Chile se mece entre sexismo y equidad de género

«Hay un cierto sexismo cuando dos mujeres van de candidatas. ¿Alguna vez alguien ha dicho que hay una campaña entre dos hombres?».

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Así manifestó su molestia la socialista Michelle Bachelet ante la comparación con su principal contrincante para las elecciones presidenciales del 17 de noviembre, la ultraderechista Evelyn Matthei, informa Marianela Jarroud Z. (IPS) desde Santiago.

Bachelet y Matthei marcan un hito en la política latinoamericana al ser las primeras mujeres en disputar entre sí un sillón presidencial.

Chile carece de una ley de cuotas que facilite la presencia femenina en cargos electivos, y los partidos políticos rechazaron durante el gobierno de Bachelet, de 2006 a 2010, un proyecto impulsado por ella, que incluso contemplaba beneficios económicos.

En este contexto, la candidatura de dos mujeres a la Presidencia del país representa un avance en el camino hacia la igualdad de género, señaló a IPS la directora de Proyectos de Comunidad Mujer, Maricel Sauterel.

Además, «da cuenta de que Chile está en un momento de evolución. Veinte años atrás hubiera sido imposible contar siquiera con una candidata», añadió.

Bachelet, médica pediatra de 61 años que dirigió ONU Mujeres hasta marzo, es la candidata de la coalición Nueva Mayoría, que une a los miembros de la Concertación de Partidos por la Democracia (Socialista, Demócrata Cristiano, Por la Democracia y Radical Socialdemócrata) con los comunistas, la Izquierda Ciudadana, el Movimiento Amplio Social e independientes.

La exmandataria, quien lidera las encuestas de opinión de voto, fue elegida con 73 por ciento de los votos en las primarias obligatorias del 30 de junio.

Por su parte, Matthei es una economista de 59 años perteneciente a la Unión Demócrata Independiente (UDI), que fue hasta julio ministra del Trabajo del actual gobierno de Sebastián Piñera.

«Cuando hay hombres candidatos se discute lo trascendental y no lo circunstancial», comentó Bachelet ante una consulta de IPS en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros: «Me encanta que haya mujeres en la política y lo seguiré promoviendo, pero no nos equivoquemos, esta es una carrera de proyectos de país distintos», aclaró.

La primera vez que las chilenas pudieron votar en elecciones presidenciales fue en 1952, tres años después de que lograran el derecho al voto.

Tuvieron que pasar más de 50 años para que fuera elegida presidenta la primera mujer, pese a que el género femenino representa algo más de la mitad de los 17,5 millones de habitantes de Chile, 53 por ciento del padrón electoral y 43 por ciento de la fuerza laboral.

Sin embargo, su participación en cargos de representación popular es de 12,7 por ciento en la Cámara de Diputados y apenas cinco por ciento en el Senado.

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la representación femenina en el Poder Legislativo de Chile es de 14,2 por ciento, mientras que el promedio de la región se eleva a 22,4 por ciento.

Para la economista Gloria Maira, subdirectora del diario digital feminista La Mansa Guman, si bien la candidatura «marca un lugar respecto a que podemos llegar a esos puestos en la política, al mismo tiempo no implica grandes transformaciones respecto de las necesidades o preocupaciones de las mujeres».

La contienda de hoy tiene otros elementos que van más allá de la demanda de igualdad de género y se extiende a la vida personal de las candidatas: Bachelet y Matthei se conocieron durante su infancia pues sus padres, ambos generales de la Fuerza Aérea, desarrollaron una estrecha amistad, que la dictadura separó dramáticamente.

El sangriento golpe de Estado que derrocó al gobierno del socialista Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 marcó a fuego a las dos familias.

El general Fernando Matthei pasó a formar parte de la Junta Militar, que actuaba como Poder Legislativo, mientras Alberto Bachelet, quien colaboró en la distribución de alimentos durante el gobierno de Allende, fue apresado por sus camaradas de armas que lo acusaron de «traición a la patria». Murió en cautiverio a consecuencia de las terribles torturas que le infligieron.

Michelle Bachelet ha narrado como, desde el techo de la Escuela de Medicina donde estudiaba entonces, vio cómo los aviones de la Fuerza Aérea bombardearon el palacio de gobierno, con Allende en su interior, donde murió.

Por esos días, Evelyn Matthei tomaba clases de piano en Gran Bretaña.

En los años posteriores, la ahora candidata ultraderechista ayudó en traducciones en la embajada de Chile en Londres, mientras que Bachelet ayudó a los perseguidos políticos, actividad por la cual fue detenida en 1975 y trasladada junto a su madre, Angela Jeria, hasta un centro de detención ilegal. Allí fue torturada.

«Esto no se trata de dos mujeres iguales que se van a postular a la Presidencia de la República», insistió Bachelet el martes 13.

«Hay un proyecto de país que quiere continuar con lo que el actual gobierno ha llevado adelante y un proyecto de país, que es el que yo represento, que quiere cambios estructurales para enfrentar decididamente la desigualdad», puntualizó.

«Pero, además, como componente de un desarrollo más armónico, integral y más adecuado para el conjunto del país», añadió.

Para Maira, es relevante que una de las candidatas sea Bachelet, «una mujer que marcó la ruptura de la tradición de Chile al ser la primera presidenta y directora de ONU Mujeres, y que reafirma la instalación de las mujeres en esos lugares de la política».

Sin embargo, añadió, «Matthei, pese a ser una mujer de trayectoria y esfuerzo en la política, no es una persona que reivindique las demandas de las mujeres, nunca lo ha hecho».

Matthei mostró como senadora «una posición más o menos liberal respecto del aborto terapéutico», ejemplificó, presentando incluso un proyecto de ley para su legalización. Sin embargo, esa postura cambió radicalmente a la hora de ser candidata.

«Es un tema complejo y no voy a avanzar en eso porque la mayoría de mi sector no lo apoya», reconoció últimamente.

Para Maira, esto demuestra que Matthei «está dispuesta a callarse frente a asuntos que son de primerísima importancia para las mujeres».

Con todo, Sauterel advirtió que, pese al avance que esta campaña podría representar, es importante no descuidar las deudas que persisten.

«Muchas veces algunos dicen ‘para qué quieren más si ya tienen una presidenta mujer’. Hay que tener cuidado con eso», concluyó.

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