El periodista Carlos Miguélez Monroy sostiene en este artículo de opinión que el descrédito de la política profesional ha creado el caldo de cultivo para el surgimiento de nuevas formas de participar, de ocuparse de lo público, de lo que nos afecta.
Carlos Miguélez Monroy1
En los últimos meses, se han creado Polétika y TIPI Ciudadano, dos plataformas de organizaciones y movimientos sociales en España con el objetivo de influir en la toma de decisiones políticas sobre distintos temas sociales: infancia, educación, cooperación y desarrollo, sanidad, empleo, vivienda, exclusión social, inmigración y violencia de género.
Estas herramientas han surgido al calor de una política que se ha limitado a recortar derechos con la excusa de la crisis, de la corrupción y de la falta de transparencia y de rendimiento de cuentas por parte de los políticos. Las impulsan mareas ciudadanas, organizaciones como Access Info, Médicos del Mundo, la Coordinadora de ONG para el Desarrollo de España, plataformas como La Educación que nos Une, Salud por Derecho y otras.
Esta presión a candidatos de distintos partidos políticos y a representantes elegidos se produce por medio de un análisis del discurso antes de las elecciones y de los programas. Así se puede determinar si se trataba de humo fabricado por especialistas de marketing político o si se cumplieron las promesas electorales.
A partir de estos análisis, las organizaciones tienen la posibilidad de utilizar distintos canales de comunicación para presionar y para interpelar a los partidos y a sus integrantes por medio de Twitter y, en menor medida, de Facebook. También se han creado plataformas de Internet como Change.org para recoger firmas para distintas causas, muchas veces, han conseguido impedir injusticias o frenar despropósitos judiciales y medioambientales, además de llamar la atención de los medios de comunicación tradicionales.
Muchos mensajes e iniciativas en Twitter se desinflan tan rápido como se inflaron. Pero un buen manejo de la red social ofrece grandes posibilidades reales de presión al tener disponibles las cuentas de personas influyentes y de sus asesores y al haberse convertido en uno de los canales de comunicación más abiertos a todos. Existen además herramientas que sirven para conocer mejor quiénes son las personas a las que “seguimos” y a nuestros “seguidores”. Conocer los intereses en común permite organizar campañas más coordinadas.
Polétika y TIPI fortalecen el trabajo de organizaciones y de movimientos sociales que tienen como objetivo transformar la realidad. No sólo por medio de la denuncia, sino también de propuestas alternativas que pueden elevar a los representantes políticos y a los medios de comunicación por medio de las nuevas tecnologías.
Además del “escáner político”, TIPI ofrece otras herramientas para periodistas y para organizaciones sociales: datos y análisis sobre la pobreza y la exclusión social, instrumentos de participación y espacios de encuentro entre ciudadanos, representantes políticos y generadores de opinión y talleres de innovación social para influir en la toma de decisiones y el periodismo de datos para la lucha contra la pobreza.
Pero la clave fundamental de estas herramientas radica en su accesibilidad, si bien es necesario manejar Internet y contar con unas nociones básicas del funcionamiento de las redes. Cualquier ciudadano interesado en diversos temas sociales puede informarse y, desde sus propios canales, compartir con su comunidad y con su círculo de contactos información, datos, campañas. Esto puede propiciar que cada vez más personas se impliquen en lo público, que indaguen, que se informen.
Se está creando una masa crítica para un cambio de mentalidad sobre el sentido de la democracia, que no puede limitarse a ir a las urnas cada cuatro años para votar por los mismos partidos. Cambiar la política implica primero un cambio en los ciudadanos que, hasta cierto punto, se han convertido en cómplices del sistema con su silencio, con su apatía y con su falta de implicación. Democracia significa participar como ciudadanos informados y con criterios.
El descrédito de la política profesional y de las instituciones “democráticas” en el mundo ha creado el caldo de cultivo para el surgimiento de nuevas formas de participar. Hacer política significa ocuparse de lo público, de lo que nos afecta como comunidad. Con las herramientas de Internet, esa implicación trasciende las fronteras creadas por el Estado westfaliano para convertirnos en ciudadanos del mundo por el respeto de derechos fundamentales para una vida con dignidad.
- Carlos Miguélez Monroy es periodista y editor en el Centro de Colaboraciones Solidarias