«Freda», ópera prima de la actriz, cantante, productora y cineasta haitiana Gessica Généus, llega este mes de octubre a la distribución comercial en Francia, tras su excelente acogida en el pasado festival de Cannes, en la sección «una cierta mirada».
De memoria de cinéfilo solo recuerdo dos cineastas que han marcado la historia reciente del cine haitiano: Arnold Antonin (autor del célebre documental «Haití, el camino de la libertad» 1975, o más recientemente «Seis mujeres de excepción» en 2011) invitado en 2002 al festival de Cannes, y Raoul Peck (seleccionado en Cannes en 1993 con «L’homme sur les quais» y autor también de numerosos documentales).
Gessica Généaus surge hoy como un diamante entre las cenizas del cine haitiano, tras un largo silencio en los festivales internacionales, con una ficción que es un emocionante homenaje a la mujer haitiana y a ese pueblo haitiano abandonado a su suerte por la hipocresía de las grandes potencias internacionales.
Esa república negra, declarada república independiente desde 1804, tras la larga y sangrienta dictadura de los Duvalier vive de forma crónica una interminable crisis política y económica, que afecta también al sector de la cultura y de la inexistente industria del cine.
Primer territorio francófono independiente del Caribe, Haití es uno de los países más pobres del planeta, y padece desde su declaración de independencia la más odiosa deuda económica, alimentada por las antiguas potencias coloniales y hoy en día por el FMI, así como una endémica corrupción de las élites en el poder.
El cine documental o de ficción, como la música, el arte y la literatura, es un elemento esencial y necesario en la recuperación de la memoria histórica y en el testimonio vivo sobre la realidad social y política de un país. Como Antonin o Peck, Gessica Généus dio sus primeros pasos en la realización en el cortometraje y el documental. En 2017 su documental «Le jour se leverà» fue proyectado en varios festivales en el mundo.
La movilización popular por aumentos salariales en 2017 y el escándalo de corrupción provocado en torno al aumento del precio de la gasolina en 2018, constituyen el contexto político en el que empezó el rodaje de «Freda».
Con «Freda», su primer largometraje de ficción evoca a través de tres personajes femeninos la historia reciente social, cultural, económica y política de ese país víctima además hace diez años ya de un terrible terremoto.
Freda es una joven estudiante haitiana que ha sido violada y vive con su hermana y su madre en un barrio popular de Port-au-Prince, gracias a la actividad de un pequeño comercio familiar. Dos hermanas con personalidad y trayectorias muy diferentes y una madre que representa todo el pasado y el sufrimiento de esa sociedad machista y patriarcal.
Freda quiere absolutamente acabar sus estudios de antropología, y se plantea un gran dilema: ¿escoger entre permanecer en el país, no obstante su miserable condición, o bien optar por el exilio junto a su compañero en la vecina república dominicana?
Su hermana en cambio solo piensa en embellecer su piel con cremas que la hacen cada vez más blanca y con seducir a un hombre adinerado. Empujada por su madre se casa con un influyente político, perfecto símbolo o representante de esa clase política corrupta en el poder.
La condición de la mujer en esa sociedad patriarcal en la que la ausencia del hombre en el hogar es regla general, la corrupción o el papel de la religión y del vudú en la cultura haitiana, son evocadas con trazos sutiles en esta película rodada mayoritariamente en lengua criolla.
Entre testimonio documental y conmovedora ficción, «Freda» es un hermoso homenaje a la mujer haitiana, que permite comprender mejor las razones del aparentemente odioso comportamiento de esa madre, dispuesta a todo para protegerse ella misma y proteger a su familia.
