Michael H. Profesión: Director

La sonrisa insobornable

Michael-Haneke Michael H. Profesión: DirectorCon la misma intensidad que la más intensa de sus películas (Caché, Funny games, La cinta blanca, La pianista) se ve la cinta titulada Michael H. Profesión: director, dirigida por el documentalista Yves Montmayeur, cuyo estreno en cines está previsto para el viernes 25 de octubre de 2013.

En ella, el director austriaco Michael Haneke, a pesar de ser una película hecha para «ayudarnos a entender su cine», se niega a explicar sus películas y hace muy bien. Como no debería explicarse jamás un poema, ni un cuadro, ni ninguna obra de arte por grande o pequeña que sea. Esas servidumbres en que ha caído el arte moderno y que le obligan a explicarse en foros, mesas redondas, jornadas… tal vez para que su autor pueda comer, no son más que ganas de darle vueltas a la noria y tal vez querer matar su esencia, el misterio del que la obra bebe. Ya lo decía el clásico: No la toques más ya, que así es la rosa.

Lo importante de las películas de Haneke es dejarse golpear por ellas. Unos han visto un ensayo apurado del nazismo, otros un alarde extremo de libertad. A propósito de su enigmática en blanco y negro La Cinta blanca, él dice algo que tal vez pueda servirnos más que cualquier explicación de su arte: «La basé en algo que presencié en mi infancia. Siempre que se persigue un ideal de forma absolutista, se convierte en inhumano y es la base del terrorismo.» Nunca sabremos cuál fue ese hecho.

¿No tendrá esto también algo que ver con esa querencia hacia las claves por desentrañar de la obra de arte? Michael Haneke siempre se ha negado a mezclar su vida privada con el cine. Él ríe y ríe mientras se niega a desvelarlas una y otra vez, pero habla muchísimo, y así nos revela sus sueños, la influencia de la música, la utilización personal de su cine como forma de psicoanálisis… Y siempre es él quien nos guía por sus escenas clave, alternando su voz con la de los actores: -No quiero entrar en esto -se niega una y otra vez a hablar de los porqués de su cine. Y añade: «Si quisiera decir el porqué, el primero que se tendría que poner a pensar en ello soy yo. Y tal vez lo hice sin pensarlo, sobre la marcha, y resultó que después de ensayar docenas de veces, di con lo que quería». Pero sí que está seguro absolutamente de una cosa, de haber dado con ello.

Eso es lo que más claro queda de su método, la constancia, la paciencia hasta exasperar a los actores. Lo bien que se lo pasó él haciendo repetir una misma escena veinte veces, mientras los actores, extenuados hasta el límite de sus fuerzas y un poco más allá, pedían que esta escena fuera la última, la definitiva y perfecta. Vemos escenas de preparación intensa que tal vez no son las que salen en las películas porque hizo tantas… «Hay que hacer demasiado para que haya bastante», es otra de sus máximas.

Desfilan por el documental sus actores preferidos, sus musas insustituibles que le siguieron en su caza y captura de la perfección: Isabelle Huppert (La pianista), Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant (Amour), Daniel Auteuil y Juliette Binoche (Caché)… De todos habla maravillas como un niño satisfecho que logró sacar de ellos cuanto quería, y ellos narran a su vez el grandísimo esfuerzo realizado hasta conseguir darle lo que les pedía.

  • MICHAEL H. PROFESIÓN: DIRECTOR
  • será estrenada de forma simultánea en cines y en Filmin, además de en otros portales de V.O.D.
Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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