Por fin llega a Madrid, auspiciada por la Fundación Mapfre, una exposición que trata extensamente las dos grandes iniciativas de la modernidad pictórica en Italia, desde 1880 hasta 1915, periodo en el que surgen y alcanzan su ápice los movimientos autóctonos conocidos como Divisionismo y Futurismo. Como viene siendo habitual, la Fundación Mapfre trae a primer plano dos de las manifestaciones artísticas más importantes que se producen en la Europa de fin y comienzo de siglo, bastante desconocidas en nuestro país, que estarán a disposición del público desde el 17 de febrero al 5 de junio 2016.
Una vez más el contexto histórico y la sociedad que le produce son la clave que desencadena un arte que refleja la situación italiana a consecuencia de su unificación territorial y política, (1861) tras una guerra devastadora que acentúa la pobreza sobre todo al sur de los Apeninos, con una ciudad clave en el norte como centro industrial y artístico, Milán. En esta primera Italia unificada hay un divisionismo social evidente. Sectorialmente, cada región tiene un color, una química, una circunstancia social. Hay que tomar distancia para percibir el mosaico completo. Por eso el Futurismo es la consecuencia natural del Divisionismo, en función de los cambios sociales marcados por la expansión industrial, que imprime una dinámica en la que la máquina y su movimiento adquieren pleno protagonismo.
Por otra parte, Italia a lo largo de su historia, ha sido pionera en la creación y exportación de arte, con dos focos importantísimos: la romanización de gran parte de Europa y haber sido la cuna del Renacimiento expandido a todo el continente. Así, aunque los principios del divisionismo derivan del puntillismo postimpresionista francés, y que quien originalmente dio nombre a esa técnica fue George Seurat, en Italia tuvo unas características autóctonas, únicas, que se encuentran en la tradición del pasado glorioso y la necesidad de traerle de nuevo al presente.
El Divisionismo que se produce en el norte de Italia a finales de la década de 1880, se caracteriza por una técnica revolucionaria que yuxtapone trazos de pigmento aislados para crear el efecto visual de un color unificado intenso. Dicho de otro modo, la separación de colores puros en puntos y líneas que nunca se mezclan, sino que interactúan entre ellos en un sentido óptico en el que la intervención lumínica es fundamental. Sus raíces se encuentran en estudios científicos, especialmente en los del químico francés Michel Eugène Chevreul en su Ley del contraste simultáneo de los colores y en los del físico norteamericano Ogden Rood en su Cromatismo Moderno.
También hay diferencias en los precedentes pictóricos y en los ámbitos culturales. En Francia es el impresionismo, en Italia el naturalismo, la Scapigliatura (Bohemia) milanesa, el Decadentismo asociado a los profundos problemas sociales del fin de siglo y el simbolismo. En el Divisionismo, el interés científico por la percepción del color, tuvo más fuerza que en el puntillismo. Y la novedad única de que los puntos deriven a una serie de filamentos quebrados superpuestos, que en la temática simbolista inician la dirección hacia el dinamismo futurista.
Emilio Longoni. Reflexiones de un hambriento 1893. Museo del territorio biellese, Biella
El Divisionismo nunca tuvo un Manifiesto. Tomó carta de naturaleza en la primera Triennale di Brera de Milán de 1891, con directrices diseñadas por Gaetano Previati, cuando ya llevaba caminando desde mediados de los ochenta, con sus primeras manifestaciones de la luz de la naturaleza, paisajes alpinos que muestran la quietud y el silencio, personajes felices con su vida sencilla en su relación con ella, a veces en términos de apasionado idilio, donde la investigación sobre la luz es un tema privilegiado.
En la primera parte de la exposición predomina el maestro Giovanni Segantini que vivió largos años en Suiza, en las altas montañas de los Grisones y más tarde en Engadina, donde murió a los cuarenta y un años de un mal fulminante sin tratamiento por entonces y que cuenta con un museo que lleva su nombre en Saint Moritz. Sus cuadros Vestido grisón de 1887, Regreso del bosque de 1890, La recogida del heno de 1891 y Pastos de primavera de 1896 son auténticos estudios científicos de la técnica divisionista; quizá el más impactante sea el que muestra a esa muchacha recogiendo el heno, en el que el tratamiento de la luz incidiendo sobre el mosaico de color construido con fibras superpuestas autónomas atrae incondicionalmente. Obra maestra.
