El flujo de armas de Estados Unidos a México: una amenaza para la seguridad regional

El tráfico ilegal de armas desde Estados Unidos hacia México es un problema creciente que alimenta la violencia y fortalece a los cárteles de la droga en ambos lados de la frontera.

Según un informe de Emilio Godoy para IPS, la falta de regulación efectiva y cooperación bilateral sigue permitiendo este flujo letal, a pesar de los esfuerzos binacionales por controlar el contrabando.

Un comercio ilegal que nutre la violencia

Entre 2016 y 2023, los decomisos de armas y componentes enviados a México desde Estados Unidos se triplicaron. Gran parte de este comercio se hace a través de «compradores de paja» que adquieren armas o piezas en pequeñas cantidades para luego traficarlas en grandes lotes mediante envíos postales o vehículos privados.

Según Matt Schroeder, investigador del Estudio de las Armas Pequeñas (SAS), «la detección e interceptación de estos traslados es prácticamente imposible».

Los cárteles mexicanos ensamblan armas a partir de piezas adquiridas en Estados Unidos, lo que incluye las llamadas «armas fantasma», fabricadas con impresoras 3D o componentes sin números de serie.

Este fenómeno ha crecido exponencialmente, exacerbando la violencia en México, donde se registran más de 30.000 homicidios al año, la mayoría con armas de fuego.

Regulación ineficaz y cooperación limitada

La Ley de Control de Armas de Estados Unidos, vigente desde 1968, no regula adecuadamente la venta de componentes. Esto permite que personas sin antecedentes legales limpios o menores de edad adquieran piezas para ensamblar armas.

Aunque en 2022 la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) reclasificó los kits de piezas como armas de fuego para obligar a su registro, esta medida enfrenta desafíos legales en la Corte Suprema estadounidense.

Por otro lado, México ha solicitado mayor colaboración a su vecino del norte, incluyendo la uniformidad de las claves de envío para identificar y confiscar paquetes sospechosos. Sin embargo, estas peticiones han sido rechazadas.

Según Claudia Sheinbaum, presidenta de México, «así como a Estados Unidos le preocupa el tráfico de drogas, a nosotros nos preocupa la entrada de armas».

Impacto bilateral de un círculo vicioso

El tráfico de armas desde Estados Unidos alimenta la capacidad operativa de los cárteles mexicanos, mientras que México provee drogas al mercado estadounidense.

Este intercambio ilícito agrava la violencia en ambas naciones, con consecuencias devastadoras.

Además, entre 200.000 y 873.000 armas son traficadas anualmente hacia México, donde circulan entre 13,5 y 15,5 millones de armas ligeras no registradas.

A pesar de la asistencia de 3.000 millones de dólares de Estados Unidos a México desde 2008 para combatir el crimen, los resultados han sido limitados. El Grupo de Alto Nivel sobre Seguridad, creado en 2021, no ha logrado frenar significativamente el flujo de armas.

Un informe de la Oficina Gubernamental de Rendición de Cuentas (GAO) señaló la ausencia de indicadores claros y planes de evaluación en las iniciativas bilaterales.

Propuestas para frenar el tráfico de armas

Expertos como Schroeder abogan por un aumento significativo de recursos en ambos lados de la frontera para inspección, investigación y educación.

Asimismo, México ha adoptado una postura más activa, demandando a empresas estadounidenses por su supuesta negligencia en la comercialización de armas.

Sin embargo, el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca podría complicar la cooperación bilateral.

Según Eugenio Weigend, académico de la Universidad de Michigan, «este tema seguirá siendo prioritario en México, pero en Estados Unidos es poco probable que se aprueben regulaciones más estrictas». La administración de Trump ya demostró un enfoque ambiguo en el control de armas durante su primer mandato.

Conclusiones

  1. El tráfico de armas desde Estados Unidos a México es un problema estructural que fomenta la violencia en ambos países.
  2. La regulación insuficiente en Estados Unidos facilita el contrabando de piezas y la fabricación de armas fantasma.
  3. La cooperación bilateral ha sido limitada y carece de estrategias efectivas para detener el flujo de armas.
  4. La demanda de México contra empresas armamentísticas podría marcar un precedente, pero enfrenta desafíos legales.
  5. La solución requiere una regulación más estricta en Estados Unidos, mayor inversión en inspección y una colaboración más estrecha entre ambos gobiernos.

Según detalla Emilio Godoy en su artículo, el comercio ilícito de armas no solo afecta a México, sino que también pone en jaque la seguridad regional. Sin una acción contundente y coordinada, este problema seguirá nutriendo un ciclo de violencia devastador.

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