Logos y Tipos

Sinceramente, me da igual cómo sea el logo del PP, tanto como igual me dan el resto de logos de cualquier cosa. A mí, a primeras, me recordó mucho a los de los bancos de los 70, básicamente dos letras en un círculo: BC, Banco Central; BB, Banco de Bilbao; BE, Banco de España.

PP-2015 Logos y TiposLo que sí sorprende del asunto es que crean de verdad que están “renovando” el partido por el hecho simple de cambiar el logo y dar voz a Pablo Casado. También hablan de Primarias, bajito, con la boca pequeña y buscando sinónimos.

Empecemos por lo obvio, al fin ha sido el propio Casado el que ha retrotraído el neo PP hasta AP.

AP fue fundada por ministros de Franco: Federico Silva Muñoz, Laureano López Rodó, Cruz Martínez Esteruelas, Gregorio López-Bravo (quien renunció a su escaño por AP el día que entró en vigor la actual Constitución y es muy indicativo ya que del grupo parlamentario de nueve diputados votaron Sí en el Congreso), Villar-Palasí (el inventor del BUP), Licinio de la Fuente y el perínclito Fraga Iribarne. Estos que yo sepa, pero fueron más.

Desde entonces hasta hoy han cambiado las formas y los planteamientos y es verdad que aceptan la democracia… como tablero de juego. Sin embargo, se ponen de uñas cuando se les pide que condenen el franquismo o que abran las cunetas y fosas comunes sin mezclar la política en lo que no es más que un acto privado de sensibilidad. O cuando los demás usamos la bandera española, como hizo Pedro Sánchez hace poco, sienten que la usurpamos y si no ahí están los tuits cabreados de los hooligans aquel día, los de Pablo Casado incluidos por más que los haya borrado.

El alma del PP, extraña e innecesariamente, se identifica con una España trasnochada en la que se llega a simplezas como que los Reyes Católicos y hasta el Cid habrían sido del PP. ¿Y Jesucristo, habría sido de Podemos?

En medio de esta transformación metamórfica, el presidente Rajoy declara que “el mayor error de [su] legislatura fue salvar a la Sexta” (sic) lo que una vez más nos sitúa frente a un partido que no entiende la democracia como forma de vida social sino como tablero de juego para conseguir el poder: este tipo de comentarios, proferidos por el mismísimo presidente del gobierno, son la semilla de la que hablaba arriba, la misma que germina en la Ley Mordaza: si hay oposición, se acalla; si hay periodistas díscolos, se les despide –Cintora, Pastor, Pino, Pedro J., Antic, Yolanda Álvarez, Yanke…-, si hay manifestantes, tuiteros o fotógrafos se les encarcela.

Voy a levantar una pica en favor del Grupo Planeta y de AtresMedia: haber salvado a Ferreras, a Wyoming, a Pastor con las presiones a que han sido sometidos –y lo siguen a tenor de las declaraciones de Rajoy sobre sus errores- les honra y además anuncia una nueva época también en lo mercantil: una empresa de comunicación está para ganar dinero con la libertad de prensa y la de expresión. La línea editorial que elija es su problema y el de los que zapean en casa. En cuanto a un gobierno que actúa abiertamente contra la libertad de opinión y expresión de esta manera y sin ambages, sinceramente, le falta un trecho muy muy muy largo hasta entender qué sea la democracia.

Si de verdad el PP quisiera convertirse en un partido de derechas moderno, centrado y concomitante con el cambio de paradigma que estamos viviendo, lo primero que deberían hacer es jubilar el pasado en todos los sentidos y empezando por Mariano Rajoy (en el PP, en el gobierno hay otras implicaciones), hacer las paces con el pasado y reconocer que illo tempore unos tipos franquistas fundaron la semilla del PP –igual que el GOP Republicano fue fundado por masones, entre ellos Thomas Jefferson-, condenar la dictadura, no poner problemas con los muertos de la gente y leer el proyecto de Ciudadanos. Vamos y en plata, la posición política que pretenden ocupar ya la está ocupando una fuerza emergente. Si quieren entrar ahí tendrán que cambiar algo más que un logo y un par de caretos.

Manuel Pascua
Analista político y económico. Mis armas son las palabras y mi razón mis convicciones. Me gustan los números y la economía a la que, sorprendentemente, hasta entiendo. Sé que hay otros caminos para nadar las aguas negras de la vida y que el que nos imponen -comer basura, tragar inquina y vaciarnos los bolsillos- es el resultado de mezclar ineptos gobernantes con espabilados banqueros. Soy filólogo, soy letraherido y he vivido en Suiza, en Inglaterra y en Colombia. En España he vivido en Barcelona, en Madrid, en San Sebastián y en Cádiz y mi alma y mi carácter son castellanos: seco y claro, aunque con un sentido del humor ácido y las más de las veces corrosivo cuya primera víctima soy yo y la segunda la realidad estrambótica que me rodea. Mi ley es la opinión y prefiero construir a destruir, sumar a restar, el ruido al silencio, la furia a la calma del camarón dormido en la corriente. Amo nuestro siglo de Oro y no creo que otro mundo sea posible: estoy absoluta y completamente seguro de que es así.

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