El artículo que abre la revista El Viejo Topo de mayo reclama una respuesta democrática ante lo que se avecina tras la crisis sanitaria del coronavirus. El diagnóstico de Ernesto Gómez de la Hera no es muy esperanzador, teme que pinten bastos y que los de siempre vuelvan a ser los perdedores, como ocurrió en la crisis de 2008.
Un documento de la organización italiana de reciente creación Nuova Direzione es introducido por Manolo Monereo. Se trata de una tesis sobre Italia y el socialismo para el siglo en curso. Muy interesante es el ensayo de José Manuel Roca sobre la Guerra de España y la lucha de clases.
Además del golpe militar hubo una rebelión de las fuerzas sociales que encarnaban el vigor de lo viejo y todavía fuerte contra lo nuevo, débil e inseguro. Se trató de una violenta reacción de la España estamental contra la Ilustración. La guerra civil es la forma más aguda de la lucha de clases, escamoteada en este caso bajo la apariencia de una cruzada nacional contra la amenaza rusa.
Miguel Ángel Domenech escribe un Manifiesto desordenado para una izquierda errante. Genís Plana analiza la razones por las que amplios sectores populares se decantan por la derecha y la extrema derecha, y también por qué los que dicen representarlos no meditan sobre ello: Cómo perder batallas culturales desde coordenadas culturales, se titula el artículo. López Arnal entrevista a Roger Molinas: Los «colonos franquistas» y el procés.
Quizá lo más interesante del número sea el artículo del fallecido historiador e hispanista Gabriel Jackson, residente muchos años en Barcelona y al que la ciudad debería homenajear de algún modo: Sobre cultura lingüística y nacionalismo.
El editor de la publicación Miguel Riera entrevista al escritor Alfons Cervera sobre su obra en general y su última novela, Claudio mira; e Higino Polo pasa revista a la obra del fotógrafo ruso Prokudin-Gorski, quien tan bien ocultó las desdichas del pueblo ruso en tiempo de los zares.