Considerando que donde quiera que se mire están ocurriendo cosas importantes, algunas dolorosas como el estremecimiento de la humanidad mutilada en su integridad que se reporta como ocurrida en Irak, Colombia, Darfur, Afganistán, Pakistán o la Franja de Gaza pero que en realidad tiene su epicentro en el sentimiento de pérdida total que se aloja en cada uno de nosotros y nosotras tras la tragedia de alguien que sufre.
Otros hechos, afortunadamente la mayoría, nos colman de alegría como el trabajo tesonero de quienes no tuercen sus principios fundamentados en el respeto y ejercicio de los derechos humanos y día tras día se empeñan en construir un mundo más vivible para sí y para el colectivo universal.
Reafirmando que en todo espacio (el íntimo pero sobre todo el público) hallamos una oportunidad de aprendizaje; que la comunidad brinda el lugar preciso para perpetuarse y lo ofrece con auténtica y plena gratuidad; que hace falta que la pregunta certera sea batiscafo para explorar las profundidades humanas sin lastimar arbitrariamente; que quien hable o escriba utilizando cualquier medio debe concienciar su esencia ineludible de educador o educadora y, sin prejuicios ni temores vanos, asumir el escrutinio de la sociedad.
Se ratifica en su función de vocería a los hombres y mujeres de buena fe que nos brindan en libertad, como alimento espiritual e intelectual, la información nueva o la que nos fue arrebatada por quienes tienen interés en desconocer y hacer que se desconozca la verdad. Se les reconoce la libertad de participar en todo acto creativo y se les invita a dejar que el accionar amoroso de la gente se les suba libremente al corazón y sus pronunciamientos sean legitimados por la justicia, esperanza y solidaridad.
Se les exige a quienes ejercen en libertad el don y el oficio de la palabra, que la esgriman y recreen en un lenguaje sin callados subterfugios o escandalosas peroratas; que cuando resuene el silencio sea comunicante y lo dicho a toda voz sea la versión pluriparcializada de todos y todas. En nombre de la libertad de expresión y en uso de las atribuciones que inherentemente tenemos de velar por el bienestar de toda persona, por el cuido minucioso del caminar de cada hermano y hermana hacia la realización de un Estado socialista, se les desea, colegas periodistas que haya felicidad en su búsqueda del mejor modo de ser y estilo de informar, formar y recrear; ética en su servicio profesional y compromiso por toda la vida. Si así fuera… que el pueblo nos bendiga.