Ángel Calderón de la Barca y Belgrano nace en Buenos Aires en 1790, hijo de un español administrador de aduanas y de una criolla, Josefa Belgrano.
En 1808 viaja a Londres y de allí a España participando en la Guerra de la Independencia. Hecho prisionero, fue deportado a Dijon y después al castillo de Licthenberg y a la fortaleza de Landau, hasta el final de la guerra
A finales de 1819 se le concede un cargo honorífico como agregado de la Secretaría de Estado, comenzando su carrera diplomática.
Secretario interino del Ateneo Español el 14 de mayo de 1820, es nombrado ese mismo año secretario segundo de la Embajada en Rusia. En 1824 es sometido a un «expediente de purificación». por no haber abandonado su cargo durante el Trienio Liberal, pero ese año es designado agregado de la Embajada de España en Londres por recomendación de Francisco Cea Bermúdez, presidente del Consejo de ministros y ministro de Estado, quien había sido su jefe en Rusia; y después, en 1826, es nombrado oficial de la Secretaría de Estado.
Enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en los Estados Unidos (1835-1837). En 1836 se niega a jurar la Constitución de 1812 al considerar que estaba desfasada, lo que era muy evidente, siendo cesado; pero si prestó juramento a la Constitución de 1837, lo que le permitió seguir como ministro plenipotenciario en Estados Unidos en 1838. En 1836 había sido destinado a la legación en Londres. Por estos años se casa con Francesc Erskine Inglis.
El 11 de marzo de 1839 es nombrado Embajador de España en México, el primer embajador de España en México después de la independencia, hasta 1841, resistiéndose a la independencia de la Corona española. Durante la estancia en México, Calderón de la Barca contribuye a la fundación del Ateneo Mexicano, el 20 de septiembre de 1840, con sede en el Colegio Mayor de Santos, posiblemente el primer ateneo fundado en América Latina.
Su mujer, es la autora de un retrato de costumbres titulado La vida en México durante una residencia de dos años en ese país, publicado en 1843 y que ha tenido numerosas ediciones. Dicho retrato está compuesto por parte de la copiosa correspondencia dirigida a su familia -54 cartas-, que reside en Boston. Esa primera edición aparece en Norteamérica con un prefacio del historiador William H. Prescott, amigo de su marido. Posteriormente se publica en Londres gracias a la mediación de Charles Dickens. La primera edición española es de 1920.
El texto de Francesc Erskine Inglis se centra en la vida cotidiana y en el descubrimiento de la huella española en un país convulsionado por los pronunciamientos políticos. Ha sido considerado como una obra superficial, cuando no elitista. Se han hecho numerosos trabajos sobre el mismo, entre los que destaco ahora: i) María Bono López (Instituto Tecnológico Autónomo de México-ITAM) sobre las referencias al mundo indígena mexicano; y ii) Ana Belén López García (U. Politécnica de Madrid) sobre las fuentes documentales que se sirvió la autora, entre las que destacan Fray Servando Teresa de Mier o Humboldt y sobre todo, numerosos periódicos mexicanos de la época.
Por su parte nuestro embajador es autor del Diario de Ángel Calderón de la Barca, primer ministro de España en México (incluye sus escalas en Cuba), cuyo manuscrito taquigrafiado se encuentra en una universidad norteamericana y ha sido estudiado y editado por Miguel Soto (Universidad Nacional Autónoma de México-UNAM) para el Servicio de Relaciones Exteriores de México.
En 1841 se instala en La Habana y retorna a la Península con los moderados en el poder, siendo designado Vocal de la Junta de Examen y Liquidación de Créditos procedentes de Tratados (1843), subsecretario del Ministerio de Estado (1844) y nuevamente ministro en los Estados Unidos desde el 14 de febrero de 1844 hasta el 21 de junio de 1853. Sus ideas conservadoras chocan con la forma de gobierno republicana; no obstante, se relaciona con el presidente James Knox Polk, quien en 1848 intenta comprar Cuba a España. En las Cortes españolas es criticado por no defender los intereses españoles ante la expedición de Narciso López a Cuba (1850). Por otra parte, apoya a Estados Unidos en su guerra contra México (1846-1848)
Entre 1844 y 1848 figura como socio del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid en los Listados de socios de 1844, 1847 y 1848, en la Biblioteca Digital del Ateneo de Madrid.
Ministro de Estado hasta el 17 de julio de 1854 con Francisco Lersundi y Luis Sartorius, dimite a causa de la revolución que da paso al bienio progresista, y parte al exilio. En 1856, cuando los moderados retornan al poder, ocupa su escaño como senador vitalicio.
Muere en San Sebastián en 1861.
El Ateneo Mexicano
Como hemos dicho, durante la estancia en México, Calderón de la Barca, basándose en el Ateneo de Madrid, contribuye a la fundación del Ateneo Mexicano, en noviembre-diciembre de 1840; posiblemente el primer ateneo fundado en América Latina. Al parecer Calderón se desilusiona y abandona el proyecto porque los objetivos meramente literarios tomaban una dirección política nacionalista, manifestando incluso que le pesaba haberse metido en el proyecto.
