Un grupo de lo que antes denominábamos intelectuales -¿queda algo de eso?- y solía configurar a una serie de profesionales relacionadas con el espectáculo, el periodismo, la literatura, el arte o la judicatura acaba de hacer público un manifiesto que creo ya se difundió meses atrás en pro de un gobierno de progreso, del que formaría parte el Partido Socialista, Unidos Podemos y Ciudadanos.
Como tal escrito sale a la luz días después de que Ciudadanos se plegara a las condiciones del Partido Popular para lograr la investidura de don Mariano el Simple, dudo de la oportunidad y pertinencia de semejante manifiesto. Si no quedó sobradamente demostrado que Ciudadanos nada quiso saber con Unidos Podemos cuando pactó con el PSOE en la pasada legislatura, ¿a qué viene tratar de lograrlo ahora, tras someterse el partido de Rivera a las condiciones impuestas por el PP? ¿Se pretende acaso que a base de ser bisagra y girar a derecha e izquierda Ciudadanos se venga abajo?
Para esa labor, me temo, ya está la estrategia llevada a cabo por el Partido Popular y su líder, que en su discurso de investidura dejó tan disgustados a sus aliados naturales. Don Mariano planteó en su tediosa y plana alocución que no hay otra posibilidad de gobierno que la que él encabeza, si no se quiere ir a unas nuevas elecciones, aviesamente fijadas por él mismo para el día de Navidad. Repite Rajoy hasta la saciedad que eso sería lo peor para España, pretendiendo con ello culpabilizar al PSOE de no facilitar un gobierno de derecha y aplicando sobre el partido de la oposición un chantaje inadmisible, en contra de su propia identidad y trayectoria.
Sin embargo, luciendo esa falsa bandera de la responsabilidad -de todo punto impropia del partido más corrupto de nuestra historia (dos minutos dedicó discurso de Rajoy a esa lacra)- y reprochando al Partido Socialista que no se pliegue a la abstención para evitar esa tercera cita con las urnas, lo que el Partido Popular puede quizá esperar luego de su pacto con Ciudadanos es que las urnas le devuelvan muchos de los votos acaparados por el partido naranja, ya en parte cobrados en la segunda cita electoral. Del señor Rivera y sus regeneracionistas falsarios va a quedar muy poco en las urnas que vengan, si vienen. Esto es lo más previsible de esa próxima convocatoria.
En Génova se sabe y tiene además el mejor argumento para ganar votos: culpar al PSOE de votar en Navidad.