Un obispo cristiano para Madrid

El Foro Curas de Madrid pide al papa Francisco que “no se imponga al pueblo un obispo no deseado”

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, saluda en el Vaticano a la alcaldesa de Madrid Ana Botella

La Comisión Permanente del Foro Curas de Madrid ha hecho público un comunicado ante la expectativa de relevo del cardenal arzobispo Antonio María Rouco Varela, porque «las noticias que oficiosamente van llegando no son precisamente esperanzadoras» y «el enrocamiento doctrinal y pastoral de las últimas décadas ha ido angostando todo noble intento de renovación tanto hacia el interior de la diócesis como hacia el necesario y sincero diálogo que debe mantener con la sociedad en la que vive».

El Foro de Curas incluye esta percepción madrileña en el perfil del episcopado actual en España, «marcadamente conservador, lo que hace prever más un continuismo que esa transformación que muchos soñamos y que está necesitando urgentemente la Iglesia en España».

Ante esta situación «que oficialmente amenaza con perpetuarse», el Foro de Curas manifiesta abiertamente su postura ante los posibles cambios y apoya su criterio en dos acontecimientos que considera de gran relevancia: el “nuevo aire” que empieza a soplar desde Roma y la Carta Colectiva que firman millones de católicas y católicos desde todas las esquinas del mundo.

1. En reiteradas ocasiones el papa Francisco se ha referido a la “vía sinodal” como el camino que debe llevar a la Iglesia “a crecer en armonía con el servicio del Primado” o sucesor de Pedro. “Debemos caminar juntos: la gente, los obispos y el papa”, ha dicho en la famosa entrevista a la Civiltá Catolica. Y continúa: “Hay que vivir la sinodalidad a varios niveles. Quizá es tiempo de cambiar la metodología del sínodo, porque la actual me parece estática. Eso podrá llegar a tener valor ecuménico, especialmente con nuestros hermanos ortodoxos. De ellos podemos aprender mucho sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre la tradición de sinodalidad. El esfuerzo de reflexión común, observando cómo se gobernaba la Iglesia en los primeros siglos, antes de la ruptura entre Oriente y Occidente, acabará dando frutos”.

Más cerca de nosotros, el Concilio Vaticano II aportó suficientes pistas para volver a esa “eclesiología de Comunión” que estuvo vigente durante el primer milenio de la Iglesia. En la intención del papa Francisco existe una expresa voluntad de entroncar con el espíritu de aquellos primeros siglos en los que los Padres de la Iglesia naciente, ante el relevo en la dirección de las iglesias, aconsejaban abiertamente “que se ordene como obispo a aquel que siendo irreprochable sea elegido por todo el pueblo” (San Hipólito de Roma, s III); o, en expresión de San Cipriano de Cartago (s. III), “no se imponga al pueblo un obispo no deseado”. Parece ser que el futuro de la Iglesia está en recuperar un pasado más democrático.

2- Por otra parte, en la Carta Colectiva apoyada por millones de católicos y católicas de todo el mundo y por nosotros mismos –en línea con el espíritu de la escrita por varios cientos de profesionales de la teología de todo el mundo sobre la “Autoridad en la Iglesia” a raíz del último cónclave– le pedimos al papa Francisco que “considere como algo primordial el reconocimiento de los derechos y responsabilidades de los bautizados para que tengan una voz influyente en la toma de decisiones en nuestra Iglesia.” La participación plena en la organización y dirección de la propia iglesia local, decimos, “está en consonancia con el Evangelio, la tradición de la iglesia primitiva y el planteamiento del Vaticano II”. Y entre las cinco áreas de participación directa que señalamos en la carta (la justicia radical de Jesús, el diálogo abierto, la igualdad fundamental entre los miembros y en contra de abuso sexual) destacamos expresamente “la participación de los fieles en la elección y permanencia de los obispos”.

Apoyados en estos fundamentos, los miembros del Foro de Curas de Madrid, aunque sabemos que es lo que la actual normativa canónica impone, no nos resignamos a seguir pasivamente esperando que subsidiariamente nos resuelvan desde fuera lo que los católicos y católicas de esta diócesis podemos y debemos hacer desde dentro. En estrecha colaboración con las comunidades, parroquias y movimientos en los que intentamos vivir y practicar el Evangelio de Jesús, queremos participar activamente en la elección de la persona que ha de ejercer la coordinación y la animación en la fe, la esperanza y la caridad en nuestra Iglesia local. Necesitamos urgentemente un obispo del que se pueda decir que es “cristiano” por su cercanía real de palabra y de obra a las enseñanzas de Jesús de Nazaret, y estamos seguros de que es posible encontrar en ella a una persona de esas características. Confiamos en que el buen sentido del papa Francisco oiga nuestra voz y respete la madurez y el derecho de esta iglesia de Madrid que, en unión a la Iglesia universal, quiere asumir responsablemente sus deberes y responsabilidades.

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