Fifiseando

Fue terco el presidente López Obrador en dividir a los mexicanos, ponía de un lado el «pueblo bueno» y sabio que lo seguía y se conformaba con un par de zapatos y calificaba burlonamente como fifis pirrurris a los ricos y de clase media que se le oponían.

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López Obrador FEB2023

Y estamos viendo que muchos de sus colaboradores fingieron ser «pueblo bueno», pero su secreta aspiración era pertenecer al malo: ser fifis o cuando menos, viajar como pirrurris.

Escribí hace casi siete años, en octubre de 2018, que la 4T tenía más fifís de los que pensábamos y no me equivoqué.

El primer nuevo fifi fue César Yáñez, el amigo más cercano de AMLO y esposo hasta 2017 y durante dieciocho años de la posteriormente autora de El Rey del Cash Elena Chávez; de la que se divorció para casarse con Dulce María Hernández, quién hasta poco antes de la boda estaba presa en Puebla por lavar dinero.

Su enlace fue reseñado por la revista HOLA, que en diecisiete páginas destacó sus tres vestidos de novia y el bosque encantado que sirvió de escenario al abundante banquete de platillos selectos.

Y además del cura oficiante, pasó al altar a darles una bendición especial como sacerdotisa de la nueva religión que empezaba a ser el amloismo, una ambiciosa aspirante a fifí, Beatriz Gutiérrez, esposa de López Obrador; quien en el sexenio de su marido, entonces a punto de iniciar, y con el pelo teñido de amarillo y maquillista y modisto de planta, fue el verdadero poder tras la silla presidencial.

Los desfavorables comentarios por las ridiculeces en que incurrió al casarse por segunda vez costaron a Yáñez el alto puesto que AMLO le tenía preparado en su gabinete.

Y los excesos de esa boda que Yáñez calificó como «un triunfo del amor», mientras muchos pensamos que la que ganó fue la incongruencia, llevaron a López Obrador a alegar que no había razón para el enojo «porque fue evento particular y no acto de gobierno».

Tal vez con los genes se heredan también los dichos, porque eso mismo argumenta ahora su hijo José Ramón López Beltrán, al defender a su hermano Andy, censurado por tirios y troyanos por haberse alojado hace pocos días en el hotel Akura, de Tokio, donde la habitación más barata cuesta quince mil pesos la noche.

«La única propuesta de la oposición es espiar vidas privadas», asentó.

Si eso cree, debería aconsejar a Andy que mejor se quede en casita; porque el mundo está lleno de ojos avizores nacionales y extranjeros, cuyos hallazgos pudieran ocasionar no solo críticas sino consecuencias políticas y penales.

Mal le salieron las cosas, al hoy residente en la Chingada; en lugar de acabar confifis y pirrurris como quería, se le multiplicaron como conejos que brincan no de sombreros de magos, sino de las primeras clases de aviones y tiendas exclusivas con lentes obscuros y cachuchas.

Y se les podría aplicar lo que ellos, que ahora censuran a periodistas, gritaban: «prensa vendida cuéntanos bien no somos uno ni somos cien, prensa vendida cuéntanos bien».

No llegan aún a cien, pero no tardan; pasan de la docena los que llegaron al gobierno alardeando ser diferentes y viajan despilfarrando lo ajeno, como los de antes.

Han sido ya fotografiados el hijo de AMLO y secretario de Organización de Morena, Andy, en ese hotel japonés y comprando en tiendas caras.

El diputado morenista Daniel Asaf, acompañándolo en Tokio.

El senador morenista Gerardo Fernández Noroña en primera clase de Air France y antes y después, vacacionando por Europa y Nueva Orleans.

El diputado morenista Enrique Vázquez Navarro, en un cabaret de Ibiza.

El secretario morenista de Educación Pública, Mario Delgado, en el hotel Pausada de Lisboa.

El diputado y acosador sexual morenista Cuauhtémoc Blanco, comprándose ropa en Milán.

El diputado morenista Pedro Haces, en la Feria de Sevilla.

El diputado morenista Miguel Ángel Yunes, en Italia.

El senador morenista Ricardo Monreal, en Madrid y Santiago de Compostela.

La ministra Loretta Ortiz, trepada en un camello en Egipto.

El casi morenista Alejandro Moreno, en Oporto, Portugal, presumiendo reloj de cientos de miles de dólares.

La morenista inventora y correo de la carta en la que el presidente López Obrador exigía a España se disculpara con México por los crímenes de la conquista, Beatriz Gutiérrez, quien como ejemplo de incongruencia pidió y obtuvo de ese país, la nacionalidad por derecho de sangre; y ya vive en España con su hijo Ernesto y seguramente con parte de los dineros que a su familia redituó el dar abrazos y no balazos a los narcos, como predicaba su abandonado marido.

Y no, los periodistas no estamos invadiendo la «privacidad» de nadie; solo denunciando que los nuevos fifis, gastan mucho más de lo que legalmente ganan.

Teresa Gurza
Periodista. Soy mexicana, estudié la carrera de Historia y soy Locutora, Cronista y Comentarista y Licenciada en Periodismo, pero ante todo reportera. Me inicié en televisión en 1970 y fui reportera, conductora y productora de programas noticiosos; reportera de asuntos especiales de los diarios El Día, UnomásUno y La Jornada, y corresponsal en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Michoacán. Por razones familiares, mi marido era chileno, viví en Chile más una década. He recibido muchos premios y reconocimientos, entre ellos el Nacional de Periodismo en Reportaje y ahora radico en México y escribo artículos para Periodistas en Español y otros medios.

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