Sobre Gustavo Petro: con cola no hay libertad

Casi al mismo tiempo que este 28 de enero se recordaba en Europa el 80 aniversario del cierre del campo de exterminio Auschwitz, epicentro del Holocausto en la Segunda Guerra Mundial y liberado por la Unión Soviética, rogando que nunca más pudiera ocurrir algo semejante, en América se daban muestras de prepotencia, tontería y prudencia.

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EEUU: inmigrantes deportados en aviones militares ©Pressec

Por un lado, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, disfrazándose de valientito, se negó a que dos aviones militares gringos aterrizaran en Bogotá con decenas de emigrados, sin importarle el susto y cansancio de sus compatriotas recién expulsados de Estados Unidos.

Por el otro lado, el criminal que hoy es presidente de ese país, Donald Trump, que imagino cada noche acabará agotado de mantener durante el día esa mueca de furia, amenazó entre muchas cosas con subir aranceles a los productos colombianos si Petro no cedía.

Petro respondió que Colombia subiría el doble los aranceles a los estadounidenses y vociferó «No nos dominarás nunca. Se opone a tu dominio, el guerrero que cabalgaba nuestras tierras gritando libertad y que se llamaba Bolívar» sin tener en cuenta a las novecientas mil mujeres y varios millones de trabajadores que laboran en las industrias de exportación.

Personalizando las agresiones, como si no fueran contra su país sino contra él, reaccionó como si de una invasión o atentado se tratara y pretendió convertirse en mártir y paladín latinoamericano:

«Yo muero en mi ley, resistí la tortura y lo resisto a usted. Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo que es antes del tuyo, en las Américas. Somos pueblos de los vientos, las montañas, del mar Caribe y de la libertad. Túmbeme presidente y le responderán las Américas y la humanidad entera» dijo Petro a Trump, dándole el chance de mostrarse malvado y forzudo ante la región.

Poco le duró el entusiasmo, porque después de aceptar todo lo que antes había rechazado recordó que, aunque a muchos nos parezca infame, EEUU tiene el derecho de decidir quienes entran a su territorio.

No le salió a Petro bien el numerito hecho para desviar la atención del descontento de la mayoría con su gobierno; los conflictos de todo tipo que enfrenta lo llevaron a decretar en Colombia, «estado de conmoción interior».

Y lo que no debiera olvidar, es que para tener libertad de responder como se quiera, no hay que tener cola que puedan pisarle y él la tiene larga, muy larga.

Varios analistas dan como razón para su repentino cambio de actitud las amenazas gringas de investigar las acusaciones que en su contra hizo su hijo mayor y exdiputado Nicolás Petro, actualmente detenido.

Denunciado en 2022 ante la justicia por su despechada expareja, Nicolás debe enfrentar cargos por enriquecimiento ilícito, recibir recursos del narcotráfico y lavado de dinero, entre otros.

En agosto de 2023, declaró ante la Fiscalía de Colombia que parte de ese dinero lo había entregado para los gastos de la campaña electoral de su padre a la presidencia y proporcionó «documentos probatorios».

La audiencia para su juicio en el Juzgado Penal Segundo de Barranquilla estaba programada para este 22 de enero, pero se cambió al 12 y 13 del próximo febrero.

Y en el lado de la prudencia, podemos colocar a varios y funcionarios estadounidenses y colombianos.

Según El Mercurio de Chile, si la crisis entre EEUU y Colombia pudo evitarse, fue por el rol clave que en las múltiples negociaciones para capear el temporal tuvo el expresidente derechista Álvaro Uribe; enemigo de Petro.

Uribe ofreció al gobierno colombiano sus servicios y una vez aceptados, llamó a sus contactos y amigos en Washington incluido el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio.

Y senadores republicanos de EU a quienes Uribe llamó pidieron a Trump moderación, aduciendo que sus sanciones podrían trastornar las relaciones en la región, causar un daño generalizado al país y a sus industrias clave como petróleo, café y flores, que dependen del mercado estadounidense.

Finalmente, tras momentos en que las discusiones parecían a punto de romperse, la Casa Blanca anunció que el gobierno colombiano había aceptado recibir todos los vuelos de deportación, incluidos los aviones militares.

El Ministerio de Relaciones Exteriores colombiano dijo que se había superado «el impasse» y los emigrados retornaron en el avión presidencial de Colombia sin estar esposados.

Y el embajador de Colombia en EEUU, Daniel García-Peña declaró «Se comprobó una vez más que los canales diplomáticos terminan siendo la única forma de resolver estas crisis».

Pero para Trump, la lección fue que «la paz, solo se logra con la fuerza».

Teresa Gurza
Periodista. Soy mexicana, estudié la carrera de Historia y soy Locutora, Cronista y Comentarista y Licenciada en Periodismo, pero ante todo reportera. Me inicié en televisión en 1970 y fui reportera, conductora y productora de programas noticiosos; reportera de asuntos especiales de los diarios El Día, UnomásUno y La Jornada, y corresponsal en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Michoacán. Por razones familiares, mi marido era chileno, viví en Chile más una década. He recibido muchos premios y reconocimientos, entre ellos el Nacional de Periodismo en Reportaje y ahora radico en México y escribo artículos para Periodistas en Español y otros medios.

1 COMENTARIO

  1. Cuando leí la primera parte y aún no se había producido la segunda me alegré. Cuando se produjo la segunda me pareció estar ante un «déjà vu «. !Pobre mundo nuestro obligado a claudicar ante los abusos de los poderosos!

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