En enero de 1841 se verifica su instalación tomando las riendas Andrés Quintana Roo, José de la Cortina, Luis Gonzaga Cuevas y Pablo Vergara. El Ateneo Mexicano editará la revista El Ateneo Mexicano. Omnium Utilitati (1844-1845).
Efectivamente, el Ateneo siguió el proyecto de «mexicanización de la literatura», que ya venía de la ilustración novohispana, incluyendo autores como Francisco Javier Clavijero, Francisco Javier Alegre, Juan Bautista Muñoz y Alonso de Molina. Se trataba pues de ahondar en la identidad nacional a través de la educación y la cultura, de desarrollar un proyecto patriótico.
De las numerosas referencias existentes en México, me gusta especialmente el trabajo de Erika Madrigal Hernández (UNAM) titulado «El Ateneo Mexicano (1840-1850): una constelación cultural intergeneracional», que muestra como en el Ateneo se reúnen dos grupos claves en la historia de México: los consagrados que experimentaron la guerra, la consumación de la Independencia y la consolidación de la Nueva República y el de los jóvenes que experimentaron el proceso de la Reforma.
Entre los consagrados, además de los citados, están: José María Lafragua, José María Tornel, Juan Bautista Morales, Lucas Alamán, Juan de Orbegozo, José María Bocanegra, Luis Gonzaga Cuevas, Manuel Carpio, Isidro Rafael Gondra, Miguel Bustamante Septien, José Joaquín Pesado, Pascual Almazan, Melchor Ocampo, Manuel Larrainzar, José María Lacunza, Mariano Otero, Lorenzo Hidalga, Francisco Modesto Olaguibel Martiñón, José Ramón Pacheco, Fernando Calderón y Beltrán o José Fernando Ramírez. Y entre los jóvenes: Casimiro del Collado, Alejandro Arango y Escandón, Guillermo Prieto, Eulalio María Ortega, Manuel Orozco y Berra o Manuel Payno.
Desde 1840 a 1844, se suceden las directivas, ocupando cargos personalidades como Valentín Canalizo, José María Bocanegra, José María Tornel, Mariano Otero, José María Lafragua, Guillermo Prieto, Isidro Rafael Gondra, Pedro Fernández del Castillo, Benigno Bustamante o Lorenzo de la Hidalga.
Según el Reglamento, el objetivo es propagar los conocimientos útiles, adquirir otros nuevos, fomentar las artes y la industria. Para ello crearon veinte secciones, algunas convertidas en cátedras, cada una presidida por un eminente ateneísta; a saber: 1) Redacción y revisión, José maría Lafragua; 2) Geografía y Estadística, Pedro García Conde; 3) Literatura, Andrés Quintana Roo; 4) Legislación, Mariano Otero; 5) Industria, Mariano Gálvez; 6) Idiomas, Camilo Bros; 7) Ciencias morales, Ignacio Vera; 8) Ciencias naturales, Miguel Bustamante; 9) Ciencias militares, José María Tornel; 10) Economía política, Juan Bautista Morales; 11) Dibujo lineal y arquitectura, Lorenzo Hidalga; 12) Dibujo natural, Jesús Corral; 13) Lengua castellana, José G. de la Cortina; 14) Historia, José María Lacunza; 15) Agricultura, Isidro Rafael Gondra; 16) Fomento, Pablo Vergara; 17) Instrucción primaria, Rafael Espinosa; 18) Ciencias médicas, Manuel Carpio; 19) Matemáticas, Manuel Castro; y 20) Música, Rafael Palacios.
Conclusiones
Por lo que se refiere a Ángel Calderón de la Barca, no cabe duda, se basa en el Ateneo Español y en el Ateneo de Madrid para la fundación del Ateneo Mexicano; pero nuestro diplomático, como muchos ateneístas españoles, fueran liberales, absolutistas o conservadores, no aceptaron de buen grado la independencia de las repúblicas «iberoamericanas». En el Ateneo de Madrid, durante el siglo diecinueve, se pueden ver muestras de ello, aunque hubo algunas excepciones.
El Ateneo Mexicano se dota de recursos de vinculación social: revista literaria, cátedras públicas, biblioteca o convocatorias literarias, con los que da un carácter público a la difusión del conocimiento y contribuye a la construcción de la ciudadanía y de un Estado moderno, con la generación de un nuevo orden en el ámbito político. Los ateneístas mexicanos constituyen una asociación intergeneracional, heterogénea ideológicamente y multidisciplinaria y como bien apunta Érika Madrigal Hernández, como una constelación cultural intergeneracional, el Ateneo Mexicano «significó una plataforma integral en la configuración de una cultura pública»., la de los ciudadanos del México independiente.
Sus actividades resultan truncadas por la guerra de México con los Estados Unidos.