pegar en el navegador).
Saludos.
Hermano David, excelente artículo. ¡Felicitaciones!
Hola, David, un placer saludarte desde Miami, Florida. Soy asidua lectora de tus artículos.
Estimado David, sigo con atención tus escritos, y esta vez noté que estás adquiriendo mayor madurez para explicar y compartir tus conocimientos. ¡Un abrazo desde Santiago de Chile!