Sorprendente retrato de una mujer libre en la Belle Epoque
De estreno esta semana en Francia “La danseuse” brillante opera prima de la guionista y directora francesa Stephanie Di Giusto, libremente inspirada en la vida de la hoy olvidada bailarina y artista americana Loie Fuller, nombre artístico de Marie Louise Fuller (1862-1928), verdadero icono de la Belle Epoque y precursora de la danza contemporánea, que lanzó en su carrera a la no menos célebre Isadora Duncan, quince años más joven que ella.
La danseuse, cartelRodada en francés y en inglés, desde sus primeras imágenes sorprende “La danseuse” con una secuencia que parece extraída de un western, pues Marie Louise, hija de un granjero borracho en el oeste americano, es fuerte como un muchacho y se ocupa del ganado. Pero a la muerte de su padre, que en el guion cinematográfico es de origen francés, la chica que sueña con ser actriz y bailarina, viaja de Illinois a Nueva York, en donde vive su madre miembro de una congregación religiosa tradicionalista y rigurosa.
Tras algunos intentos fallidos en el mundo del espectáculo, su encuentro con un aristócrata francés, al que le roba una importante suma de dinero, le permite viajar a Paris en busca de mejor fortuna, escapando a su retrograda madre y a sus ritos religiosos. Entramos así en una película de época, que se sitúa en el Paris de la Belle Epoque.
Marie Louise, empecinada, paradójica y contradictoria mujer libre de ese siglo XX que empieza, logrará ser contratada en el Folies Berger y hacer realidad su “danza serpentina”, obra musical de danza, de luces y de sombras, con efectos visuales multicolores, precursora de los más modernos espectáculos de luz y sonido.
Dirigiendo un equipo técnico de cuarenta técnicos, diseñaba el vestuario, con formas de flores y de insectos, y utilizaba nuevos sistemas de iluminación.
Magistralmente interpretada por la cantante francesa Soko y con la voluntad deliberada de huir de un biopic, “La danseuse” se centra en ese personaje obstinado de mujer libre, dispuesta a todo para llevar a buen puerto su proyecto de danza y espectáculo vanguardista, cuyo diseño y realización ha decidido patentar.
Esta mujer que revolucionó la danza moderna con su remolino de sedas y su ingeniosa iluminación, fue musa de artistas y poetas del Art Nouveau, era autodidacta y sus pasos de danza daban libre curso a la espontaneidad del movimiento corporal. Loie como el personaje que interpreta Soko, no era particularmente esbelta, ni delgada, pero su danza tenia una intensidad poética y sensual. El poeta Mallarmé la definió como “la forma teatral de la poesía por excelencia”.
El gran desafío, muy logrado por cierto, de Stephanie Di Giusto ha sido el de crear en imágenes de cine convincentes por su lirismo, esa danza serpentina inventada por Loie Fuller, de la que solo existen algunas fotos en blanco y negro, pero que nunca fue filmada, a pesar de ser contemporánea de los hermanos Lumiere.
Al abordar el personaje de esta mujer enérgica, que se entrenaba físicamente como una deportista, Di Giusto se centra en su ambigua relación con el aristócrata francés Louis, interpretado por el actor francés Gaspard Ulliel, pero también con su ayuda de cámara, la actriz Melanie Thierry, y con la joven Isadora Duncan, interpretada por Lily Rose Melodie Depp, hija de Johnny Depp y de Vanesa Paradis.
Si los tres personajes femeninos están perfectamente encarnados por sus intérpretes, los personajes masculinos del relato resultan sin embargo menos convincentes, más caricaturales y rígidos, como si la imaginación de la guionista y autora no hubiese logrado meterse dentro de ellos, con la misma intensidad.
Aunque Di Giusto se toma grandes libertades con respecto a la vida real de Loie Fuller, el capítulo de su relación con Isadora Duncan, su joven compatriota de la que fue mentora, es un elemento clave y bien conseguido en este guión lírico y novelesco.
La joven Lily que brilla en la pantalla por su esbelta, frágil y sensual silueta, viene a ser el elemento desestabilizador en la carrera de Loie, que ve en ella más que una rival, algo así como el anuncio de su propio ocaso. La joven Lily fue por cierto una de las actrices preferidas y más perseguidas por los fotógrafos en el festival de Cannes, cuando la película fue proyectada en la sección un Certain Regard.