Recientemente he asistido a un curso de Permacultura en un Centro para Seminarios en Alemania, Hof Herrenberg y durante el mismo vino a hacernos una presentación sobre gestión de bosques Burkhardt Klose, director de la gestión de un bosque comunitario en la comarca de Michelstadt, región de Odenwald.
Burkhardt empieza diciéndonos que la gestión sostenible de bosques no es nada nuevo. Nos muestra una frase de Siddharta Gautama, es decir, Buda, que vivió por los años 560-480 antes de Cristo. Después habla de un moderno concepto de gestión forestal diseñado a principios del siglo XVIII por un personaje llamado Karl von Carlowitz, de Sajonia, recogido en su libro “Silvicultura Económica”, en el que establece cómo y cuando plantar y cortar los árboles que se regeneran más fácilmente. Incluye la plantación y corta en un sistema de espacios y recepción de luz, calcula el rendimiento económico de los productos forestales mediante un diseño previo. Presta suma atención a la fauna, distinguiendo la fauna positiva para la sostenibilidad biológica del sistema y la que es perjudicial para la regeneración del bosque.
Actualmente existen en Alemania tres tipos de bosque en lo que se refiere a gestión. Federales, comunitarios y privados. Es el país europeo con mayor extensión territorial de bosque y con mayor potencial económico y de investigación, un tercio de la superficie del país, que representan 11,1 millones de Has. de bosque con 1215 especies de plantas, 76 tipos de árboles con predominio de coníferas, hayas, robles y tilos, miles de especies animales, en su mayoría insectos. Se basan en tres pilares: Economía, Sociedad, Sostenibilidad. Como soporte a estos pilares, el mantenimiento de suelos sanos y agua limpia de cualquier contaminación. Hay algunos datos forestales estadísticos de interés, que tienen en cuenta la altitud, ubicación, calidad y nuevas plantas. Los impuestos sobre bosques son altos y variables: 33% en los federales, 23% en los comunitarios y 44% en los privados. En cuanto a generación de empleo, en toda Alemania, 1.300.000 puestos directos, sin contar el funcionariado, más los indirectos.
La comarca de Michelstadt tiene una superficie de 1000 kms. cuadrados y una población de unos dos millones de habitantes. Ejerce una función social importante en cuanto a empleo, ingresos y actividades socioculturales. En la producción, cuenta la energía solar, biomas, emisión de oxígeno, agua, minerales. La zona produce 10 m.3 de madera por hectárea/año. Buckardt nos dice que en en su caso, como responsable de un bosque comunitario mantiene un sistema de gestión permacultural.
El sistema de corta desde hace diez años es selectivo por ley. Este método mantiene el ecosistema, mejora la calidad y por tanto el valor económico del producto. La corta selectiva define los espacios a liberar en función de edad y calidad para plantar árboles nuevos. Incluso define en qué punto del árbol hay que efectuar la corta. Teniendo en cuenta que la copa ocupa la mitad del árbol, debe cortarse lo más bajo posible. La recepción de luz define el número de árboles a plantar en cada zona. El bosque mixto es un requerimiento fundamental para la nutrición de suelos y sostenibilidad del ecosistema. Con la corta libre era necesario el mantenimiento de viveros pero la corta selectiva ha eliminado esta necesidad.
En cuanto al sistema de bosque comunitario sostenible 2013 en Michelstadt, el enfoque prioritario reside en un mantenimiento de sus ecosistemas que incluyen un diseño ecológico de carreteras que no impacten negativamente en el medioambiente. Incluso la maquinaria utilizada está pensada con el mismo propósito de mínimo impacto sobre la capa mineral del subsuelo que activa la reproducción. Todo ello repercute en el incremento de calidad, de la tasa de producción y de comercialización.
El mantenimiento de la biodiversidad está asentada sobre la capacidad del habitat para protegerse a si mismo de especies no deseadas, como ciertos hongos. Asegurarse de la presencia de insectos, plantas endémicas específicas de la zona, ríos y cañones profundos, fauna. Algunas especies de fauna salvaje, como los linces y los ciervos están regresando gracias a un sistema de regulación natural para su protección. La protección de la fauna forma parte de la gestión forestal como instrumento fundamental del mantenimiento de la biodiversidad en los ecosistemas presentes. Permiten la presencia de algunas plantas que eliminan invasiones perjudiciales, por ejemplo escarabajos. El fomento de la presencia de aves y su espacio para anidar son importantes en la gestión integrada del bosque, pues éstas se ocupan de mantener las plagas a buen recaudo. Y por supuesto los pesticidas están rigurosamente prohibidos en una gestión forestal permacultural.