La figura sobresaliente de Vittore Grubicy de Dragon, impulsor del Divisionismo, mentor de Segantini, marchante, crítico y coleccionista, participa con Mar de niebla de 1895 y con Cuando los pajaritos se van a dormir de 1891/1903, bellísimos ambos; su estructura científica expresada por la suma de la luz, la autonomía del color y mosaico cromático, son un ejemplo genuino de la cualidad autóctona de la técnica divisionista con respecto a su precedente el puntillismo.
Giuseppe Pelliza da Volpedo, Baldassare y Emilio Longoni, Plinio Nomellini, Gaetano Previati, Cesare Maggi y Angelo Morbelli completan la página de la naturaleza con una selección de obras que dan cuenta de la alta calidad del comisariado de esta muestra. Por citar alguno, El prado de Previati, Transparencias alpinas y El glaciar de Emilio Longoni y el Cabo Noli de Morbelli son de una relevancia suprema.
El compromiso social, un tema inevitable en la Italia de fin de siglo, visible desde la Triennale de Milán de 1891, está representado por obras de temas político – sociales tan sobrecogedoras como Reflexiones de un hambriento de 1893 de Emilio Longoni, cuadro que refleja una situación extrapolable a otros países europeos en esa o en épocas posteriores. La Navidad de los que se quedan, estudia los efectos de la luz del sol penetrando en un interior oscuro, el del hospicio milanés Pío Albergo Trivulzio. Pelliza da Volpedo con su Retorno de los náufragos, o el eterno drama del mar, con una técnica asombrosa de luces y sombras; ¡Por ochenta céntimos! de Morbelli, un estudio de la refracción de la luz sobre la superficie del agua, trata de la explotación de las recolectoras de arroz en las lagunas del Po; un tema tratado medio siglo más tarde por el Neorrealismo cinematográfico. Emilio Longoni con El orador de la huelga, de la huelga milanesa del primero de mayo de 1890. Pero el cuadro considerado obra maestra absoluta de la pintura social de la época sería El cuarto estado, de Pelliza da Volpedo, en el que una muchedumbre de trabajadores avanza majestuosamente hacia la promesa de mejores condiciones de trabajo y vida…
La fase simbolista o de la ‘pintura de ideas’, tiene su correlato temático en otros movimientos conservadores europeos de fin de siglo, pero no en cuanto a la técnica, que en el caso italiano muestra no solo la exacerbación divisionista de la técnica filamentosa superpuesta, también marca el inicio del movimiento como preludio del futurismo, cuyo hito es sin duda La danza de las horas de 1899 de Gaetano Previati, pintor predominante en esta fase de la exposición, con obras tan impactantes como La Asunción, en un estudio que más parece mitología que relato evangélico; El sueño, divisionismo como premonición del surrealismo; el tríptico de La danza; diurno, nocturno y el viento. Carabelas de Pisa de 1907, ya anclada definitivamente en el prefuturismo. Carlo Fornara sorprende con un simbolismo de color en un tema más bien social instalado en la naturaleza, con El Aquilón o viento del norte; las tres derivas del Divisionismo presentes en un solo cuadro. Notable.
Los pintores del movimiento futurista se expresan con un lenguaje común, gracias sobre todo a Giacomo Balla, antiguo maestro de divisionistas. Es el lenguaje del progreso tecnológico, de los avances en el conocimiento del movimiento cósmico, de la fotografía y sobre todo de la cinematografía, secuencias fotográficas en movimiento. El Futurismo adopta las técnicas cubistas de la desintegración de los planos y la presencia simultánea de varios puntos de vista en el espacio pintado, pero las supera con la interpretación simultánea de la luz, la velocidad y el sonido, es decir, cruza sus umbrales como punto de partida de la investigación y evolución científicas en una dinámica expansiva que crece, cambia de forma y lenguaje hasta convertirse en tema transversal que reúne todas las sensibilidades en su deseo de trascender. Muestra en suma, la inevitable dinámica social de la que el arte es y siempre será su reflejo, es la crónica fiel de la turbulenta historia de todo el siglo XX. En el Manifiesto Técnico de la Pintura Futurista, nacido en Milán en 1909, figura como concepto básico: “Nosotros colocaremos al espectador en el centro del cuadro”.
