El artista chileno Benjamín Luna Valdés, radicado en Madrid, presenta su último trabajo en una exposición titulada NO FUTURO.
Se trata de una interacción llena de belleza terrestre y telúrica entre el artista y los componentes que muestran los cimientos de nuestra sociedad, desde los caldeos y sus zigurats de barro y paja hasta nuestras modernas torres hechas de acero y hormigón, a fin de mostrarnos que, de seguir así, de seguir esta utilización insostenible de los recursos del planeta, no hay futuro para nuestra sociedad.
Sin embargo, a pesar de este declarado catastrofismo, la exposición es de una gran belleza y no se limita a transmitir un mensaje tan sabido y por ello olvidado.
Para llamar la atención, el artista sitúa su trabajo en un futuro no tan lejano. Estamos en el año 2047. La humanidad entera sucumbió ante sí misma. Hay una crisis mundial de escasez que dura ya 40 años, tanto de materias primas como de productos elaborados. Tenemos clara cuál es a causa, no es otra que la contaminación ambiental, pero no hemos frenado las emisiones. Ahora las ciudades han quedado abandonadas, los campos desérticos, áridos e infértiles. El porvenir nunca se había visto tan oscuro y desesperanzador si exceptuamos aquellos años previos a la llegada del año 1000, cuando todos creían que el fin del mundo se iba a producir de manera inminente y ya no sembraban porque quién iba a recoger.
Por ello, esta búsqueda de este acercamiento a lo telúrico se hace a través de los materiales cotidianos con los que estamos relacionados, desde el comienzo de nuestra civilización hasta el día de hoy y, por medio de ellos, busca el artista acusar el crecimiento desmesurado al que nos hemos precipitado como especie, remplazando la tierra por el cemento y el asfalto.
Dentro de este panorama sombrío, el hombre que se hace preguntas, que aún tiene capacidad de hacérselas, siente la necesidad de retratar su mundo, de dejar constancia de ese NO FUTURO al que le han llevado sus acciones insolidarias con el planeta. Pero si a lo largo de los años no ha habido consideración alguna hacia la casa común, tampoco hay ahora un espíritu colectivo que anime ese afán del artista por perpetuar lo que queda y él solo ha de encontrar los materiales con los que llevar a cabo su tarea.
No es difícil establecer semejanzas y paralelismos entre lo que ocurre en ese año no tan lejano de 2047 y lo que está ocurriendo hoy en día. Esa situación de caos y muerte no es en absoluto producto de la fantasía del artista que ha querido situar sus pinturas y esculturas en ese mañana. Esas texturas, esos materiales son actuales y contemporáneos a nosotros y, dentro de su belleza formal, toda una advertencia por si todavía estuviéramos a tiempo.
Es decir, que el chiste de El Roto que reza «No temáis por vuestro futuro, no lo tenéis», como un apóstrofe que alguien siniestro dirige a los jóvenes, se vuelve aquí advertencia positiva con la esperanza de que todavía estemos a tiempo.
Los títulos de sus creaciones son descriptivos y no dejan lugar a dudas: Sequía (I, II, II, IV y V), Cadenas, Nadir de un cielo contaminado (I y II), Ciudad plana, Ciudad negra, garganta, Lava, Tierra arriba, Sequía Tetráptico, Noche… Y para terminar, Medusa, en honor a este ser mitológico que ama destruir lo que más ama.
Por ello, esta investigación busca hacer un cruce y una alusión a la pintura en el inicio de nuestro tiempo, desde que pasamos el umbral de lo “animal a lo humano”. Y es la prueba de que, como en el milenarismo aludido que produjo las bellas imágenes que ilustran los «beatos», también ahora el arte puede producir obras de inmensa belleza como las que forman esta exposición.
En cuanto a las técnicas usadas, sus texturas son el resultado de una sucesión de experimentos con materiales de construcción. Manipulándolos, intenta alejarse de la pintura sintética para revelar una gama de colores provenientes de estos elementos, marrones, negros, ocres, azules estrellados e incluso algún blanco que estalla pulverizado entre la lava… Son parte de su origen como materia. Pero también los colores que son activados a través de diferentes reacciones químicas explotan como estrellas, son estrellas del repertorio de cada elemento.
Benjamín Luna Valdés (Antofagasta, 1987) es titulado en Técnicas Escultóricas de la Escuela de Arte La Palma, Durante el verano de 2016, Benjamín Luna ha trabajado como asistente del artista suizo Bernard Garo en la ciudad de Nyon, Suiza, en una instalación y unas piezas escultóricas que serán presentadas en una nueva exposición del artista suizo.
- Exposición NO FUTURO, de Benjamín Luna Valdés
Del 7 al 30 de septiembre de 2016
Lugar: Alianza Francesa (Cuesta de Santo Domingo, Madrid)