Roman Protasevich, periodista y bloguero bielorruso de veintiséis años, firme opositor al régimen dictatorial de Alexandr Lukachenko desde que era un adolescente, volaba en Ryanair de Atenas a Vilna, la capital de Lituania, cuando al atravesar cielo bielorruso el avión de fue obligado a desviarse, con la excusa de que había una bomba a bordo.
Al aterrizar en Minsk, el periodista fue detenido, y tras una parodia de registro, en el que naturalmente no se encontró ninguna bomba, el avión llegó a su destino en Vilna con seis horas de retraso, escoltado por un jet Mig-29 del ejército bielorruso.
Ultima víctima del autoritarismo de Lukachenko, quien gobierna en el país desde 1994, Protasevich fue director de los canales Telegram Nexta y Nexta Live que, según informaciones de las agencias internacionales, fueron claves en la organización de las protestas de la oposición contra Lukachenko tras las fraudulentas elecciones presidenciales de agosto de 2020.
También ha denunciado la represión policial del régimen y ha organizado marchas pacíficas de protesta.
Protasevich es, además, un estrecho colaborador de la líder de la oposición bielorrusa en el exilio Svetlana Tijanovskaya, refugiada en Lituania porque figura desde noviembre pasado en la lista de personas involucradas en «actividades terroristas» del Comité de Seguridad del Estado (KGHB) de Bielorrusia.
Roman Protasevich regresaba precisamente de Atenas de cubrir un acto de esta excandidata a la presidencia bielorrusa. Días antes había sido acusado «en ausencia» de organizar desórdenes masivos, atentar contra el orden público y promover la discordia social en Bielorrusia.
En julio de 2011, cuanto tenía dieciséis años, fue detenido en la manifestación contra el presidente bielorruso conocida como «Revolución a través de las redes sociales», convocada por Internet. En aquel momento las redes sociales difundieron la fotografía de su detención, lo que le convirtió en un líder mediático. Dada su edad no fue objeto de un procedimiento judicial, pero fue expulsado del colegio teniendo que acabar sus estudios de secundaria en otro establecimiento.
Hijo de un profesor en una escuela militar y de una cristiana ortodoxa que, según el digital «Belorus partizan», quiso que le hicieran un exorcismo, Protasevich militó en el disidente Frente Juvenil, ingresó en el facultad de Periodismo de la Universidad Estatal, de la que fue expulsado, y después de trabajar en varios medios independientes a finales de 2019 abandonó Bielorrusia y pidió asilo político en Polonia, desde sonde se trasladó a Vilna.
Sus padres también han abandonado el país por temor a represalias. En declaraciones a Radio Liberty, el padre, Dmitri Protasenko, ha calificado la detención de Roman de «acto de terrorismo» y asegurado que ha sido una operación «planeada minuciosamente. Seguramente los servicios secretos bielorrusos no han trabajado solos».
Al bajar del avión, junto a Roman fue detenida también su novia, Sofia Sapega, estudiante rusa de la Universidad Humanitaria Europea de Vilna a quien, ante el temor de que lo de la bomba fuera una estratagema para detenerle, Protasevich había entregado su teléfono móvil y su ordenador.
La ONG bielorrusa Vesná, defensora de los derechos humanos, ha incluido a Roman Protasevich en la lista de presos políticos de Lukachenko.
Desde la sexta y contestada reelección de Lukachenko, en agosto 2020, en Bielorrusia han detenido a decenas de políticos, periodistas y activistas.
La detención de Protasevich ha generado gran preocupación en varios gobiernos europeos: el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki ha calificado de «secuestro» el desvío del avión, ha acusado a Lukachenko de haber llevado a cabo «un acto reprobable de terrorismo de estado».
Por su parte, Dominic Raab, secretario de estado de Asuntos Exteriores del Reino Unido, ha dicho que «esta estrafalaria acción de Lukachenko tendrá serias implicaciones».
Y el presidente del Consejo de Europa, Charles Michel, ha hecho un llamamiento a las autoridades bielorrusas «para que liberen inmediatamente al pasajero detenido y garanticen plenamente sus derechos».
En un comunicado, la aerolínea irlandesa Ryanair ha dicho que la tripulación fue «notificada por Bielorrusia (a través de su control de tráfico aéreo) de una posible amenaza a la seguridad a bordo y se les ordenó que se desviaran al aeropuerto más cercano, Minsk».
Ryanair ha notificado el incidente a las agencias de seguridad, nacionales y europeas, y se ha disculpado con los pasajeros «afectados por esta lamentable demora que estaba fuera del control de Ryanair».