Los ateos se animan a decir su nombre en Turquía

«Ser ateo no es algo que se pueda expresar con facilidad en Turquía», dijo Sinem Koroglu, integrante de la Asociación de Ateísmo, la primera organización oficial para no creyentes en este país donde todos los ciudadanos deben llevar documentos de identidad que indiquen la religión que profesan, informa Nick Ashdown (IPS) desde Estambul.

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Tolga Inci uno de los fundadores y presidente interino de la Asociación ateísmo en su oficina. Crédito Nick Ashdown-IPS

 

«También es cada vez es más difícil tratar con el gobierno actual», agregó a IPS la joven de la Asociación de Ateísmo, la organización fundada este año en Estambul cuyo objetivo es darles voz y apoyo a los no creyentes en Turquía, un país que no es conocido por su afición al ateísmo.

Políticos del gobernante e islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de centroderecha, hacen comentarios hostiles sobre quienes no creen en Dios. En 2013, uno de sus representantes de alto rango, Mahmud Macit, utilizó la red social Twitter para atacar a los «psicópatas debiluchos que fingen ser ateos», y añadió que «habría que aniquilarlos».

El propio primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, en el poder desde 2003, insultó a grupos manifestantes calificándolos de «ateos y terroristas».

«Es muy degradante», señaló Koroglu en la pequeña oficina de la asociación en Kadikoy, el cosmopolita vecindario de Estambul conocido como un bastión de laicismo.

Pero los comentarios de los políticos reflejan los puntos de vista de la sociedad turca en general, sostuvo. «Esa es la mentalidad de la mayoría de los turcos, y tenemos que romper con eso», destacó.

Una encuesta de la Universidad Bahcesehir de Estambul en 2011 encontró que 64 por ciento de los encuestados no querrían tener de vecino a un ateo, frente a 72 por ciento y a 67 por ciento que dijeron lo mismo de alguien que bebe alcohol o de una pareja no casada, respectivamente.

Mustafa-Akyol Los ateos se animan a decir su nombre en Turquía
Mustafá Akyol

Mustafá Akyol, un escritor turco y defensor de un islamismo tolerante, cree que al ateo se lo ve como al «máximo otro» en Turquía: «En la conciencia pública, sobre todo entre los conservadores religiosos, los ateos son inmorales y sucios, todo lo negativo que se pueda imaginar», aseguró.

Esas fuertes palabras pueden desembocar en un acoso grave.

Barbaros Sansal, un famoso diseñador de moda y activista, también es conocido por su ateísmo. «Recibo muchos mensajes con amenazas todo el tiempo porque soy ateo», informó. «Me quieren matar, torturar, me exigen que abandone el país y demás», sostuvo.

La Asociación de Ateísmo también recibió amenazas telefónicas, algo que sus miembros tenían previsto: «No los tomo demasiado en serio», comentó Tolga Inci, uno de los fundadores y presidente interino de la organización.

En parte, esta situación se debe a la crueldad con que los medios de comunicación religiosos tratan a los no musulmanes, y especialmente a los ateos, según Akyol: «Demonizan a los ateos y los tratan como personas de nulo valor o inmorales», afirmó el escritor.

Inci recordó que su organización ya fue atacada en la prensa por la prensa religiosa como Haber Vaktim y Milli Gazete: «Dijeron que pretendemos difundir el ateísmo y librar una guerra contra la religión», señaló con una carcajada.

Koroglu insiste en que la asociación no quiere iniciar una guerra ni convertir a nadie, sino que solo busca difundir el conocimiento sobre el ateísmo y darle apoyo a los no creyentes de Turquía: «No pretendemos quitarle la religión a nadie. Solo intentamos defender a los ateos», precisó. «Tenemos que enseñarles que nosotros también somos humanos», agregó.

Según Inci, la discriminación religiosa creció en los últimos años, coincidiendo con la llegada al poder del AKP en 2002. Pero la situación es «peor ahora», opinó: «Con el AKP se habla de religión todo el tiempo», indicó, lo cual inquieta no solo a los ateos, sino también a las personas poco creyentes o de credos minoritarios.

Turquía se convirtió en una república laica en 1923, pero Inci piensa que ahora es cada vez más religiosa públicamente: «Queremos nuestra laicidad de vuelta», exhortó.

