«Podemos» puede

Cuando desde los partidos mayoritarios se hablaba y se temía el índice de la abstención en las elecciones europeas, va la ciudadanía y les depara al partido mal llamado popular y al partido peor llamado socialista obrero el mayor correctivo en sus respectivas historias. Hasta cinco millones de votos han perdido entre ambos en los comicios europeos con relación a 2009. Diez millones si se consideran los resultados de las elecciones generales de 2011.

Como consecuencia de la debacle, nunca como la del domingo nos parecieron más viejas, trasnochadas y fuera del porvenir que los resultados electorales insinúan -un previsible RIP del régimen del 78 -, las declaraciones de los portavoces de los respectivos partidos al analizar los resultados, sobre todo en versión de doña Lola de Cospedal, dado que Valenciano admitió la entidad del desaguisado.

No es un despropósito entrever ahora la posibilidad de que esta democracia experimente una evolución que la haga reencontrarse con el poder de la ciudadanía. Me estoy refiriendo, obviamente, al movimiento que el domingo venció verdaderamente en España, fruto tan solo de cuatro meses de movilización popular, del indudable carisma de su líder y de la necesidad expresa de más de un millón de votantes de creer en otra clase de política que la que está oliendo a podrido en este país desde hace demasiados años.

Pablo-Iglesias-Podemos-2 "Podemos" puede
Pablo Iglesias

“Podemos” puede. Este es el titular que a mi juicio debería primar en la prospectiva que se puede hacer tras la jornada electoral. Muchos de los ciudadanos que, como el que suscribe, asistimos en nuestra ciudad de residencia a las convocatorias organizadas por “Podemos” a lo largo del país, estábamos convencidos de que el clima de expectación e ilusión despertado entre los asistentes iba a merecerse al menos su presencia en el Parlamento de Europa.

Pocos esperaban, sin embargo, que la representación de “Podemos” iba a contar con cinco diputados, uno menos que Izquierda Unida, que ha triplicado lo suyos pero debe empezar a considerar seriamente que la savia nueva que puede transformar este país tiene por líder inequívoco a un joven profesor de Ciencias Políticas, capaz de sumar un millón y pico de votos entre una población no tan hastiada de política como para no creer en quienes pretenden hacerla retornar a los fundamentos democráticos que deben inspirarla.

Iglesias y «Podemos» poclaman esos fundamentos, su líder está sabiendo comunicarlos y tiene a todo un sector de la población -esa juventud en paro y sin horizonte- como campo abonado para crecer y dar sus frutos, tres años después de la siembra de esa reivindicación de la democracia participativa que el Movimiento 15-M plantó en las plazas de España.

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