Afganistán: Unicef denuncia la venta de niñas menores de un mes para paliar el hambre de la familia

La  directora ejecutiva de Unicef Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Henrietta Fore, ha denunciado que bebés de veinte días de edad están siendo entregadas en matrimonio en Afganistán. A causa de la sequía y el hambre consecuente, el organismo internacional ha detectado un aumento generalizado de casamientos forzados para las niñas y jóvenes menores del país.

Unicef ha contabilizado los casos de 161 niñas –entre ellas bebés- vendidas en matrimonio en el espacio de cuatro meses. «Incluso antes de la reciente inestabilidad política, los socios de Unicef habían registrado, en 2018 y 2019, 183 matrimonios infantiles y diez casos de venta de niños y niñas de entre seis meses y diecisiete años, tan solo en las provincias de Herat y Baghdis», ha dicho Henrietta Fore.

Los datos de Unicef confirman que una cuarta parte de las mujeres afganas de entre quince y 49 años se han casado siendo todavía menores de edad, y que en muchos casos los matrimonios «forzosos» los arreglan los padres para paliar situaciones económicas al límite: «El año pasado, casi la mitad de la población de Afganistán era tan pobre que carecía de nutrición básica y de agua potable».

Con la llegada de los talibanes al poder, el pasado 15 de agosto de 2021, la situación se ha agravado ya que las niñas, al no poder acudir a la escuela por decisión del gobierno de los talibanes, se han convertido en una carga más en la familia, que intenta superarlo poniéndolas a trabajar o concertando un matrimonio.

La ejecutiva de Unicef ha recordado que un matrimonio infantil «puede conducir a una vida de sufrimiento», porque las niñas que se casan antes de la mayoría de edad «tienen menos probabilidades de permanecer en la escuela y más probabilidades de sufrir violencia doméstica, discriminación, abuso y acabar teniendo una mala salud mental».

El semanario francés L’Express cuenta en su última edición el caso de las hermanas Farishteh, de seis años, y Shokriya, de un año y medio, residentes con sus padres en el campo de refugiados de Qala-i-Naw, capital de la provincia de Badghis, una de las más pobres del país, donde se han refugiado a causa de la sequía, que acaban de ser vendidas a las familias de sus futuros maridos, también menores, por 3350 dólares la mayor y 2800 dólares la pequeña.

Los compradores han dado un anticipo y seguirán pagando durante meses, quizás incluso años, hasta completar las cantidades estipuladas: en el momento en que eso ocurra las niñas deberán despedirse de sus padres para pasar a depender de las familias de sus maridos, como acaban de hacer Siana, de nueve años, y Edi Gul, de seis, hijas de Mohammad Assan, desplazado en otro campo de Qala-i-Naw: «No hemos vuelto a verlas –se lamenta el hombre- No queríamos hacerlo pero tenemos que alimentar a los otros hijos». Por lo visto no ha sido suficiente, los periodistas de L’Express han sabido que Assan está en negociaciones para vender a otra hija de cuatro años.

Con el gobierno «democrático» de los últimos diez años, en Afganistán la edad legal para que las niñas pudieran contraer matrimonio era de dieciséis años. Según un informe de Unicef de 2018 «el 42 por ciento de las familias afganas tienen una hija que se ha casado antes cumplir esa edad. En primer lugar por razones económicas, porque con frecuencia el matrimonio es la manera de garantizar la supervivencia de una familia»; y también porque comprar una niña cuesta menos que casarse con una mujer adulta.

«Está en juego el futuro de una generación», ha dicho la directora ejecutiva de Unicef, instando a los líderes religiosos talibanes a que terminen con los contratos matrimoniales (Nekah) con menores, abriendo las escuelas para niñas de primaria y secundaria «y permitiendo que todas las maestras reanuden su trabajo».

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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