El uso eficiente de cada parte del árbol está sistematizado. Tienen en cuenta que el 80% de los nutrientes está en las hojas de los árboles. El intervalo de períodos de cosecha es más o menos de diez años, aunque varía en función de zonas y especies. Venden los troncos a compañías madereras para su elaboración industrial. Anualmente comercializan las ramas tiernas, dejando siempre sobre el suelo una cantidad para alimento de la fauna salvaje. El sistema de corta fuegos está bien organizado y quizá porque el clima húmedo favorece, los incendios son escasos y cuentan con un buen sistema de control. Los incendios intencionados son prácticamente inexistentes. Los alemanes han aprendido en profundidad lo que perderían con la pérdida de bosques.
La gestión de un bosque comunitario es más libre y fácil que la de bosques federales donde existe una burocracia mucho mayor. Mantienen una interacción continua con la comunidad, que tiene influencia en las decisiones, ya que ésta ejerce una función social.
En Alemania gestión es igual a economía. En Michelstadt obtienen un beneficio neto de 200.000,- € por cada 100 Has./año. Su sistema tiene en consideración el mantenimiento del habitat, plantas, fauna, recursos madereros y recreación, al mismo tiempo que asegura el equilibrio entre las necesidades humanas y los recursos para las generaciones futuras.
Todo lo anterior me llevó a recopilar documentación sobre la zona más arbolada de España, Galicia. Primero me puse en contacto con la Sociedade Galega de Historia Natural quien me envió un documento de lo más revelador. El Plan Forestal para Galicia prima la producción a corto plazo, habla de ‘superficies puramente productivas’ con monocultivos de coníferas y eucaliptos, lo que resulta en opinión de la Sociedade Galega totalmente anacrónico; repite el error histórico de las repoblaciones forestales del pasado por el ICONA. La Sociedade Galega propone una silvicultura ‘en mosaico’, con masas intercaladas de distintas especies de frondosas y coníferas para preservar la biodiversidad, frenar el avance de las plagas y el fuego y así garantizar un suministro sostenible de productos forestales y rendimiento económico.
Otoño en GaliciaEstá bien hablar de una silvicultura en mosaico, pero aún así no sabemos nada de la fauna, mayoritariamente insectos, ni de repoblación natural de especies en peligro de extinción, precisamente por ese plan casi exclusivamente productivista, solo con vistas a una rentabilidad a corto plazo, que significa la muerte de los ecosistemas del bosque a medio y largo plazo. En Alemania se preocupan por dejar una buena herencia a las generaciones venideras, aquí ni se mencionan.
Como hemos visto anteriormente en Alemania los diferentes tipos de bosque, -federales, comunitarios, privados- se gravan con distintos tipos de impuesto, los más altos a los privados. En Galicia ‘el capítulo presupuestario del Plan es poco riguroso y casi exclusivamente productivista, con vistas a la rentabilidad a corto plazo, hecho difícilmente justificable, ya que dos tercios de la inversión total es con cargo a fondos públicos’. Descontados los gastos generales – administrativos y lucha contra incendios- el 92,7% del presupuesto se dedica a fines económicos, solo un 4,3% a fines ecológicos y un 3% a fin social. Con estos datos, ¿ cómo se pueden cumplir los objetivos del Plan de ‘conservación y protección de los recursos naturales’ y ‘la mejora de la calidad de vida mediante formas de uso social’? Con estos mimbres la sostenibilidad es imposible.
Sigue el informe de la Sociedade Galega: ‘Las subvenciones públicas a las asociaciones profesionales privadas constituyen una partida presupuestaria casi tan grande como la destinada a la adquisicion por la Xunta de Galicia de terrenos en los espacios sensibles de interés ecológico’.
La guinda sobre el pastel es que este Plan Forestal nunca ha sido debatido en profundidad, carece de consensos o mecanismos de participación de colectivos especializados en medio ambiente o ciudadanos. Es decir, en su redacción no han participado ni universidades gallegas, ni el CSIC, ONGs de defensa medioambiental ni interlocutores sociales.
Pero aún desde nuestro punto de vista hay otro problema más grave para llevar a cabo una gestión equilibrada: El minifundio. En Galicia un 70% del territorio está clasificado como forestal pero un 30% del mismo está desaprovechado por la concentración de minifundios privados. Esto dificulta el aprovechamiento forestal. El nivel de retorno del rendimiento forestal para un pequeño propietario, no incentiva la gestión activa y profesionalizada.
Se echa de menos la figura alemana de bosque comunitario con todas las ventajas que vimos en la primera parte de este trabajo. El bosque comunitario favorece la producción, la industria de transformación, con materia prima certificada y de calidad, competitiva y con valor añadido. Sin una silvicultura eficiente el monte se quema y su potencial se diluye.
Hacen falta otros modelos de gestión entre los cuales estarían la educación cívica de respeto al bosque, de su gran riqueza presente y futura, creando la mentalidad de que hay que trabajar para los que nos siguen. Nunca mais esa absurda mentalidad de rentabilidad a corto plazo. ¿Y después, qué?