Se publica “La dama que se transformó en zorro”, una polémica novela de David Garnett que escandalizó a la sociedad británica a principios del siglo XX
David Garnett (1892-1981) es un escritor poco conocido en España, que perteneció al grupo de Bloomsbury (Virginia Woolf, Gerald Brenan, Bertrand Russell, Wittgenstein, Keynes…), en el que conoció a su pareja, el pintor Duncan Grant, con el que compartió labores pacifistas durante la primera guerra mundial y con quien convivió durante años.
En 1922 obtuvo un enorme éxito con “La dama que se transformó en zorro”, que ahora publica la editorial Periférica en una nueva y ajustada traducción de Laura Salas. Entre sus obras destacan también “Formas del amor” y “La vuelta del marinero”, pero “La dama…” fue la obra que le proporcionó prestigio y popularidad en todo el mundo. Entre las insólitas peripecias de la biografía de David Garnett destaca su matrimonio con Angélica Grant, hija de su amante Duncan Grant y de la pintora Vanessa Bell, cuando el escritor contaba 46 años y Angélica sólo 20. David y Angélica tuvieron cuatro hijos.
Otra transformación
En el comienzo de “La dama que se transformó en zorro”, Richard Tebrick pasea con su esposa Silvia por los alrededores de su finca de Rylands, en el condado de Oxfordshire. Acaban de regresar de su luna de miel y el señor Tebrick quiere enseñarle los parajes que rodean la mansión en la que ambos van a vivir juntos los próximos años. Es una jornada de caza, y a lo lejos se oye el sonido de las trompas de los cazadores entremezclado con los ladridos de los perros de la jauría que persigue a los zorros. Ambos esposos van cogidos de la mano y, de pronto, Silvia se suelta violentamente mientras de su garganta sale un alarido estremecedor. Al volverse, el señor Tebrick contempla horrorizado que su mujer se había transformado en un zorro. Aunque en la mansión de Tangley Hall, la casa en la que vivía la señora Tebrick (apellidada Fox de soltera), hubo durante un tiempo un zorro domesticado encadenado al patio interior, nadie llegó a relacionar la transformación con estos antecedentes.
“La dama que se transformó en zorro” es una de las novelas cortas más alucinantes de la literatura británica de los primeros años del siglo XX. Aunque pueda parecer un cuento de ciencia ficción o un relato de terror, esta historia quiere ser una advertencia aleccionadora acerca de las relaciones del hombre con los animales y una reflexión sobre los sentimientos de y entre las dos especies. La historia cuenta una metamorfosis paralela entre dos seres que se aman profundamente y que no están dispuestos a renunciar a este amor ni desde la diferencia de las especies a la que cada uno termina perteneciendo. Mientras Silvia va adoptando cada vez con mayor violencia los caracteres propios de su nueva condición animal, atendiendo a la llamada de la especie, el señor Tebrick, sin perder su aspecto humano, se acerca a la sensibilidad animal y a sus modos de vida para continuar una relación de amor iniciada cuando ambos pertenecían a la misma categoría. Una primera mutación da lugar así a una segunda y aún a una tercera en la que el hombre adopta los sentimientos y las formas del animal. En la culminación de esta relación, el señor Tebrick toma conciencia de que no echa de menos a su esposa sino a la bestia en la que ésta se había convertido.
El amor lo conquista todo, viene a ser la lección final de este relato ejemplar que, además, unas veces parece la narración del proceso de deterioro de las relaciones de pareja y otras el descubrimiento de los sentimientos ahogados en la monotonía y el tedio. David Garnett utiliza con extraordinaria maestría el tema de la transformación para exponer el enfrentamiento entre la razón y los sentimientos a través de las relaciones entre los seres humanos y los animales y pone a los lectores del lado de estos últimos.