Tres tenores y un gran ‘no’ a Artur Mas

No se sabe extactamente qué fueron a pedir en el Congreso los tres representantes del Parlament de Catalunya. Porque, en realidad, fueron tres peticiones distintas. En todo caso, el gran ‘no’, además de previsto, estaba cantado. Pero, hay que anotar también, que fueron tres tenores con registros distintos.

Uno pedia poder ‘votar’, el otro la ‘independencia’ y el siguiente el ‘federalismo’. Entonces, ¿a quién contentat? Estuvieron brillantes y sus intervenciones fueron didàcticas y sirvieron para que sus demandas las conocieran de primera mano todos los españoles, lo cual no es poco. Además, de una forma argumentada y en buen tono parlamentario. Lo cual, también es mucho.

Hicieron bien su respectivo papel; cada uno con su propia habilidad, astucia o sinceridad a la hora de decir lo que queria y ocultar lo que podia estropear el invento oficial: un neutro derecho a decidir. Entre los tres evidenciaron, ante millones de ciudadanos de toda la geografía española y fuera de ella, que Catalunya es diversa y plural, como lo demostraban sus diferentes peticiones, a las que habría que añadir, para ser justos, las de las formaciones políticas catalanas que no estaban representadas por los diputados Turull (CiU), Rovira (ERC) y Herrera (IUICV), porque también existen: PSC, PPC, Ciutadans y la CUP, por ejemplo.

Y esta visualización, tan pública y solemne, de la pluralidad y diversidad de la sociedad catalana, es quizás lo más importante que ocurrió en aquella sesión parlamentaria. Poque, no por sabida, siempre se tiene en cuenta y se actua en consecuencia, ni aquí ni allí. Si, en lugar de los tres tenores, hubiese habido una sola voz, como la del president Mas, como mínimo se habría conseguido la apariencia de una mayor unanimidad. Seguramente, por su parte, fue un error estratégico.

Porque resulta que si esta diversidad está entre los que van a pedir algo al Congreso, es bastante razonable pensar que también existe -como ocurre- entre las grandes masas de ciudadanos catalanes que se manifiestan por las calles, No son masas homogéneas, uniformes, ni de pensamiento y sentimiento únicos. Conciden en algo, claro, como es el malestar, la insatisfacción y las ganas de que las cosas cambien. Cada manifestante, más allá de los gritos más fuertes que se imponen, de las consignas de los organizadores y de las pancartas pintadas para la ocasión (y de las manipulaciones televisivas), tiene su alma en su propio almario. Y las cosas no siempre son lo que parecen que son, o se quiere que parezcan que sean.

Y este pluralismo y diversidad que, con razón, se demanda que sea respetada y tenida en cuenta en toda España, también existen en Catalunya, y muy vivas, aunque algunos preferirían que no, y a veces incluso se intenta que permanezcan en la sombra. Pero en las urnas surgen una y otra vez, y se hacen presentes y reclaman su turno para hablar y decidir. Ejercen, periódicamente, el derecho a votar y el derecho a decidir. Y el que unas veces sumen más unas que otras, todas tienen derecho a existir y a pronunciarse. Democrácia es el gobierno de las mayorias pero con respeto a las minorias, y esto lo garantiza la ley, siempre modificable, pero que hay que acatar para que sea posible la convivencia.

Cierto que suele haber un pensamiento y un sentimiento compartidos de pertenencia a una comunidad, llámese família, patria, pueblo o nación. Es lo natural y sano. Pero estos caracteres comunes básicos, son sentidos, pensados y vividos, por cada cual a su manera. Es algo íntimo e intranferible. Y constituye, como en la naturaleza, la riqueza de la diversidad y pluralidad que tanto se dice querer proteger.

De todo ello, se deduce que se equivoca quien gobierna un Estado sin reconocer y respetar su diversidad, e igualmente se equivoca quien gobierna una comunidad, pais o pueblo si no reconoce y respeta también la pluralidad de su sociedad.

La buena intervención de los tres tenores del Parlament ha tenido, entre otras cosas, esta virtud de evidenciar, una vez más y de forma solemne, la diversidad y plutalidad del pueblo catalán, que desea y pide, evidentemente, mayor respeto y protagonismo, bajo la forma política más eficaz y conciliadora, que no es única.

La posible presencia de Artur Mas, erigiéndose en único protagonista, probablemesnt habría puesto una máscara a la realidad catalana. Ha sido el acierto de elegir a tres tenores en lugar de que se produjera un brillante solo de una única voz. Los deseos de los catalanes son ahora más conocidos, y la pluralidad y diversidad de Catalunya también, señora Carme Forcadell.

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