A primera hora de la mañana he recibido una llamada de socorro de un ciudadano nicaragüense que temía un estallido social y enfrentamientos serios entre los campesinos y las fuerzas gubernamentales, incluso ciudadanos contra ciudadanos. Me pedía que lo contara, porque desde allá no les dejan hacer declaraciones a la prensa. “Está grave la cosa”, me ha confesado.
Casi en telegrama, ha ido transmitiendo sus temores. Durante el día de hoy, colegios y universidades de Managua han cerrado sus puertas. El gobierno ha decretado que todos ellas salgan a enfrentar a los campesinos, que se dirigen a la Asamblea Nacional.
Tienen miedo. Mi interlocutor piensa que “puede pasar lo mismo que en Guatemala hace un mes”, cuando, tras graves protestas, los guatemaltecos consiguieron retirarle la inmunidad a su presidente, que éste dimitiera acusado de corrupción , y que se encarcelara a un buen número de sus colaboradores y funcionarios.
¿Qué pasa en Nicaragua?
Pasa que los ciudadanos no quieren que se construya el llamado Canal Interoceánico, dicen que nadie les ha consultado, que se quedan sin tierras para subsistir, que el Gobierno ha estado negociando a sus espaldas y que ha dado el visto bueno a un proyecto que consideran perjudicial para la gran mayoría de nicaragüenses.
Efectivamente, el presidente Ortega firmó el contrato con la china HKND sin que existiera por medio consulta o debates de la sociedad civil.
También se lamentaban de la ausencia de un estudio serio del impacto ambiental, pero fue presentado el pasado mes de abril. Nada menos que 14 volúmenes han alumbrado en un intento de dar credibilidad y legalidad a las obras. Unas obras que pretenden unir el océano Pacífico con el mar Caribe por medio de 278 km (173 por tierra y 105 por el lago Nicaragua) y que van a necesitar la suma de 40.000 millones de dólares (36.241 millones de euros), por lo menos. Luego vendrán los sobrecostes…
La concesión de esta obra, que se empezó a construir en diciembre del pasado año 2014, es por 50 años e incluye, cuanto menos, la construcción de dos puertos, un aeropuerto internacional, nuevas carreteras, una zona de libre comercio, complejos turísticos, y un lago artificial de nada menos que 395 kilómetros cuadrados. Los nicaragüenses no quieren poner en manos de los chinos la explotación de todo ese conglomerado. Opinan que Ortega ha vendido el país.
Enlaces:
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