Reina y Patria, de John Boorman

Segunda parte de una autobiografía interrumpida

image120 Reina y Patria, de John BoormanJohn Boorman –el reconocido director irlandés de películas como Excalibur, Delivrance, In my country, Rangoom, El sastre de Panamá…-, ha esperado a cumplir 81 años para dar marcha atrás en el tiempo, regresar a los 18 y dar continuidad a uno de sus primeros éxitos, Esperanza y Gloria (Hope and Glory, 1987) candidata a tres Oscar, en la que contaba sus años de adolescencia en el Londres del “Blitz”, “Relámpago” en alemán.

(cuando, tras el fracaso de los ataques aéreos contra Inglaterra, Hitler ordenó una operación con ese código para minar la moral del enemigo: 364 bombardeos alemanes, escoltados por 515 cazas, bombardearon Londres desde las 17 horas a las 4,30 de la madrugada del 7 de septiembre de 1940, causando 430 muertos, mayoritariamente en los barrios populares el East End. La capital fue bombardeada durante 57 noches seguidas…).

Ahora, con Reina y Patria (Queen and Country) retoma aquella autobiografía interrumpida para evocar al amigo del alma de la juventud y los primeros amores del recluta Bill, un joven con granos -acostumbrado a una libertad casi infinita en la isla del Támesis donde vive con su familia desde que a su madre le entró pánico en un bombardeo- que cumple el servicio militar, obligatorio y torturador, en los años en que Isabel II accede al trono allá por los primeros ’50, y también da sus primeros pasos en el cine.

Comedia muy personal y por momentos melancólica. Crónica tierna, profunda, ambiciosa. Relato iniciático, y con mucho humor, de los recuerdos de los dos años que el veterano realizador pasó enrolado en un ejército de posguerra con mandos excéntricos e incluso sádicos, compañeros expertos en el escaqueo que han encontrado en el ejercito un refugio de por vida y el milagro inesperado de un amigo, que es también cómplice; el amor por una chica inaccesible, es el ingrediente que faltaba para una novela sin final feliz.

Ya se sabe que los recuerdos ganan con el tiempo, que la memoria es muy selectiva y siempre que echamos mano de ella nos ofrece lo mejor, de los tiempos pasados y de nosotros mismos. Por eso los recuerdos de Boorman son hermosísimos, lo mismo que la casa en mitad del río, su extravagante familia y hasta los malos momentos aparecen tamizados por una burla muy británica, que los convierte en irresistibles. Hablo de ese humor que arranca sonrisas, nunca carcajadas.

Estamos en 1952 y el ejército de Su Graciosa Majestad, entonces Jorge VI, lucha en la guerra de Corea junto al de Estados Unidos. 1952. Bill Rohan (Callum Turner, Los Borgia, debutante en el cine) tiene 18 años y todo el futuro por delante cuando todas las mañanas, desde el río donde nada, ve pasar en bicicleta a una hermosa muchacha, a la que finalmente conoce (Tamsin Egerton, Gran Piano, Love Rosie). Es un chico, romántico, fogoso, idealista y apasionado. Pero el idilio, apenas insinuado, se ve truncado por la llamada a filas: tendrá que hacer el servicio militar como instructor de mecanografía en un campo de entrenamiento de soldados que van a salir hacia Corea.

Allí conoce a Percy (Caleb Landry Jones, X-Men, Primera Generación), un bromista con pocos principios con el cual se alía para derribar de su pedestal al Sargento Mayor Bradley (David Thewlis, Harry Potter, La isla del Doctor Moreau, Siete años en el Tibet), un tipo que hace la vida imposible a todo el campo, incluidos sus jefes, a base de llevar el cumplimiento de las normas al extremo. Entre maquinaciones y encuentros con jovencitas, siempre intentando encontrar el alma gemela, los dos amigos consiguen superar al menos en parte el encierro y la férrea disciplina.

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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