Mercedes Arancibia
Verano de 1980 en la república democrática alemana. Bárbara, médico pediatra, ha pedido autorización para abandonar el país y marcharse a Occidente. Como castigo, la trasladan de Berlín a un pueblo mientras su amante Jörg, que reside en el Oeste, prepara su huída. Bárbara espera. El piso, los vecinos, el verano, el campo, nada parece importarle. Trabaja a las órdenes de André, cirujano. Es cariñosa con los pacientes pero distante con sus compañeros. Espera un futuro que comenzará en otro lugar. André confía en ella, en su profesionalidad, sorprendiéndole. ¿Por qué no la denuncia cuando ayuda a una adolescente huída de un centro de reeducación? ¿La está vigilando? ¿Se ha enamorado de ella?… Se acerca el día de la fuga y Bárbara empieza a perder el control que ha logrado conservar con tanto esfuerzo…
Los alemanes, igual que otros muchos pueblos, incluido el español, siguen utilizando todo tipo de manifestaciones artísticas, y entre ellas el cine, para arreglar cuentas con el pasado. Mientras sigan existiendo supervivientes de la locura nazi, el cine y el resto de las artes seguirán hablando de ello, porque escuece, lo mismo que seguirá siendo materia de reflexión, hasta que deje de escocer, ese pasado más reciente de una Alemania cortada en dos, con las familias, los amigos y los vecinos separados por un muro o un hilo fronterizo, y con los familiares, amigos y vecinos transformados en espías y denunciantes. La película Bárbara -“perturbadora y asfixiante” pero muy hermosa, que se estrena el viernes 5 de abril de 2013- se ocupa de esta última especie, la de los alemanes encerrados en la RDA y jugándose la vida para escapar de ella, y la burocracia y los espías espontáneos empeñados en impedírselo.
Emocionante, rabiosa, triste, la vida de Bárbara es la historia de una “hermosa cautiva de un mundo comunista desolado, una heroína perdida en un desierto novelesco”. Interpretada por la espléndida actriz Nina Hoss (La mujer del anarquista, las partículas elementales, La Masai blanca, Anonyma-Una mujer en Berlín), “una belleza hierática e inquietante”, magníficamente secundada por el hasta ahora actor teatral Ronald Zehrfeld (en el rol del cirujano André) y dirigida por Christian Petzold (Control de identidad, Yella, Jerichow), nos sumerge en el marco de una irrealidad conocida: la del final de un régimen donde todo ha fracasado ya y solo quedan el decorado y un miedo irracional a todo, a dejar escapar el menos gesto, a que la palabra más inofensiva se analice y desmenuce como si se tratara de una consigna revolucionaria. Todo está inscrito en un orden inmóvil y nada debe intentar quebrarlo. Vigilantes, los agentes de la temible Stasi , miserables vecinos que mantienen su estatus a base de denuncias, se vuelcan sobre el menor indicio. La vida cotidiana de niños y adultos transcurre en un perpetuo clima de terror. Bárbara, vigilada día y noche por un agente de la stasi que frecuentemente destroza su apartamento y le hace pasar por la humillación de un cacheo corporal, se debate “entre la tentación de la huída y la responsabilidad moral de la resistencia, entre la escapatoria individual y el nacimiento de un amor”.
Como en las magníficas Good Bye Lenin y La vida de los otros, en Barbara -galardonada con el Oso de Plata al mejor realizador en la Berlinale de 2012- no se trata solo de contar la resistencia, en la mayoría de los casos individual, a un régimen político exterminador sino también de dejar en el aire algunas preguntas de rabiosa actualidad, como por ejemplo, si es cierto que el presente es tan incierto y puede haber un futuro mejor y, en consecuencia, si es cierto que la auténtica vida se encuentra siempre en otra parte (las vidas que pudimos tener, el lugar equivocado…). El resultado es una buena película, sensible e inteligente.
Los paisajes de colores otoñales de un lugar cerca del mar perdido en el mapa de la Alemania más triste son un bellísimo contrapunto a la tristeza del ambiente tenso y asfixiante de un régimen que agoniza, a la supervivencia en medio del terror cotidiano.
http://youtu.be/6XNxnp_aiMY
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Una matización, la película «Good bye Lenin» no es un relato sobre la resistencia frente al régimen comunista si no que es un ejercicio de nostalgia respecto a la vida cotidiana en la RDA.
Pasando a otro tema, resultaría raro que se hagan películas denunciando los males del comunismo, cuando ya no hay comunismo, si no fuera porque en el estado actual de las cosas cada vez hay más gente que cuestiona el sistema económico actual. De ahí el interés en producir películas anti-comunistas, para prevenir que los movimientos sociales puedan cuestionar el sistema capitalista y que se limiten a simples reivindicaciones ciudadanistas, incapaces por si mismas de generar cambios sustanciales.Se trata de convencer a la gente de que el sistema económico actual es el único posible.
Yo también he visto Good Bye Lenin, no me refería a que contaran lo mismo sino a que eran buenas películas, evidentemente mal expresado. Y yo creo, como he dejado escrito, que en Alemania no han saldado todas sus cuentas con el pasado…Su reflexión sobre el capitalismo es aplicable a todo el occidente. Gracias por el comentario