En Colombia no se vota a las mujeres

Dos mujeres de izquierda a la presidencia y vicepresidencia de Colombia, se inscribieron para el período 2014-2018: Clara Eugenia López Obregón 63 años del Polo Democrático y Aída Abella Esquivel 65 años de La Unión Patriótica, aunaron esfuerzos y van con todo en las elecciones presidenciales del próximo 25 de mayo unificando la izquierda.

Clara-Lopez-Obregon-Colombia En Colombia no se vota a las mujeres
Clara López Obregón

¿Qué ofrecen? Dicen que más de lo mismo, pero los demás candidatos también ofrecen más de lo mismo.

¿Entonces? Colombia aún, no vota masivamente por mujeres a la presidencia, ni a congreso, ni a gobernaciones, ni alcaldías, etc. La Ley de Cuotas no se cumple y nadie dice nada.

Otra opción sería Marta Lucía Ramírez Blanco de 59 años del Partido Conservador, a quien no quieren sus propios compañeros de bancada por aquello de la misoginia política y la división interna del partido, ya que los conservadores santistas votarán por la reelección del candidato presidente Juan Manuel.

Otros candidatos irán con una mujer a la vicepresidencia, cargo inútil, decorativo y sin poder de decisión en situaciones clave para ejecutar.

1 COMENTARIO

  1. En Colombia la idea del varón como el gran centro de la sociedad, se expresa con mayor énfasis que en mi país, Chile, y eso se ha visto en lo político. Pero todo puede cambiar, incluso aunque las propuestas sean las mismas que lo conocido, porque la mujer aporta otra mirada, otra sensibilidad, y otra inteligencia inclusive en su actuar; con lo cual es un «potencial» sico-social enriquecedor que está todavía esperando, aparte de todas las aspiraciones de verdadera igualdad, etc.
    En cuanto a los cargos y su significancia, me atrevería a una apreciación personal. Mucho de su expresión, para un cargo «sin poder», depende del liderazgo de quien lo ocupa, y puede ser una excelente antesala para proyectarse hacia «la guinda de la torta».
    La actual Presidenta de Chile, Michelle Bachelet, antes de ser notable, pasó por funciones más técnicas que políticas, luego a lo político más y más, y de pronto…ya nada la detuvo, ni siquiera sus competidores internos y varones. Ya en 2004, su nombre como presidenciable, lo impuso un importante sector de la opinión pública, mientras que el grupo «político-cupular» finalmente lo aceptó porque no pudo resistir el arrastre ciudadano que aseguraba los votos y que, en el fondo, les estaba imponiendo un nombre presidenciable y de mujer, a contrapelo de ellos mismos.
    Lo más interesante para quien comenta aquí, es que Bachelet ha mantenido su expresión propia femenina en su proceder, unido a sus capacidades y conocimientos.
    A otras políticas mujeres chilenas, que más bien han tendido a imitar o absorber el modo de ser masculino, aunque tremendamente capaces, no les va tan bien.

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