Colombia: fracaso del cristianismo conservador en las elecciones legislativas

Juan Esteban Londoño [1]

El domingo 11 de marzo de 2018 se celebraron los comicios electorales para Senado y Cámara de Representantes en Colombia. Además, se desarrollaron dos consultas interpartidistas. Una de ellas, la de la derecha, llamada Gran Consulta por Colombia, de la cual quedó elegido el candidato del Centro Democrático Iván Duque. Y la otra, de la izquierda, llamada Inclusión Social para la Paz, en la que fue elegido el exalcalde de Bogotá, Gustavo Petro.

El portal La Silla Vacía publicó un artículo titulado “Las 10 conclusiones del día en que ganaron Petro y Duque”, en el cual se exponen algunos cálculos interesantes sobre la situación electoral en el país. Uno de los más llamativos es el derrumbamiento del voto de los carismáticos y evangélicos orientados hacia el conservadurismo moral, político y teológico. Estos fueron protagonistas en el NO contra el Acuerdo de Paz entre el Gobierno Colombiano y las FARC, pues consideraban que este acuerdo incluía una “ideología de género” que hacía peligrar su visión tradicional de familia.

Castellanos-Claudia-Rodriguez-Colombia Colombia: fracaso del cristianismo conservador en las elecciones legislativas

De los candidatos llamados “cristianos” para Senado y Cámara, la única que logró un curul fue la “pastora” Claudia Rodríguez de Castellanos, de la Misión Carismática Internacional o G12. Rodríguez de Castellanos había sido antes aliada de Álvaro Uribe, del cual recibió la Embajada de Brasil a cambio de un número significativo de votantes carismáticos, pero ahora lo es del candidato Germán Vargas Lleras con su partido Cambio Radical. Se esperaba que Rodríguez sacara 100 000 votos, pero solamente alcanzó el Senado con 60 000. No era de esperarse menos, pues en la entrada de su iglesia, a la que asisten alrededor de 25 000 personas al año, los creyentes eran recibidos con una pancarta inmensa de propaganda electoral con el nombre, la foto y el número de tarjetón de esta mujer. Los cristianos entraban a alabar a Dios y salían convencidos de que tenían que votar por la “pastora” –pues así llaman a las esposas de los pastores en Colombia-, porque esta era la voluntad del Señor.

El movimiento Somos, liderado por la exfiscal y exsenadora Viviane Morales no llegó a los 100 000 votos y su aspiración presidencial quedó muy lejos de llegar a algún puesto importante –a no ser que se alíe con alguno de los poderosos que esté cercano a su interpretación del mundo o que pretenda estarlo para ganar los votos de los fieles que la siguen-. Morales era senadora del Partido Liberal pero fue desahuciada como candidata por su partido y ella renunció tanto al partido como a su curul en el Senado. Estaban muy lejos ideológicamente. El liberalismo promueve el libre desarrollo de la conciencia y la libertad de mercado y empresa, pero Viviane solamente promovía lo segundo, dejando la conciencia de los colombianos a merced de los mandamientos morales de su iglesia.

El youtuber Oswaldo Ortiz se hizo famoso a través de sus videos cristianos en favor de la moral tradicional contra las teorías de género y la inclusión de las diversidades sexuales. Ganó renombre en el país publicando videos divertidos y mordaces contra las cartillas en las que el Ministerio de Educación promovía la educación sexual y el respeto a las orientaciones diversas en las escuelas y colegios. Pensó que podía llegar a ser Senador de la República por la cantidad de likes que tenía en sus redes sociales. Apenas alcanzó 23 000 votos y no quedó elegido. Seguirá viviendo de los “Me gusta” y de los diezmos de sus feligreses.

Jefferson Vega, candidato al Senado por el Partido Conservador y esposo de la diputada activista contra la comunidad LGBTI Ángela Hernández no alcanzó curul. Tampoco lo logró Marta Arrázola, hermana del pastor Miguel Arrázola y aspirante a la Cámara por el partido derechista del Centro Democrático.

Esto demuestra que los grupos evangélicos conservadores son fuertes cuando se trata de indignaciones sociales frente a lo que atenta contra su visión de mundo, especialmente con respecto al manejo de la sexualidad y la orientación de género. Su bastión son los videos a través de redes sociales, las predicaciones en los púlpitos y la marcha por las calles para gritarle a la sociedad colombiana que las nuevas maneras de entender a la familia y a la sociedad no caben en los parámetros que enseñan sus iglesias y su interpretación particular de la Biblia. Incluso llegan a convertirse en aliados de los católicos conservadores cuando de cuidar su visión de mundo se trata. Pero no logran convencer al pueblo colombiano en términos de administración pública y tampoco tienen la maquinaria para levantar votantes por fuera de las zonas de influencia de sus iglesias.

Muchos líderes de iglesias evangélicas y carismáticas de orientación conservadora se sienten empoderados gracias al aplauso de sus creyentes durante los sermones y las intervenciones en redes sociales, pero su discurso envuelto en un lenguaje religioso particular no es suficiente para convencer a un país mayoritariamente católico y con una Constitución que permite la pluralidad religiosa. Incluso, este convencimiento de ser los “elegidos” para gobernar lo tienen es los líderes de tales iglesias, mas no siempre los creyentes de a pie, que pueden tener una forma diferente de interpretar la realidad.

Estos grupos religiosos no son protagonistas en la vida pública del país, sino que son instrumentalizados por los verdaderos dueños de los medios, la tierra y los partidos para sumar votos a los candidatos que sí saben cómo funciona el negocio político.

Por esto, para las elecciones presidenciales, los votantes y candidatos evangélicos y carismáticos conservadores se perfilan como quienes han de engrosar las filas de colectivos más abarcadores con un número significativo de creyentes en las urnas. Es una realidad que sus candidatos ideales no lograron llegar a lo más alto del poder para “gobernar a la nación en nombre de Cristo”, por cual tendrán que aliarse con el Diablo para detener los avances de prácticas políticas y sociales que ellos consideran inmorales y pecaminosas.

  1. Juan Esteban Londoño, integrante del Observatorio sobre Religión y Asuntos Públicos en América Latina, es Magister en Ciencias Bíblicas y Magister en Filosofía. Ha cursado estudios de Filosofía y Literatura en la Universidad de Antioquia; de Teología en el Seminario Bíblico de Colombia; y de Ciencias Bíblicas en la Universidad Bíblica Latinoamericana, de Costa Rica. Actualmente es candidato a Doctor en Teología en la Universidad de Hamburgo.
  2. Artículo distribuido por la Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación.

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