Si ya un terremoto deja unas secuelas importantes a un país, los niños, una vez más, son los más vulnerables a la hora de continuar asumiendo qué significa el desastre tras vivir y padecer un temblor de tierra.
Así lo está viviendo Ecuador y sus habitantes tras el terremoto del día 16 de abril y después de las réplicas de los últimos días. Gracias a un informe que da UNICEF 120.000 niños permanecen aún sin escolarizar; eso, sumado al drama humanitario que sufren sus familias que han desaparecido o están enfermas.
Los terremotos que padecen Ecuador y Japón están ligados al Anillo de Fuego del Pacífico. Esto ha dado lugar a que las zonas más afectadas sean Pedernales, Jama, Portoviejo, Chone, Manta y Muisne.
Según cita Grant Leaity, representante de UNICEF en Ecuador,
«la educación es vital para los niños que ya sufren el trauma del caos y la destrucción; la pérdida de familiares y la soledad y desamparo. La rutina diaria y el aprendizaje, normaliza sus vidas y los coloca en el camino de la recuperación psíquica»
Se han instalado 50 espacios temporales para dar clase a 20.000 niños y se han distribuirdo 700 kits con material escolar que benefica a 60.000 menores. El gobierno sigue evaluando la magnitud de las pérdidas y todavía permanecen unas 30.000 personas en albergues improvisados. Más de 2.ooo edificios han sido destruidos y el desamparo de la población infantil es enorme.
Actualmente se necesitan 23 millones de dólares para poder dar agua, educación, protección y servicios de salud así como la alimentación básicas a estos niños.