Juegos Olímpicos 2016: El equipo de los refugiados

Por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos, varios refugiados participan conformando un equipo que representa a los más de 65 millones de personas que han tenido que huir de sus hogares a causa de la persecución o la violencia, informa Acnur.

Se trata de 10 refugiados de distintas nacionalidades que competirán con deportistas de élite para conseguir una medalla en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Llevan meses entrenando para dar lo mejor de sí en la capital brasileña y saben que muchos ojos estarán puestos en ellos en un año en el que se ha vuelto a batir el récord de desplazamiento a nivel mundial. Dado que no tienen un equipo nacional, denfilaron con la bandera y el himno olímpico.

Yusra, Yonas, Anjelina y Popole son cuatro de los 10 componentes del equipo de refugiados:

Yusra Mardini, siria, a quien su talento para la natación le salvó la vida cuando el bote en el que viajaba con otras 20 personas se quedó varado en el Mediterráneo. Yusra se tiró al agua y ayudó a empujar el bote hasta la costa griega. Su optimismo y sus ganas de salir adelante le han llevado a entrenar duro en Alemania para poder participar en los Juegos. Estar en Río 2016 era un gran sueño para ella, pero su mayor deseo sigue siendo volver a Siria algún día.

Yonas Kinde, atleta etíope que lleva cinco años viviendo en Luxemburgo como refugiado, donde trabaja como taxista y estudia francés. En su tiempo libre se dedica a entrenar para convertirse en el mejor corredor. Dice que le gustaría que este equipo de refugiados sirviera de motivación e inspiración para los refugiados que están viviendo en los campos de Etiopía.

Anjelina Nadai, atleta sudanesa. A los seis años tuvo que huir de su aldea en el sur de Sudán por los combates que, asegura, “lo destrozaron todo”. Desde entonces no ha vuelto a ver a sus padres, pero sí sabe que están sufriendo la violencia y el hambre que se vive ahora su país. Ellos han sido siempre su mayor motivación para entrenar duro y formarse en el campo de refugiados donde vive, en Kenia. Anjelina sueña con poder ganarse la vida como corredora y poder ayudar así a sus padres.

Popole Misenga, judoka congoleño, tenía sólo nueve años cuando tuvo que huir de los combates en su ciudad, en la República Democrática del Congo. Estuvo varios días solo en el bosque hasta que fue rescatado y llevado a un campo para desplazados en la capital. Allí descubrió el judo, que ahora le ha llevado hasta los Juegos de Río de Janeiro. Por el camino ha pasado años de sufrimiento, pero por fin en Brasil ha encontrado una nueva oportunidad como solicitante de asilo y como miembro del equipo de los refugiados de los Juegos Olímpicos de 2016.

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