Grandes tuberías negras y tanques de agua envueltos en plástico están esparcidos por un polvoriento sitio en construcción, mientras obreros palestinos, hablando en árabe, levantan dos bloques de apartamentos de tres pisos.
Esto es Har Brajá (montaña de la bendición, en hebreo), un asentamiento ilegal israelí ubicado cerca de Naplusa, una de las mayores ciudades palestinas de Cisjordania. Y en un día soleado, la construcción avanza rápidamente, informa Jillian Kestler-DAmours.
«Cuanto más crezcamos, más difícil será evacuarnos», dice Yonatan Behar, habitante de Har Brajá, mientras periodistas recorren el asentamiento.
«Ariel (una colonia israelí cercana) es una ciudad de 20.000 habitantes o más. ¿Qué persona en sus cabales pensaría alguna vez en evacuar una ciudad de 20.000 habitantes? Si se trata de una comunidad pequeña, de 300 familias (como Har Brajá), eso sería posible. Pero si llegamos a 1.000 familias, y a 2.000 y a 5.000, entonces será muy, muy difícil», afirma Behar.
El gobierno israelí no pasa por alto la importancia de establecer estos «hechos en el terreno», lo que significa construir rápidamente colonias en Cisjordania y Jerusalén oriental.
Mientras este miércoles 14 líderes israelíes y palestinos reanudan las negociaciones hacia un acuerdo de paz, Israel ha tomado varias medidas para fortalecer y expandir sus asentamientos. No parece considerarse qué impacto tendrá esto sobre las llamadas conversaciones de paz.
A comienzos de esta semana, Israel aprobó la construcción de casi 1.000 nuevas unidades habitacionales en siete asentamientos de Cisjordania, y planea construir 900 más en Jerusalén oriental, al sur de la ciudad cisjordana de Beit Jala.
Las autoridades israelíes también agregaron varios asentamientos cisjordanos a su lista de comunidades prioritarias que son aptas para recibir financiamiento del gobierno. Esto incluye a tres asentamientos que originalmente se consideraban puestos de avanzada, que se construyeron violando incluso las leyes israelíes, y que el año pasado fueron reconocidos con retroactividad.
La radio del ejército informó que en la primera mitad de este año la población israelí de asentamientos ubicados en Cisjordania aumentó más que la que vive dentro de Israel. La primera creció 2,1 por ciento, mientras que la segunda se incrementó apenas dos por ciento.
La construcción de viviendas en colonias de Cisjordania también aumentó durante el primer trimestre de este año, y lo hizo en una proporción impactante: 355 por ciento en relación al último trimestre de 2012, según datos de la Oficina Central de Estadísticas de Israel.
Estos esfuerzos en curso y aparentemente acelerados por expandir los asentamientos israelíes mientras se reanudan las negociaciones muestran que el gobierno de Israel no tiene intenciones de evacuar a su creciente población de colonos, que se estima actualmente son más de 600.000.
En cambio, Israel continúa, como lo ha hecho desde que se crearon los asentamientos, hace décadas, desacatando las leyes internacionales, al promover activamente el crecimiento de las colonias, sin considerar en absoluto las consecuencias. Es que, de hecho, no hay ninguna.
Aunque algunos sostienen que las recientes promesas de construir en los asentamientos buscan aplacar a las facciones de derecha dentro de la coalición gobernante en Israel, que se oponen a volver a las negociaciones, la realidad es que las negociaciones, desde su inicio hace 20 años, solo han facilitado la continuación de las políticas coloniales israelíes.
De hecho, las llamadas conversaciones de paz históricamente han servido nada más que darle una fachada diplomática a Israel mientras continuaba confiscando tierras palestinas y expandiendo sus colonias.
El último gran tratado firmado entre las dos partes fueron los Acuerdos de Oslo de 1993. Ese marco todavía está en vigor, aunque inicialmente buscó ser solo un acuerdo interino por cinco años.
Actualmente es difícil ver a Oslo como algo más que un fracaso. Por esa vía, Israel afianzó sus políticas de ocupación, y aumentó exponencialmente su población de colonos.
Entre 1993 y 2010, la población de colonos judíos en Cisjordania y Jerusalén oriental aumentó de 241.000 a más de 500.000, según la organización israelí de derechos humanos B’Tselem.
Muchos colonos ni se inmutan por la reanudación de las negociaciones o por las perspectivas de un acuerdo. Tras décadas de impunidad, muchos se jactan de cuán seguros se sienten.
«Itamar continúa creciendo desde hace décadas. Yo lo llamo racha de crecimiento. No hemos parado de construir», dice Moshe Goldshmidt, residente de ese asentamiento situado cerca de Naplusa, en diálogo con IPS.
Goldshmidt pasó los últimos 20 años oyendo hablar de una posible evacuación de las colonias, pero los esfuerzos por hacer que se vayan de allí solo refuerzan la determinación de los colonos a quedarse.
«No vamos a vivir en el temor. Creemos muy firmemente en lo que estamos haciendo», concluye.
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