Tintín de Madrid*
Reelaboración meditada de los consejos (actuales) para el bienestar mental, siguiendo las orientaciones de la Organización Mundial de la Salud para prevenir y evitar el estrés psicosocial:
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Información fiable, dosificar las noticias
No atender a rumores, notas, audios y vídeos precipitados y sin origen claro. Aunque vengan de nuestro entorno. Concentremos nuestra atención en expertos de salud, en medios precisos y fiables. Elegid dos momentos al día para informaros. Es suficiente. En las redes sociales, en momentos determinados, la desinformación y la distorsión se multiplican. No siempre son lo que parecen. Y centrar todas nuestras conversaciones en la crisis sanitaria contribuye a acentuar nuestra preocupación.
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Rutinas diarias
Teniendo en cuenta que estamos en casa, es aconsejable elaborar nuevas rutinas posibles. Tratad de tener horas regulares para levantaros, para acostaros. Para atender a los demás, para esparcimiento. La planificación diaria nos ayuda y nos da seguridad.
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Cuidado personal
Más que nunca, el cuidado personal es decisivo. No hay que descuidar la higiene, ni nuestro estado físico. Descuidarlos es un mal síntoma, uno de los primeros, que sugiere caos mental. Sed más exigentes que nunca con la higiene. Tratad de que vuestra alimentación sea lo más sana posible. Y aunque estéis en casa, haced ejercicio físico.
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Centrar nuestro cerebro
La mente se entrena y el cerebro necesita órdenes claras. Dile que no se preocupe más de lo necesario, pero que sea tu decisión. Como una orden verbal. Parad de rumiar, de recircular rumorología. ¿Más tiempo solos? Aprended a expresaros por escrito. Leed. ¿Que afición o qué proyecto dejamos hace tiempo? Si puedes, reanúdalo. Disfruta de tu familia, de tus amigos, de quienes quieres y aprecias. Utiliza esta oportunidad.
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Ayuda a los demás
La solidaridad es reconfortante. Nos sentimos útiles cuando ayudamos a los demás. Es una sensación que nos refuerza. Nos reconforta frente al caos o a la apariencia de caos. Y esta crisis puede tener esa apariencia, pero en pocas ocasiones la humanidad entera ha tenido un sentimiento tan solidario como estos días. Extendido, a pesar de lo que pueda parecer. La crisis nos ofrece la oportunidad de contribuir a un combate común por la salud de todos. En todos los países del planeta. Empecemos por contribuir a lo mejor en nuestro entorno más cercano. Tendremos la sensación de control que ofrece activar nuestra solidaridad.
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Mantengámonos activos
Seamos previsores. Planteémonos tareas diarias y, si es posible, variadas. Ver la televisión, series, películas, puede estar bien; pero no es conveniente dejarnos caer en el sofá demasiadas horas. Mantened ocupada la mente. Evitará que las preocupaciones se apoderen de vuestro ánimo.
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Seamos positivos
Los expertos de la Organización Mundial de la Salud recomiendan buscar también datos positivos. Por ejemplo, unas 70 000 personas han superado el coronavirus en todo el mundo. No es poco. Admiremos el valor de los profesionales sanitarios, médicos, enfermeros, farmacéuticos, personal auxiliar de enfermería. Y admiremos el coraje solidario de otros muchos: agricultores, trabajadores del campo, transportistas, empleados de la alimentación, fuerzas de seguridad, los miembros de la unidad militar que se ocupan de tareas duras, imprescindibles. Lo mismo podemos decir de los técnicos y profesionales que mantienen abiertas nuestras comunicaciones estos días, los científicos que investigan bajo presión para fabricar una vacuna. Y los periodistas que están sobre el terreno, que están en lugares de riesgo, que se acercan a hospitales y centros de salud, etcétera. Nos alertan. Ocupan un lugar vital en los medios, pero tendemos a confundirlos con quienes hablan de todo, todo el día, sin ton ni son. Muchos de esos científicos y periodistas son jóvenes. Con frecuencia, también tienen contratos muy precarios. Es injusto confundirlos con famosos. Los transportistas llevan alimentos elaborados que, por ejemplo, otros han trabajado en el campo. Imitémoslos como podamos siendo activos, animando a las personas de nuestro entorno personal y familiar.
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Comunicaros
Evitemos el aislamiento que produce la hiperconexión. Por ahora, no podemos besarnos, ni darnos la mano. Afortunadamente, tenemos tecnología que nos permite comunicarnos por teléfono, enviarnos mensajes, hacer videollamadas. Si nos conectamos demasiado a internet, a las redes sociales, en solitario, nos aislamos inadvertidamente. Eso termina dañando nuestra salud mental. Y no seremos conscientes de ese daño, pero nos sentiremos cada vez más solos, más frustrados y desesperanzados.
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Hay que informarse
Sana y frugalmente, no de manera compulsiva. Y ojo a los cenizos permanentes. Quieren que los veamos como personas críticas. No lo son. Son agotadores con eso de esto-solo-pasa-aquí. O lo de si-hubieran-previsto-aquello-o-lo-demás-allá, etcétera. Quienes han vivido en otros lugares saben que muchos problemas son más comunes de lo que parece. Quienes están furiosos todo el día ni ayudan a los demás, ni se ayudan a sí mismos. Escuchemos, con calma, argumentos contrarios a lo que creemos. Pueden contener elementos razonables. Podéis tomar un café, una cerveza o un vino por las redes, en conversación digital, citándoos con vuestros amigos o familia cada uno en su lugar; pero en videollamada y como si estuvierais en vuestro bar favorito. Entonces, antes y después, mantened la calma con quienes queréis. No os dejéis desbordar por la impaciencia.
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Cuidad lo que decís, el lenguaje
No atribuyáis la enfermedad a otros, al descuido de los demás, a otra cultura, a otra nacionalidad, a los ciudadanos de otra región de vuestro propio país. Estéis de acuerdo o no con sus propuestas y decisiones, escuchad con atención lo que dicen las autoridades de vuestro país, de vuestra región, de la localidad en la que vivís. Hay enfermos en casi todo el planeta, de todas las clases y tipos humanos. Los científicos estudian aún el origen del coronavirus. Hay colaboración mundial para fabricar una vacuna. No es fácil crearla de repente, a pesar de la intensa colaboración internacional. Tened especial cuidado al hablar ante ancianos, personas mayores y niños. Pueden sentirse más estresados de lo que aparentan. Si no somos cuidadosos, podemos agravar su sensación de desamparo. Nadie ganará nada por ello. Nosotros tampoco.
*Tintín de Madrid es comunicólogo