La primera ronda de las elecciones municipales en Francia se ha caracterizado por una abstención record de 38,7 % del cuerpo electoral y por un progreso importante del ultraderechista Frente Nacional. Dos elementos que muestran el descontento y la decepción de los franceses tanto hacia el actual poder socialista y sus aliados ecologistas que no han cumplido sus promesas de campaña, como hacía el resto de los partidos mayoritarios de la derecha tradicional que se reparten el poder en esta Quinta república desde su fundación por De Gaulle en 1958.
El nauseabundo clima creado por los “escándalos” políticos y financieros que han sacudido a los partidos mayoritarios, como el del ministro socialista de Hacienda Jerome Cahuzac; las cacerolas que arrastra el expresidente Sarkozy, quien en los próximos meses deberá explicarse en seis procesos por corrupción, trafico de influencias y financiación ilicita de su campaña electoral; la indecisión y los titubeos en la política fiscal y social de un poder socialista que ha decepcionado a ese electorado de izquierdas y de centro que llevó a Francois Hollande a la victoria presidencial; todos esos factores alimentados por los medios informativos han fomentado una evidente predisposición a la desconfianza y a la abstención de los electores.
Los límites del sistema mayoritario y de las instituciones de la Quinta república se ponen de manifiesto en cada cita electoral en este país. Es el caso también en estas elecciones municipales, un escrutinio sin consecuencias políticas directas, pero que constituye un evidente voto sanción contra el gobierno y sus candidatos. Si el voto sanción contra Hollande se confirma en la segunda ronda el domingo que viene, no hay que excluir un reajuste ministerial de fachada, como suele ser la costumbre en esos casos.
El problema es que lo que este país necesita es una reforma de sus anquilosadas instituciones políticas y no cambios de fachada. Una mayor dosis de proporcionalidad electoral que permita una representación del país real y que llevará inevitablemente a un nuevo juego de alianzas, pues ningún partido tiene hoy en Francia la mayoría absoluta, mientras que el descontento crece y el sistema está bloqueado. Hollande no ha cumplido tampoco su promesa de terminar con la acumulación de mandatos políticos, fuente evidente de corrupción y privilegios de la clase política.
Esta primera ronda electoral confirma la instalación del Frente Nacional de forma estable en una amplia franja del electorado de derechas, que es cada vez más permeable con las propias posiciones derechistas de la UMP, partido Sarkozysta, hoy dividido por multiples egos y cuyo electorado en espera del retorno de su derrotado y adorado líder, se siente muy atraido por los cantos de las sirenas neofascistas del Frente Nacional.
El Frente Nacional llega en cabeza en 17 ciudades de más de diez mil habitantes y por vez primera en su historia su candidato es elegido alcalde en la primera vuelta en Henin Beaumont (Paso de Calais). Muchos de sus candidatos han pasado la barra del 10 % y se mantendrán en la segunda ronda en un total de 229 municipios de más de diez mil habitantes. La implantación electoral del Frente Nacional ha dejado de ser anecdótica y su peso amenaza de forma directa los esquemas políticos de la derecha tradicional.
Un Frente Nacional que hace mil esfuerzos para presentar una fachada “normalizada” y que rechaza el calificativo de “neofascista”, pero que rechaza también, por ahora, toda alianza con los partidos del “sistema”, al que califica de PS/UMP. El tradicional “frente republicano” que consistía en llamar a votar contra el Frente Nacional en la segunda vuelta, ha sido abandonado por la derecha tradicional, mientras que el PS sigue enarbolándolo con su teoria del voto util contra los extremos. En consecuencia, los duelos triangulares o cuadrángulares serán probablemente desfavorables al Partido Socialista, si sus candidatos deciden retirarse.
Por su parte los ecologistas y los partidos a la izquierda de los socialistas, rehenes de ese sistema mayoritario que impide la representación de las minorías, buscan pesar en los consejos municipales y en función de sus resultados han empezado ya la negociación con los socialistas cara a la segunda vuelta.
Cabe subrayar que el escrutinio municipal en Francia, contrariamente a las elecciones legislativas, es un escrutinio proporcional por listas con prima mayoritaria. Pocas explicaciones da la prensa por cierto al respecto. En este escrutinio en dos vueltas, con prima mayoritaria a la lista que llega en cabeza, se califica en la primera ronda el que obtiene mas de 50% de votos. Es necesario pasar la barra de 10% de votos para poder ser candidato en la segunda ronda. A los partidos que obtuvieron mas de 5% de votos solo les queda la posibilidad de fusionar y negociar con los ganadores de la primera vuelta.
Algunos hechos significativos para terminar: En Avignon y en Forbach, es el candidato del Frente Nacional quien llega en cabeza; en Marsella, el Frente Nacional llega en segunda posicion por delante del candidato socialista, un verdadero seismo local; en París en cambio el progreso de la derecha tradicional es relativo. NKM, Nathalie Kosciusco Morizet (UMP) llega en cabeza con un punto más que Anne Hidalgo, pero la candidata socialista se encuentra en balotaje favorable, y puede ganar con escaso margen, a condición de que su electorado se movilice más activamente el próximo domingo. En París hay un dispositivo particular con un total de veinte ayuntamientos, que eligen a su vez al super-Alcalde de la capital.
Todos lo partidos llaman hoy a la movilización general para evitar que la abstención sea el próximo 30 de marzo el primer partido de Francia. El desinterés por la política y la abstención es a mi juicio mucho más peligroso que la normal expresión de las minorias, pues el actual sistema de la Quinta república está a punto de estallar. En la izquierda hay voces que se han alzado pidiendo esa reforma, pero por desgracia no son mayoritarias.