El cambio climático los expulsa del lugar en el que han vivido desde que tienen memoria. Son más de un millar de personas, los gunas de Gardi Sugdub (la isla de los Cangrejos), una comunidad que ha habitado –hasta esta semana– aquella pequeña isla situada en la costa caribeña de Panamá.
Unas trescientas familias que –hasta ahora– vivían del turismo y el mar.
En condiciones parecidas, hay decenas de comunidades del archipiélago Guna Yala, que también están amenazadas por la subida del océano.
Declaran que es un traslado voluntario. Según el propio Ministerio de la Vivienda panameño, no se obligará a marcharse a quienes decidan quedarse en la isla. Mientras eso sea posible, naturalmente.
Se ignora el número de los que se plantean resistir allí.
El lunes 3 de junio, vehículos todoterreno del Servicio Nacional de Fronteras y lanchas del Servicio Nacional Aeronaval de Panamá ayudaron a 1.350 habitantes de Gardi Sugdub a trasladarse y a mudar sus enseres y pertenencias hasta una nueva barriada. Esta semana han recibido las llaves de sus nuevas casas prefabricadas, de unos 40 metros cuadrados. Las autoridades también han construido un nuevo colegio y otros servicios comunitarios. Asimismo un edificio para celebrar las asambleas tradicionales de la comunidad autónoma guna.
«Estamos tristes. Vamos a dejar atrás las casas que hemos conocido toda la vida, la relación con el mar donde pescamos, donde nos bañamos y adonde vienen los turistas. Pero el mar está hundiendo la isla poco a poco», ha declarado Nadín Morales, de 24 años, a dos reporteros de la agencia AP (Associated Press).
El archipiélago de los gunas (también conocido como Archipiélago de San Blas) lo forman 365 pequeñas islas que se encuentran casi a nivel de la superficie marina. La agencia EFE cita estimaciones del Gobierno de Panamá que prevén un ascenso del nivel del mar hasta de 76 centímetros en el año 2050.
Desde hace tiempo, la escasez de la extensión de aquellas islas ha reforzado el problema de la superpoblación, que a su vez aumenta la precariedad general. No es posible contar con fuentes de agua potable y el suministro eléctrico es irregular, con frecuencia mediante generadores.
La subida del nivel del mar y el calentamiento de los océanos aumentan la irregularidad de las tormentas y los vientos más fuertes. El oleaje es bastante más violento que en el pasado. Las aguas llenan las calles y penetran en las viviendas, sobre todo en determinados meses. Los gunas han intentado crear diques en los bordes de la isla; pero «ahora la marea llega a un nivel que antes no alcanzaba y el calor es insoportable», afirma Nadín Morales.
En realidad, las primeras ideas sobre un posible abandono de la isla fueron debatidas por el gobierno autónomo de los gunas hace ya unas dos décadas.
La ironía de esta historia es que los ancestros de los gunas terminaron en su archipiélago, tras sufrir invasiones, reiteradas plagas y enfermedades, además de los ataques de serpientes venenosas. Fue una migración obligada y de sentido inverso al actual.
La población de Gardi Sugdub será la primera de 63 comunidades que se verá obligada a reubicarse en áreas continentales cercanas de su propio país. Algunos tardarán más, quizá décadas incluso; pero los científicos reiteran que tarde o temprano tendrán que emigrar también hacia tierra firme por la subida del nivel del mar y por las consecuencias –ya evidentes– del cambio climático.
