Nosotras, las mujeres del mundo

Las mujeres siempre hemos conectado profundamente con la naturaleza, sabedoras de que nuestra sangre se armoniza con las mareas, con los cambios de luna y de estación.

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Durante la prehistoria aprendimos a recolectar los frutos y a guardar las semillas para volver a plantarlas, dando así comienzo a la agricultura. Pronto descubrimos las propiedades curativas de las hojas y las raíces y eso nos convirtió en las primeras médicas.

Parimos a los niños, cuidamos a los enfermos y amortajamos a los muertos. Siempre ocupadas en preservar y transmitir la vida, nutrimos y protegemos, hilamos la lana y la tejemos para dar calor a los nuestros.

Sin embargo, en casi todas las culturas actuales se nos considera ciudadanas de segunda categoría y se nos maltrata -y hasta asesina- para someternos.

Fue en 1792 cuando Mary Wollstonecraft, con su “Vindicación de los derechos de la mujer”, comenzó a defender el derecho al trabajo igualitario y a la educación de las mujeres, así como a su participación en la vida pública, iniciando con ello el movimiento feminista contemporáneo.

No fue hasta los albores del siglo XX en que las sufragistas, ridiculizadas por sus detractores y abriéndose paso a paraguazos para proseguir su marcha reivindicativa por las calles de Londres, consiguieron su objetivo.

Primero Nueva Zelanda y Australia en 1893, seguidas por Rusia en 1906, Noruega en 1913, Dinamarca en 1915, Alemania en 1918, Estados Unidos en 1920, Suecia en 1921, Gran Bretaña en 1928, España en 1931, Francia e Italia en 1945, aprobaron el derecho a voto de la mujer.

Pero no fue hasta 1981 que la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer”.

El año pasado, en octubre de 2016, las mujeres polacas, siguiendo el ejemplo de las islandesas en 1975, protagonizaron una huelga de un día, que tuvo mucha repercusión en todo el mundo.

Ese mismo mes, las mujeres argentinas bajo el lema “Ni Una Menos” organizaron un paro de una hora y movilizaciones masivas que repercutieron en América Latina y el Caribe.

Así surgió la convocatoria Paro Internacional de Mujeres (PIM), que convoca a una manifestación y paro para el próximo miércoles 8 de marzo, Día de la Mujer.

Agrupa a casi 30 países, incluyendo Argentina, Australia, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, la República Checa, Ecuador, Inglaterra, Francia, Alemania, Guatemala, Honduras, Islandia, Irlanda del Norte, la República de Irlanda, Israel, Italia, México, Nicaragua, Perú, Polonia, Rusia, Salvador, Escocia, Corea del Sur, Suecia, Togo, Turquía, Uruguay y Estados Unidos, además de muchos otros que están en contacto para unirse en un futuro próximo.

Bajo el lema “Solidaridad es nuestra arma” su proclama comienza diciendo: “Nosotras, las mujeres del mundo, estamos hartas de la violencia física, económica, verbal o moral dirigida contra nosotras. Y no la vamos a tolerar pasivamente. Somos solidarias y estamos unidas, en todo el mundo, para defender nuestros derechos humanos”.

Hace exactamente 2428 años, en el 411 a C, Aristófanes estrenaba su comedia “Lisístrata” en el Teatro Lenaico de Atenas, durante las fiestas dionisíacas, un antiguo recuerdo de las épocas matriarcales que habían durado más de 30 000 años, desde el Neolítico hasta el período micénico, en las que las mujeres habíamos regido los destinos del mundo.

En “Lisístrata” las mujeres de toda la Hélade, cansadas de la guerra y convocadas por Lisístrata, se rebelan contra los hombres y deciden no volver a tener relaciones sexuales con sus maridos hasta que éstos no hagan la paz.

Hoy la lucha es diferente, hoy defendemos nuestras propias vidas. Y nos rebelamos contra el terrorismo doméstico que nos mata, los valores patriarcales que nos humillan, los sueldos inferiores que nos discriminan y la pornografía que denigra nuestra dignidad.

Las feministas de la segunda oleada, que llevamos más de 40 años bregando por la plena igualdad y que hemos contemplado cómo esta reivindicación avanzaba paso a paso, hemos tenido que esperar hasta el siglo XXI para ver la presente marea planetaria, masiva, arrolladora, de la mitad femenina de la humanidad que clama por sus derechos.

“Las mujeres sostienen la mitad del cielo, porque con la otra mano sostienen la mitad del mundo”, dijo Mao Zedong.

Le faltó agregar que, unidas, somos imparables…

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