Serbia y Kosovo dejaron atrás años de animosidad al firmar un acuerdo para normalizar las relaciones, y juntos dieron así un paso trascendental para acercarse a la Unión Europea (UE), informa Peric Zimonjic (IPS) desde Belgrado.
El acuerdo de 15 puntos, suscrito el viernes 19 en Bruselas por los primeros ministros Ivica Dacic, de Serbia, y Hashim Thaci, de Kosovo, da cierto grado de autonomía a los 100.000 serbios que residen en territorio kosovar, una exprovincia serbia que declaró su independencia de forma unilateral en 2008.
Auspiciado por la UE, el pacto es el corolario de 10 rondas de delicadas negociaciones que duraron seis meses.
El comisario europeo de Ampliación, Stefan Füle, calificó el hecho de «histórico», mientras Jelko Kacin, exsecretario de Información de Eslovenia y actual responsable de la UE para el ingreso de Serbia al bloque, lo comparó con el «fin de la guerra fría».
El viernes, la alta representante de Asuntos Exteriores de la UE, Catherine Ashton, declaró: «Se trata de un distanciamiento del pasado y, para ambos, es un paso más cerca de Europa».
Ashton se refería a que el documento abre efectivamente la puerta para que Serbia comience las negociaciones por su integración al bloque, la ambición política de todos los gobiernos tras la caída del régimen de Slobodan Milosevic en 2000.
Para el primer ministro de Kosovo, Thaci, la firma del acuerdo significa, entre otras cosas, «la curación de las heridas», pues de él dependía el grado de autonomía que Pristina estaba dispuesto a otorgar a las regiones de mayoría serbia en el norte.
Hasta la disolución de Yugoslavia tras una serie de cruentos enfrentamientos en 1991, Kosovo, con 1,7 millones de albaneses y 100.000 serbios, formaba parte de Serbia y estaba directamente controlada por Belgrado.
En la década de los 90, una revuelta armada independentista encabezada por un grupo de origen albanés llevó a una brutal represión de las fuerzas de seguridad de Milosevic, en la que murieron 13.000 personas.
En 1999, la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN) lanzó 50.000 bombas en 11 semanas sobre 116 objetivos en el sur de Serbia y la región de Kosovo para frenar a las fuerzas de Milosevic. A esta campaña le siguió la llegada de una misión de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Por temor a las represalias, casi la mitad de los 200.000 residentes serbios de Kosovo huyeron a Serbia.
Mientras, Kosovo avanzó en la construcción de sus primeras instituciones democráticas y declaró su independencia de forma unilateral en 2008. Esta fue reconocida por 96 naciones, entre ellas Estados Unidos y muchos países europeos, destacándose la ausencia de España y Chipre.
Serbia juró nunca reconocer la independencia de Kosovo con el argumento de que ese territorio representa el «origen» histórico del estado serbio medieval, pese a que en la actualidad solo residen allí 100.000 serbios.
Belgrado, con el apoyo de su aliada Rusia, rechazó la autoridad de Pristina e impidió su integración a la ONU.
Tras varios años de intentos fallidos de imponer un gobierno central sobre las varias regiones de mayoría serbia, Pristina finalmente aceptó el documento para normalizar sus relaciones.
El acuerdo habilita la autonomía parcial mediante la creación de municipalidades serbias, que tendrán su propia policía y un sistema de educación y judicial en serbio.
El texto también incluye la protección de las iglesias y los monasterios medievales serbo-ortodoxos y prohíbe el ingreso de las fuerzas armadas kosovares a zonas de mayoría serbia, salvo en casos de desastres naturales, y aun así bajo supervisión de las fuerzas de paz de la OTAN, declaró el secretario general de la alianza militar Anders Fogh Rasmussen, en Bruselas.
«Es difícil decir si es un acuerdo histórico», opinó Dusan Janjic, director del Foro de Relaciones Interétnicas. Es solo el comienzo del proceso de normalización «que llevará varios años», dijo a IPS. «Pero es un hecho muy positivo e importante para Serbia, Kosovo, Europa y la región», añadió.
Para Ognjen Pribicevic, investigador del Instituto de Ciencias Sociales y exembajador de Serbia en Berlín, el éxito de esta iniciativa depende de cómo los serbios de Kosovo respondan a esta nueva «autonomía».
«La asociación de las municipalidad serbias es responsable de la seguridad y eso es muy importante para la población local», puntualizó.
Pero no todos los serbios están felices con este acuerdo.
Las organizaciones nacionalistas están furiosas con la iniciativa. El Partido Democrático de Serbia (DSS, en serbio) dijo que el acuerdo representa una «traición a los intereses nacionales y estatales».
«Los serbios de Kosovo quedan a merced de los separatistas y Kosovo fue vendido por el mero precio de comenzar conversaciones con la UE», reza la declaración de DSS.
Las redes sociales se alborotaron con reacciones por el acuerdo, un reflejo de la profunda división dentro de la sociedad serbia. Los pro-europeos dijeron creer que Kosovo se perdió en 1999, después del bombardeo de la OTAN, mientras los nacionalistas y los ultranacionalistas llaman a una «nueva guerra» que devuelva la exprovincia a su «estado madre».
El primer ministro Dacic dijo que ahora está en manos del parlamento de Serbia aprobar el acuerdo, pero no especificó cuándo ocurriría.