Jeroglíficos egipcios que muestran escenas similares a los juegos de mesa actuales y grabados y textos que documentan las apuestas deportivas entre griegos y romanos muestran como esta actividad es tan antigua como la vida misma, la palabra azar viene del árabe «az-zahr» que significa «dado», Miguel de Cervantes citaba ya en el siglo dieciséis el BlackJack, juego de cartas que sigue siendo un referente literario y cinematográfico.
Desearse suerte al despedirse, o atribuir a la buena o mala suerte éxitos o fracasos personales, muestran una fuerte relación entre juego y sociedad.
El acceso a los juegos online ha permitido disfrutar de esta actividad de ocio a miles de personas que hasta hace pocos años, por razones económicas o sociales, tenían vetado acudir a los centros de turismo de la alta sociedad donde en Europa se ubicaban los casinos míticos conocidos a través del cine, o a las ciudades temáticas como Las Vegas, dedicadas al juego en Norteamérica.
Miles de cinéfilos coincidirán en que en alguna ocasión se identificaron con el agente 007 al pisar la moqueta, parpadear bajo las luces de neón o escuchar el sonido de las máquinas tragaperras entregando un premio, cuando entraba en algún casino famoso de la Costa Azul para salvar a la humanidad, porque entrar en un casino es una de las experiencias más excitantes que podemos sentir como adultos.
La ruleta ha tenido un papel fundamental en la historia del juego, sigue manteniendo una atracción especial y es por ello uno de los juegos que mayor popularidad tiene en España, y también el que mayor cantidad de jugadores online tiene, porque actualmente la tecnología y los gráficos 3D pueden traernos a nuestro salón la emoción de los juegos de casino, creando experiencias hiperrealistas nunca vividas hasta ahora.
Pero sobre todo, no olvidar que los casinos obtienen sus beneficios de nuestras pérdidas y saber parar a tiempo ha sido siempre la clave del éxito tanto en un casino físico como actualmente en los casinos online, y para parar a tiempo es necesario establecer la cantidad máxima de dinero que estamos dispuestos a perder.
