La vida se sucede con amor hasta en lo más pequeño, que hemos de valorar en equilibrio y con bondad. Por ende, debemos avanzar por los lares que pronostican los mejores anhelos con mutaciones que nos lleven donde la emoción es singular y sincera. Repartamos cariño.
Nos debemos dar, en consecuencia, esos avisos que nos previenen gratamente a través de sensaciones que son caricias en un proceder asequible. Estimemos sin cuantificar.
Busquemos en los papeles las motivaciones genuinas. Hagamos que todo sea una gran sonrisa con la que animar y continuar por sendas de gratitud espiritual.
Los elementos que fueron auténticos premios han de ser los baluartes del futuro. Debemos buscarlos. Nos debemos ansias de paz.
Amar
Prendo esa óptica. Desde el hechizo de la reflexión diaria, resaltaré y amaré todo cuanto haces, lo que eres, con lo que me indicas lo mejor de mí mismo, desde la actuación más maravillosa, y te seré en la honra que me propone y me gusta de principio a fin.
Genero entusiasmo, y me soy en la entrega que corrige y me dispone a ser en la esperanza que es quietud. Te manifiesto amar desde la vecindad, y eso es lo que hago.
Sabes
Confortemos. Sabes que te beso cada noche, cuando nadie me ve, ni siquiera tú. Me meto en tus sueños, y te beso, y sugiero cambios que nos muden a las lunas y sus satélites, donde no haya prisas ni circunstancias atenuantes. Sabes, lo intuyes, que te beso cada mañana, y a mitad del día, y cuando este finaliza. Lo sabes, y por eso lo hago, para saberme yo también.