De los 74 millones de habitantes de Turquía, 99,8 por ciento son musulmanes, de los cuales 80 a 85 por ciento son sunitas. Sin embargo, también hay entre 10 y 15 millones de alevitas, una secta chiita conocida por sus costumbres religiosas más relajadas, y un número menor de cristianos, judíos y ateos.

Una encuesta del Eurobarómetro en 2005 reveló que 95 por ciento de los encuestados turcos cree en Dios, mientras que otra hecha por Pew en 2006 indicó que 69 por ciento dijo que la religión es «muy importante».

El currículo educativo de Turquía incluye una clase religiosa obligatoria dedicada casi exclusivamente al islamismo sunita. Todos los ciudadanos deben llevar documentos de identidad que indiquen su religión, y el ateísmo no es una opción.

Los servicios funerarios que presta el Estado son exclusivamente para el rito islámico, pero muchos ateos no quieren que se les entierre en cementerios islámicos.

El colosal departamento estatal responsable de los asuntos religiosos – Diyanet – solo promueve el islamismo sunita. Desde que el AKP llegó al poder en 2002, su presupuesto se quintuplicó y su personal pasó de 74.000 empleados originalmente a más de 141.000 en la actualidad.

El gobierno aprobó leyes a las cuales sus críticos acusan de inspiración religiosa, como una ley de 2013 que limita la venta de alcohol, «algo que la fe ordena», declaró Erdogan.

La actual ley 216 contra la incitación al odio prohíbe el insulto a los valores religiosos y se empleó para procesar a varias figuras reconocidas, como el músico clásico de fama mundial Fazil Say y el lingüista y escritor Sevan Nisanyan, por comentarios publicados en Internet considerados ofensivos contra el islamismo.

«Creo que la ley es muy cuestionable», sostuvo Inci. «Es como una banda elástica, se puede estirar para cualquier lado. Tal vez si digo que soy ateo se considere un atentado a los valores religiosos», comentó.

Akyol cree que la ley 216 tiene un valor importante en la represión de la incitación al odio, pero que no debería utilizarse para silenciar a personas como Say y Nisanyan: «La crítica de la religión no debe ser un delito», agregó.

El escritor, un musulmán devoto, hizo hincapié en que históricamente el islamismo ha aceptado a los no musulmanes, y recordó la tolerancia del imperio otomano hacia las minorías religiosas. Todavía hay muchos intelectuales musulmanes jóvenes que no demonizan a los ateos y están dispuestos a participar en un diálogo civilizado, aseguró.

Para Akyol, la Asociación de Ateísmo puede desempeñar un papel importante en ese diálogo: «Apoyo el derecho de existencia de los ateos. Creo que es bueno que existan para que los musulmanes los puedan ver y tal vez conversar con ellos», añadió.

Mientras tanto, la Asociación de Ateísmo tiene previsto brindar asistencia legal gratuita a cualquier persona acusada de blasfemia, organizar seminarios y hacer una encuesta sobre las creencias religiosas en Turquía.

Pretende que las clases de religión en la escuela sean optativas, que el Estado preste servicios funerarios a los no musulmanes, y que el país tenga crematorios, algo que el islamismo no acepta.

1 COMENTARIO

  1. Novedoso este artículo. No solamente en Turquía, yo diría que en casi todo el mundo decirse ateo es difícil, como también es imposible (por lo estigmático) decirse abiertamente que se es bipolar, equizofrénico, o que se vive con cualquier tipo de afección psíquica, al menos en Latinoamérica.
    Yo me alegro que cada vez existan más organizaciones ateístas (en Chile no conozco ninguna), pero no porque me alegre de que se disminuyan las fe religiosas, sino que porque durante siglos e incluso después de la revolución francesa, se han construido sociedades y democracias, que dejan poco o nulo espacio a una verdadera inclusión, respeto y participación a un ateísmo expresado (lo mismo para muchas otras facetas de la multiplicidad humano-social) y participante.
    Desde la más tierna infancia, vivimos en sociedades en que nos enseñan o nos forman con la idea de que los únicos morales correctos, los únicos buenos, los únicos solidarios, los unicos, etc., etc., son los que pertenecen a determinadas confesiones; siendo que en realidad desde distintas corrientes de fe y no fe, existen tantos buenos como malos y regulares.
    Para mí, el mundo se ha sacudido de varias esclavitudes, pero todavía se mantiene en el mundo occidental (el que conozco y en el cual vivo) una presión exógena que limita la libertad interior a muchos ciudadanos.

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