Alemania rica en pobres

Así de contundente lo proclama, con grandes caracteres en su portada del 19 de diciembre de 2013, tal y como acostumbraban a hacer los tabloides del siglo pasado, el digital Myeurop, que semanalmente recoge artículos de distintas publicaciones y firmas europeas.

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En este caso se trata de un artículo firmado por Ludovica Clerima, quien asegura que más del 15% de los alemanes viven hoy por debajo del umbral de pobreza, según un informe reciente de la asociación de lucha contra la pobreza Der Paritätische, y que sigue aumentando “la fosa existente entre las ciudades del oeste, cada vez más ricas, y las del centro que se empobrecen”.

En Alemania, se considera pobre a una persona que tenga que vivir con menos de 869 euros mensuales. Para una familia con dos hijos el umbral de pobreza se sitúa en 1.826 euros.

La pobreza que empieza a afectar seriamente a los alemanes es paradójica (diario ZeitOnline), si tenemos en cuenta “la situación más que envidiable del país: en noviembre de 2013 el índice de paro estaba en el 6,9% y el PIB había crecido un 0,3% en el último trimestre”.

El informe subraya la diferencia existente entre distintas regiones del país: mientras en Baviera la pobreza apenas afecta al 11% de la población en la zona de Bremen llega al 23%, lo que contribuye a perpetuar la diferencia entre las ciudades y pueblos que después de la segunda guerra mundial quedaron en el “oeste” (según el reparto oficial) y las que permanecieron en el “este” (área de influencia soviética).

Los analistas atribuyen ese aumento de la pobreza al crecimiento progresivo de empleos precarios: “Trabajos mal pagados que debilitan a la población mientras permiten que el gobierno salve la cara en lo que se refiere a las cifras de paro”. Cerca de una cuarta parte (22%) de la población alemana trabaja a tiempo parcial, una situación que afecta principalmente a las mujeres (33%) y a los jóvenes de 15 a 24 años (otro 33%).

Presionado por sus pares europeos y por los socialdemócratas con los que se ha visto obligado a pactar, el gobierno de Angela Merkel ha accedido, en diciembre de este año, a instaurar por fin un salario mínimo en el país de 8,50 euros. Medida que ha provocado la protesta de un grupo de economistas, que se manifiesta en contra en una columna publicada en la edición alemana del diario Huffington Post, por estimar que va a ser nefasta para la economía alemana: recomiendan aplicar el modelo británico, donde el salario mínimo varía en función de la edad y la cualificación del trabajador (por el mismo trabajo, “un joven inglés de 16/17 años cobra 4,40 euros por hora mientras que otro de 22 años gana unos 7,15 euros, según cifras de 2012).

Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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