Teresa Gurza¹
No solo los animales pueden desaparecer de nuestro planeta, también los árboles y plantas.
La corresponsal de Ciencia y Medio Ambiente de la BBC, Helen Briggs, informó este primero de septiembre de 2021 de que uno de cada tres árboles del mundo enfrenta la extinción, y que la amenaza incluye a la mitad de todas las especies de magnolias y árboles de madera tropical.
Sus datos provienen del informe Estado de los árboles del mundo, elaborado por Botanic Gardens Conservation International que tiene su sede en Kew, Londres, y alerta de que, al menos, el treinta por ciento de las sesenta mil especies de árboles conocidas está cerca de desaparecer; 442 de ellas tienen hoy menos de cincuenta árboles.
Las 17.500 especies de árboles en riesgo equivalen al doble del número de mamíferos, aves, anfibios y reptiles amenazados; y pide protegerlas.
Según el doctor Malin Rivers, jefe de la investigación, por primera vez se sabe qué especies requieren conservación, sus principales amenazas y su ubicación.
Y el peligro de su extinción, dijo, influirá a la humanidad entera «porque para un mundo saludable es necesaria la diversidad de especies arbóreas, ya que cada una tiene un papel ecológico único que desempeñar».
En los últimos trescientos años, la superficie forestal mundial ha disminuido en aproximadamente un cuarenta por ciento y veintinueve países han perdido más del noventa por ciento.
Los humanos usamos una de cada cinco especies forestales como alimento, combustible, madera o medicamentos, por lo que la tala para conseguirlos es una de las mayores amenazas.
La que se da para pastoreo, agricultura o ganado, afecta al veintinueve por ciento de las especies, la industrial al trece por ciento y los incendios acaban con otro trece por ciento.
Son «amenazas emergentes», el cambio climático, el clima extremo y el aumento del nivel del mar.
Las especies en mayor riesgo son los grandes dipterocarpos, nombre de raíces griegas (significa «fruto con dos alas») del sudeste de Asia, debido a la expansión de las plantaciones de aceite de palma; los robles perdidos a causa de labores agrícolas e industriales, en partes de México, Chile y Argentina; árboles de ébano y palo de rosa cortados para obtener madera, en Madagascar; magnolias, en islas del Caribe; y árboles con plagas y enfermos en el Reino Unido y América del Norte.
Además, debido a la contaminación, están muriendo árboles boreales, porque la tala oscurece la atmósfera del Ártico, impidiendo el paso de los rayos del sol, frenando la fotosíntesis y evitando que crezcan los renuevos.
El principal responsable es el complejo minero de Norilsk, Siberia, que arroja a la atmósfera millones de toneladas de dióxido de azufre que han matado la taiga, superficie principalmente de coníferas que superaba a la selva amazónica en extensión, en decenas de kilómetros.
Por país, la mayor pérdida se da en Brasil, donde 1788 especies están en riesgo.
«En general, la situación es tan extrema que las especies están acabándose, aún antes de que las podamos estudiar y catalogar», dijo a la BBC, el doctor Colin Clubb, jefe del Buró de Conservación Científica de Kew.
Sin embargo, con acciones inmediatas «hay esperanza».
Menciona como indispensables, crear reservas en los bosques existentes y ampliar las áreas protegidas; colocar semillas de las especies más amenazadas en jardines botánicos o bancos semilleros, para que algún día puedan ser devueltas a la naturaleza; educar para que los esquemas de reforestación y plantación de árboles se hagan científicamente, colocando el árbol correcto en el lugar correcto; y aumentar el financiamiento para la conservación forestal.
Y para terminar este artículo con una buena noticia, les cuento que autoridades chilenas informaron de que este año habrá en Atacama, «desierto florido», lo que ocurre cada cinco o diez años.
Héctor Soto, director de Corporación Nacional de Fomento Forestal (Conaf), explicó este 2 de septiembre al diario El Mercurio, que este fenómeno natural se debe a que la arena funciona como banco de semillas de cerca de doscientas especies florales, como la añañuca roja, malvilla, suspiros, y pata de guanaco de color fucsia, y las mantiene en estado de latencia hasta que condiciones especiales de lluvia, temperatura y humedad, las hacen germinar.
Tuve la suerte de ir con Matías en dos ocasiones y años diferentes a disfrutar el desierto florido.
La primera, cerca de Huasco y la segunda de Copiapó, donde este año iniciará la floración, ambas ciudades de la III Región chilena de Atacama, y fue emocionante y bellísimo ver flores de tantos colores y tamaños, brotando en la arena del más árido y seco desierto del mundo.
- Teresa Gurza es una periodista mexicana multipremiada que distribuye actualmente sus artículos de forma independiente