Los máximos representantes del Futurismo, frecuentaron París, algunos con largas estancias en la entonces capital del arte, pero supieron crear de sus experiencias un arte dal nuovo. Filippo Tommaso Marinetti, Giacomo Balla, Luigi Russolo, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Gino Severini, sentaron plaza en París en 1912 con su exposición Los pintores futuristas italianos, cada uno ya con su estilo y lenguaje propios.
La exposición contiene obras del periodo de transición o prefuturistas, impregnadas aún de simbolismo. Giacomo Balla con Mayo, La joven Artemisia, Pita sobre el mar; Umberto Boccioni con La mujer de Balla con su hija, Afectos, Retrato del escultor Valerio Brocchi, Retrato de Sophie Popoff y el extraordinario Contraluz de desnudo de espaldas. En Tren que pasa, marca un inicio al movimiento de la máquina. Luigi Russolo está en el umbral de esa transición con el espectacular Periferia – Trabajo de 1910, un poema aún divisionista dedicado a la industrialización, la máquina, el progreso tecnológico, desde el exterior.
La sala dedicada al pleno futurismo, es de nuevo exponente de la rigurosa selección de obras para la muestra. Pone en primer plano con unas pocas obras toda la poética y estética del futurismo. Descomposición de planos en Lo que me ha dicho el tranvía, 1911 de Carlo Carrà; Rebelión de Luigi Russolo, poema abstracto con tratamiento divisionista del color. Pero es Giacomo Balla el auténtico protagonista de todos los significados del movimiento: Líneas – fuerza del puño de Boccioni, 1907, en el que están claramente representados de forma premonitoria la hoz y el martillo, un cuadro espectacular en cuanto a color y percepción del movimiento; las Compenetraciones iridiscentes de 1912, todo un ejercicio óptico de juego geométrico de apariencias; Velocidad de automóvil y su secuencia Disgregación por velocidad. Penetraciones dinámicas de automóvil, ambos pura esencia futurista; y de 1914, Vórtice y El planeta Mercurio pasa delante del Sol. El primero firmado como “Futur Balla”, podría representar la base de un globo aerostático y el segundo participa tanto del futurismo como de un incipiente surrealismo pionero, en una auténtica delicia visual por la fuerza de la luz y el color. Umberto Boccioni causa asombro con su Construcción en espiral de 1913; hay que mirarle con atención exhaustiva para llegar a ver lo que representa, un jardín, en sabia metáfora de una de las formas primarias de la naturaleza. Gino Severini , el futurista que más años vivió en París, está presente en la muestra con su famoso Retrato de madame S, (¿Madame Severini?) futurista – tardo cubista – presurrealista; retorna al puntillismo más puro en 1914 con Expansión formas y luz, practica la abstracción en Bailarina, mar y ramo de flores, en composición cromática asombrosa.
En la presentación de la muestra estuvieron presentes además de los comisarios Beatrice Avanti y el profesor Fernando Mazzoca, representantes del Museo d’Arte Moderna e Contemporanea di Trento e Roveretto, institución que ha producido esta exposición junto a la Fundación MAPFRE, y la más presente en número de obras expuestas. Hay que añadir los valiosos préstamos del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, la Galleria d’Arte Moderna y la Pinacoteca di Brera, de Milán, la Galleria degli Uffizi de Florencia, la Galleria Nazionale d’Arte Moderna e Contemporanea de Roma, el Museo Segantini de Saint Moritz, el Centro George Pompidou de París, el Gemeentemuseum de la Haya y el Museu Nacional d’Art de Catalunya, colecciones particulares, etc.
Ficha de la Exposición:
- Título: Del Divisionismo al Futurismo, arte italiano hacia la modernidad.
- Sede: Fundación Mapfre, Paseo de recoletos 23. Madrid
- Fechas: 17 de febrero a 15 de junio 2016.
- Comisarios: Fernando Mazzoca y Beatrice Avanzi
- Organizan: Fundación Mapfre y Museo d’Arte Moderna e Contemporanea di trento e Rovereto
- Web accesible al público: http://exposiciones.fundacionmapfre.org/divisionismoyfuturismo
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