Cuando escucho los reproches y diatribas constantes de los hipócritas editorialistas militantes de derechas en la prensa dominante, sobre los arreglos electorales en el Nuevo Frente Popular, me viene espontáneamente esa expresión francesa que dice: «c’est l’hôpital qui se fou de la charité» (literalmente: es el hospital que se burla de la caridad).
Pero buscando en buen castellano la equivalencia de esa locución popular francesa he preferido en esta crónica aquella referencia al Quijote, de «dijo la sartén al cazo, apártate que me tiznas, ojinegra».
Una manera de significar al demagogo que los defectos que subrayan en la rápida y frágil alianza del Nuevo Frente Popular, son una paja en el ojo ajeno, comparándola con el cinismo político de Macron y su gobierno, sostenido abiertamente desde hace ya tres años por la extrema derecha neofascista a la que pretendía o pretende combatir, mientras aplica la misma política «iliberal» que nos anuncia el RN de Le Pen, neologismo muy en boga, para calificar la deriva hacia la dictadura y el abandono del Estado de derecho.
Son los mismos demagogos que en esa prensa amordazada por un grupo de poderosos oligarcas han pasado sin el menor escrúpulo de la paulatina «normalización» del neofascismo y de la xenofobia, a la diabolizacion de la izquierda parlamentaria y a la criminalización y violenta represión del movimiento ecologista, sindical y social.
El inconsistente partido de Macron, por mucho que cambie de nombre, no es sino un conglomerado de oportunistas sin fe ni ley venidos de horizontes diversos, cautivados por esa estrategia del presidente monarca que consistía en no ser de derechas ni de izquierdas y que han acabado siendo de extrema derecha.
Su anunciada desaparición esperemos que quedará sellada en esta elección legislativa, ya que su aliado RN ha decidido tirar de la cuerda con la que sostenía al ahorcado. Pero todos los chaqueteros macronistas encontrarán refugio en otras componendas o siglas políticas de derecha y extrema derecha, o se servirán de las puertas giratorias para encontrar un empleo, «atravesando del otro lado de la calle», según la expresión del propio presidente.
Ese fracaso político evidente de Macron ha conducido a poner de manifiesto la radicalización de la derecha política y empresarial ultraliberal que prefiere normalizar «el neofascismo» para evitar el justo reparto de la riqueza acumulada, mientras diaboliza a una supuesta extrema izquierda parlamentaria (Nupes y LFI), y ahora por razones obvias electorales el Nuevo Frente Popular, que no propone nada más que un programa económico keynesiano de reactivación de la economía con una mayor justicia social y fiscal.
Por suerte son hoy numerosos los economistas serios y no militantes ultraliberales quienes lo confirman cada día.
Lo más cómico o patético es que esa prensa al servicio del CAC 40, que echó su deontología a la basura, cuando un economista serio les canta, nunca mejor dicho, las cuarenta, se ven obligados a calificarlo como «economista de izquierdas». Los que defienden en cambio la propaganda del dogma ultraliberal, son calificados solamente de «economistas».
No entraré pues aquí en los detalles de los conflictos internos del NFP para designar a sus candidatos únicos o no en las elecciones del 30 de junio, provocados lamentablemente por cálculos políticos sectarios, o simplemente personales. Ya tienen bastante ustedes con la propaganda que destila la prensa internacional de derechas para impedir la llegada al poder en Francia de una izquierda de ruptura.
Haré una excepción con la única y anacrónica candidatura que me merece comentario particular: la del expresidente François Hollande, el sepulturero de lo que quedaba en Francia de Partido Socialista, el hacedor de la nefasta «ley trabajo», el responsable de la llegada al poder del banquero Macron, que nunca tuvo nada de socialista.
Pues bien, ese mediocre oportunista, que debería mantenerse en la sombra, y que vive como «expresidente» de la confortable renta que le pagan con el dinero de los contribuyentes, aprovecha la confusión política provocada con la disolución, para presentar su candidatura bajo las siglas del NFP.
A mi juicio, una verdadera provocación, un caballo de Troya en esa alianza antifascista, que el PSF no ha podido o no ha querido evitar, debido al clientelismo local que caracteriza siempre este tipo de elección legislativa.
Pero por el momento se trata de votar el 30 de junio por ese programa mínimo económico y social contra Macron y contra el RN, que el NFP ha propuesto aplicar de su llegada al poder.
Echar a Macron e impedir el paso de los neofascistas es hoy pues aquí una urgencia sanitaria inmediata.
Unas palabras por último para saludar ese golazo contra el neofascismo y contra la abstención que han sido las declaraciones de futbolistas tan populares como Kylian Mbappé, Marcus Thuram y otros jugadores de la selección nacional francesa de fútbol.